Cuando escuché sobre las protestas en Aysén sentí un orgullo inmenso. Cuando oí al Ministro Longueira señalando una coordinación santiaguina en la organización de las manifestaciones me dió una lástima profunda su ignorancia sobre la historia del extremo sur chileno. Y cuando el senador Horvath le replicó que 10 días antes le habia alertado del malestar de la población y el estallido que se veía venir, “Hay que estar en el lugar para conocer los problemas”, dijo, me pareció que ese era un político que no había traicionado a su región.
Por razones particulares viajé con mi familia y algunos amigos dos veces a Puerto Aysén en los últimos meses. Hace 40 años estuve de pasada en el aeropuerto de Balmaceda, pero ahora, como si la conociera por primera vez, la región me atrapó por la belleza de sus paisajes y de su gente. Me fascinó su historia y conocí algunos de sus actuales problemas.
La última frontera
Aysén fue la última de las regiones del país ocupada ofIcialmente por el estado chileno. Y, a decir verdad, fue casi milagroso que llegara a ser parte de Chile y no de Argentina. Colonizadores autónomos y esforzados llegaron a vivir en estos territorios olvidados y hasta menospreciados por las autoridades centralistas. Dos sesudos historiadores, que como geopolíticos se habrían muerto de hambre, declararon en el siglo 19: “Son territorios que no valen nada” (Diego Barros Arana). “Las comarcas en disputa (con Argentina) … están muy distantes de ofrecer expectativas halagüeñas, ni en el presente ni en el porvenir. Territorio que en su mayoría no tiene valor alguno y es problemático que lo tenga en el futuro… Es solo una horca enclavada entre dos palos para hacer justicia de alzados y de insensatos… Es una sepultura.” (Benjamín Vicuña Mackenna) Entre tanto Francisco Pascasio Moreno, el ingeniero argentino conocido como Perito Moreno, recorrió en las últimas décadas del siglo 19 la Patagonia argentina maravillándose de su aridez, de sus bosques, de sus lagos y cordilleras nevadas. Con mayor visión que los chilenos aludidos, expresó que esas tierras podían contribuir a la prosperidad de su país, por lo cual era necesario conocer “las ventajas que puede ofrecer su colonización.”
Chile pretendía ampliar su territorio desde el Río Santa Cruz en Argentina (a la altura de la zona norte del Parque Torres del Paíne) hasta Tierra del Fuego y así llegar al Atlántico, pero sus funcionarios no se movieron de su escritorio, sólo se envió a Buenos Aires a Barros Arana a defender sus pretensiones. El Perito Moreno, en cambio, recorrió Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz. Cuando se firmó el Tratado de 1902 el mediador, Gran Bretaña, fijó los límites entre los dos países tomando como base los actos de ocupación del territorio.
Y menos mal que hubo colonizadores que se instalaron en Aysén. En 1869 un lituano funda Melinka (el nombre de su esposa) en las islas Guaitecas al sur de Chiloé. En 1880 Ciriaco Alvarez instala casa, bodegas y aserradero cerca del Puerto Chacabuco actual para convertirse en el rey del ciprés. Mucho después en el siglo 20 llegan nuevos habitantes desde Chiloé, del centro del país y desde Argentina donde habían vivido en su mayoría como nómades. Por su parte el estado entre 1903 y 1924 entrega en concesión un millón 57 mil has. (en reaiidad ocuparon muchas más ) a tres sociedades ganaderas: la Industrial Aysén, la Explotadora del Baker y la Ganadera Cisnes. Eran las mejores tierras de la región y debían cumplir con la condicion de instalar colonos y sacar su producción por el Pacífico. La unica que cumplió fue la Sociedad Industrial Aysén, ubicada en las proximidades de Coyhaique, que abrió una senda hacia Puerto Aisén, reconocido como poblado en 1924.
