La nubosidad en Puerto Aysén, a ratos pareciese absorber a sus habitantes, con esos vientos que hace danzar a las nubes, dejando entre abrir los cielos, para dibujar en el horizonte un arcoíris. La lluvia jamás intimidaría a los patagones, más bien los hace ser mas fuertes para enfrentar los desafíos.
Son gente humilde en su gran mayoría, no es menos cierto, que esa unidad de los ayseninos ha tenido sus costos: una región postergada desde siempre, sus riquezas atesoradas por manos ajenas. El gobierno tiene intereses creados, en lo referente a la relación de la política con los negocios.
Desde La Moneda se trazó una estrategia de desgaste del movimiento. Desde un comienzo el gobierno no le tomó el peso a las demandas de los pescadores, más bien se les ignoró con un cierto desdén, Pilar Cuevas se fue de vacaciones. No fue hasta que comenzaron los cortes de caminos, que las demandas de Aysén comenzarían a ser consideradas en la agenda.
La política chica alcanza para administrar un modelo que hace crisis, donde el poder se concentra en pocas manos, los rábulas de la política tienen miedo de perder ese poder […], el país está movilizándose, se está debatiendo, hay desafíos políticos, económicos, ambientales y regionales urgentes. Hace falta una gran política con una nueva propuesta de relación entre el gobierno y la sociedad.
La movilización de Punta Arenas, Aisén, Calama y el tema estudiantil, muestran la vía y acumulan antecedentes en este sentido. Por allí asoman los materiales de nuevas coaliciones, de la lucha del pueblo. Los partidos políticos pareciesen no darse cuenta de que este país ha cambiado, hay un nuevo lenguaje en construcción, nuevos actores sociales que comienzan a dejar de ser pasivos. La clase política se enfrasca en disputas por cupos electorales, hace acuerdos sin escuchar y atender más que sus propios intereses corporativos. Aunque en sus narices los conflictos sociales están estallando, no hay voluntad política para atender las demandas de la gente, más bien una colusión del poder para mantener sus granjerías.
Los políticos ven en esto una amenaza y sin duda lo es. El gobierno todo lo ve como problema de orden público, la Concertación tiembla ante algo inmanejable y los pequeños cálculos del PC administrando a Camila Vallejo y a Camilo Ballesteros como candidatos a alcaldes en vez de dejarlos aportar en la construcción del movimiento social. El PC más bien pareciese estar abocado a una política revisionista,la idea de que se puede llegar al socialismo mediante un proceso pacífico, sin necesidad de la insurrección armada del proletariado, dado el carácter democrático de los estados. Esta tesis conforma la columna vertebral del ideario revisionista, otorgando al parlamentarismo burgués, por medio del sufragio universal, la condición de único camino por donde debe transitar la transformación de la sociedad.
Estos nuevos alevines del revisionismo han descubierto, como por obra de una revelación divina, las bondades de la democracia burguesa. Han dejado repentinamente de tener confianza en la clase obrera como actor de la revolución, porque para ellos la “revolución” es la consecuencia de un decreto histórico, que se logra alcanzar mediante pactos electorales con los enemigos históricos del pueblo.
No es fácil la construcción de un nuevo referente que se instale como proyección política de la nueva situación. No basta hacer discursos, organización y tener liderazgos sociales sectoriales. Este es un proceso de maduración que requiere tiempo. Romper con los viejos dogmas y esquemas de la política tradicional chilena, implica gestos generosos y saber cuándo negociar y cuándo pasar a una etapa de movilizaciones de carácter insurreccional. El gobierno, la concertación y su aliado el PC, temen a ese estallido social, por que los dejaría fuera del poder.
Las lecciones de Aysén pareciesen que no son aprendidas por esta clase política. Continúan como si nada pasase, están enfocados a posesionar sus candidatos para las municipales. La autocomplacencia de las elites económicas y políticas cada vez más autistas frente a la realidad, no parecen advertirlo o no quieren reconocerlo. O lisa y llanamente son incapaces de ver más allá de sus propios intereses. Los tiempos se agotan, a igual que los recursos naturales y la paciencia de los postergados. Son los sectores más humildes, como los pescadores artesanales los que han salido a tomarse los caminos, a decir ya basta de explotación y postergaciones históricas.
Las exigencias de la movilización de Aysén, como la de Magallanes y de Calama tienen un doble sentido, lo que se advirtió desde el movimiento estudiantil. Por un lado plantean demandas sectoriales pero inevitablemente hay otras que tocan la estructura del modelo económico: el tema de fondo, es el cambio radical del modelo político-económico