Diciembre 4, 2024

Cambio climático y El Caribe: Una cuenta por saldar

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huracamireneLa Habana.- Un aumento en el nivel medio del mar y tormentas de gran intensidad alternadas con sequías, entre otros eventos extremos derivados del cambio climático, imponen a los países insulares del Caribe el reto de aplicar medidas de adaptación que podrían resultar demasiado costosas para sus economías.



“En las pequeñas islas caribeñas hay poblaciones vulnerables para las cuales estos fenómenos tendrían consecuencias inusitadas”, advirtió Christopher Field, del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que el 28 de marzo divulgó su último informe (http://www.ipcc.ch/pdf/special-reports/srex/IPCC_SREX_ES_web.pdf).

“Un mensaje importante del informe es que para paliar los efectos de eventos extremos no es necesario hacer costosas inversiones. Hay otras formas de enfrentarlos no relacionadas con grandes gastos de infraestructura”, aseguró Field a IPS.

La precisión es importante porque en la región los recursos económicos para la adaptación son muy escasos, reconoció este experto, copresidente del Grupo de Trabajo II (Impacto y Adaptación al Cambio Climático) del IPCC, que desde su creación en 1988 ha concluido cuatro ciclos de evaluaciones integrales.

El IPCC recibió en 2007 el premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos para construir y difundir un mayor conocimiento sobre el recalentamiento planetario causado por el hombre e indicar las medidas para contrarrestar su impacto.

Field visitó La Habana para participar de un taller de divulgación de este “Informe Especial del IPCC sobre gestión de los riesgos de fenómenos meteorológicos extremos y desastres para mejorar la adaptación al cambio climático”, un documento definido como una herramienta de trabajo para la toma de decisiones.

Datos manejados en el taller, realizado el 18 y 19 de este mes, indican que el aumento del nivel medio de las aguas oceánicas podría llevar a una reducción del tamaño de las islas caribeñas e impactar negativamente en la infraestructura, incluyendo aeropuertos, carreteras y ciudades capitales, que tienden a ubicarse cerca de la costa.

Se calcula que más de la mitad de la población de la región vive a menos de 1,5 kilómetros del litoral marítimo. Para Ian King, experto en Barbados del programa de la Organización de las Naciones Unidas para el manejo de riesgos y desastres, el primer desafío es evaluar las amenazas para luego decidir las políticas más adecuadas de adaptación.

King explicó a IPS que en Barbados se ha investigado sobre el manejo de las zonas costeras y ecosistemas marinos, y ahora se trata de invertir en esas áreas para proteger no sólo las especies sino a su población e infraestructura, facilitando información que permita valorar la mejor manera de enfrentar los riesgos de desastre.

“Una  de las vías es modelar diferentes escenarios ante la posibilidad de que se produzcan  tormentas de gran intensidad y su impacto en las áreas costeras. Sobre esa base más científica se  pueden establecer mejores políticas de adaptación”, consideró King, para quien la decisión de retirarse o no de las zonas de peligro depende mucho de las comunidades.

Si bien está claro que la adaptación a las variaciones del clima es una necesidad imperiosa, el tema de la financiación de programas para naciones con economías débiles como las caribeñas genera incertidumbre. “Son justamente los sectores de menores recursos los más vulnerables a estos problemas”, comentó a IPS el director de Oxfam en Cuba, Beat Schmid.

Que los programas de adaptación de los países en desarrollo sean financiados por los causantes del recalentamiento global es un principio de “justicia climática”, sostuvo.

Científicos especializados en el clima coinciden en que el aumento de la temperatura media del planeta se debe a los gases de efecto invernadero liberados en la atmósfera por actividades humanas, particularmente en  las naciones industrializadas.

Schmid recordó que, en las negociaciones internacionales, Oxfam y otras organizaciones defienden la creación de un fondo de alrededor de 100.000 millones de dólares al año para la adopción de medidas concretas. “Sobre la mesa también hay otros mecanismos, como la tasa sobre transacciones financieras y un impuesto sobre boletos aéreos”, señaló.

La capacidad de los países en desarrollo para emprender algunas acciones de adaptación es limitada, añadió el experto de Oxfam, una confederación internacional de 14 organizaciones que trabajan conjuntamente en más de 100 países en la búsqueda de soluciones duraderas a la pobreza.

En su opinión, el caso de Cuba es paradigmático de lo que se puede lograr, pero aclaró que se trata de un estado fuerte, con una organización social que llega a los más remotos lugares del país y una inversión sostenida en capital humano.

Además, Schmid mencionó que esta nación caribeña lleva adelante vastos programas de largo plazo, como los relacionados con recursos hídricos y forestales, iniciados hace años no con la idea de la adaptación, sino para disminuir riesgos como la escasez de agua y la desertificación de sus suelos, problemas que el cambio climático agudiza.

“Pero muchos no tienen esas fortalezas o el nivel de pobreza es tanta que los gobiernos no pueden ni pensar en planes de adaptación al cambio climático. Incluso en el caso cubano, las necesidades para costear estos programas sobrepasan con creces las posibilidades financieras disponibles aquí”, señaló.

Lamentó, además, que hasta ahora se siga hablando de que la adaptación la pague cada país, y que solo cinco naciones industrializadas estén cumpliendo su compromiso de aportar al desarrollo en el Sur el 0,7 por ciento de su producto interno bruto. Por otra parte, varios países comenzaron a recortar los fondos de cooperación.

El Informe Especial del IPCC sobre la gestión de riesgos alerta que siguen aumentado las pérdidas económicas por desastres relacionados con los fenómenos climáticos, que en el futuro  tendrán mayores impactos en sectores como el turismo, la agricultura y los recursos hídricos.

 

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