Las batallas de Aysén
Para el pescador, trabajador forestal o comerciante de Angol, Maullín, Osorno o de más al norte, muchos de los cuales deambularon por la pampa argentina hasta que fueron desalojados, no fue facil instalarse en Aysén. Una prueba es el Monumento Histórico Nacional Isla de los Muertos donde hay un cementerio cubierto con vegetación con 36 tumbas que datan de 1906, aunque se cree que pueden estar enterradas hasta 120 personas. ¿Cómo llegaron hasta allí? Se habla de una epidemia de escorbuto, de un envenenamiento casual con harina mezclada con pesticida para bañar ovejas. Pero sobre todas las versions subsiste la creencia de que los obreros oriundos de Chiloé fueron deliberadamente envenenados por empresarios que no quisieron pagar sus salarios antes de devolverlos a sus tierras. Leyendo más detenidamente sobre esa etapa de explotación maderera y ganadera, semejante a la sufrida por los trabajadores de las salitreras del norte, no sería extraño que la última versión se acerque más a la verdad.
Otra prueba es la Guerra de Chile Chico. Diversas familias chilenas que habían buscado un terreno permanente donde vivir en Argentina tuvieron que traspasar la cordillera a partir de 1905 para encontrar mejores pastos para sus ganados al sur del Lago General Carrera. Llevaban años instalados allí cuando a comienzos de 1918 llega un sueco con fuerza policial y peones a exigirles el abandono de las tierras donde se habían establecido. Carlos von Flack, relacionado con el estanciero Mauricio Braun, de Magallanes, se había ganado la concesión de esos terrenos. El aviso de la concesión se publicó solo en Santiago y Puerto Montt, por lo cual los colonos nunca se enteraron del hecho. José Antolín Silva, fundador de Balmaceda, organizó a los pobladores y en pleno invierno en el lapso de una semana sorprenden a las patrullas, dan muerte a 3 carabineros, dejan a otro herido y toman prisioneros a 18 más. Representantes de los colonos viajan a Buenos Aires y a Santiago para relatar lo que había ocurrido, ya que von Flack y otros estancieros argentinos empiezan a difundir que habían bandas armadas en la frontera, lo que podía producir un conflicto internacional. Afortunadamente fueron escuchados por el Presidente Hipólito Yrigoyen de Argentina y el Ministro del Interior, Arturo Alssandri, dándoles la razón.
Más recientemente las batallas han sido principalmente de índole ambiental. En Octubre de 1990 luego de una intensa campaña en contra de la instalación de un basurero nuclear en Gastre, Argentina, cerca de la frontera chilena, se declara a Coyhaique, la ciudad más afectada por este proyecto, “comuna desnuclearizada, libre de residuos peligrosos y reserva de vida”. El compromiso lo firma el alcalde, ante la presencia del Ministro del Interior y del Intendente de la región. Al poco tiempo Argentina abandona el proyecto.
Sin embargo, para los ayseninos hay otra sorpresa. Once meses después el Ministro de Minería, junto a las empresas Proyecto Aysén y Noranda de Canadá, anuncia la construcción de una planta reducidora de aluminio por 1.500 millones de dólares en las afueras de Puerto Aysén. El proyecto Alumysa implica levantar una central hidroeléctrica aprovechando las aguas del lago Yulton, uno de los más hermosos de la región, importando bauxita, coke, compuestos de fluor para producir 230 mil toneladas anuales de aluminio que se venderán a Estados Unidos, Europa y Japón. ¿El aporte para la region? Empleo durante la construcción de la planta, fluoruros que afectan a vegetales y animales, salmones incluidos, y alquitrán que perjudica a los trabajadores. Como indica una declaración de Codeff Aysén “Alumysa no responde a algún objetivo altruista para la region; según los empresarios, estan aquí porque cuentan con un insumo de energía a bajo costo…Aysén ya tiene experiencia con inversiones foráneas. ¿Qué tanto progreso han dejado? ¿Dónde están los millones de dólares ganados a costa de los recursos y de los trabajadores?” Hoy uno se pregunta ¿cuántas veces más los ayseninos tendrán que hacerse estas preguntas? Felizmente, como en Chile Chico en esta batalla al final perdieron los poderosos .
Y llega 2011 con la aprobación de la primera parte del proyecto Hidroaysén. Se repite, nuevamente, la tónica de más de un siglo de historia de Aysén: explotación de recursos y personas, despojo de sus riquezas, millones de dólares que se van fuera de la región. Y todo esto sin consultar a sus habitantes ni respetar su parecer. Cuando viajamos a Puerto Río Tranquilo (capital regional del turismo) para conocer las famosas cuevas de mármol del Lago General Carrera lo primero que nos recibió fue un gigantesco cartel de Patagonia Sin Represas. Y durante el largo viaje desde Coyhaique al lago nuestro guía, contratado al azar del listado de SERNATUR, nos hizo escuchar todas las canciones creadas en contra de Hidroaysén, incluida la de Los Vasquez, el orgullo musical de la región. A este capítulo hay que agregarle un detalle: en la evaluacion de impacto ambiental quedaron cabos sueltos, la aprobación fue apresurada y la seguridad de las 5 represas no quedó garantizada. Conviene saber que Colbún, una de las empresas participantes en Hidroaysén, que estaba construyendo la central hidroeléctrica San Pedro en la Región de Los Ríos, justo en el lugar donde se produjo el Riñihuazo 51 años atrás, suspendió las obras en Noviembre de 2010. El proyecto, aprobado por los Seremis de siempre y la Corema, dejó igualmente algunos “pequeños” cabos sueltos. No hubo estudios sobre la roca donde se afirmaría la represa. Después de meses perforando no se halló terreno estable. Del tema muy poco se habla hoy en Valdiivia.
“Estamos pal gato los 280…”
Hablando de despojos, en uno de nuestros viajes el dueño del hostal donde alojamos, que también fue un guía excepcional para adentrarnos en los problemas de la región, nos contó de un gringo que llegaba regularmente a uno de los glaciares cercanos al mar para extraer, como si se tratara de una mina, toneladas de hielo para la exportación. Unas semanas atrás un parte policial de la zona indicó que se había decomisado un camión con 5 toneladas de hielo. Ignoro si pertenecían al emprendedor antes mencionado, ya que el gringo aludido utilizaba un barco para esos menesteres.
Y en los días en que se llevaba a cabo el rescate de los 33 mineros del norte, en la Mina El Toqui, cerca de Mañihuales al norte de Coyhaique, los trabajadores estaban en huelga, en vista de lo cual enviaron un mensaje a las autoridades: “Estamos pal gato aquí los 280..” La Intendenta Pilar Cuevas había viajado al norte para llevar regalos a los mineros de San José, algo muy loable, sólo que nunca fué a El Toqui a visitar a sus mineros. Esta mina de zinc, oro y plata, por largos años explotada, tuvo grandes ganancias en el 2010, sus propietarios repartieron esos excedentes a sus accionistas, ampliaron las instalaciones, pero los fondos, eso sí, nunca alcanzaron para los trabajadores.
Para terminar, hay dos puntos que me llaman la atención no han sido mencionados en las protestas actuales de los ayseninos. Nuestro anfitrión más de una vez nos mencionó el alto costo de la electricidad, no los comparó con el resto del país, pero sí tenía claro que Hidroaysén, de hacerse realidad, no les solucionaría el problema. La energía del cielo cableado que cruzará su territorio no estará disponible para sus habitantes, como lo han dejado en claro los ejecutivos. Y nótese que la reducción del 7% en las cuentas de la luz, anunciada recién por el Ministro de Energía, sólo alcanza hasta Chiloé.
El otro punto es el agua. Recorriendo las orillas del río Simpson, que antes de llegar al mar se convierte en el río Aysén, me sorprendió la falta de sembradíos y de invernaderos, pese a la espesa vegetación de ese valle. “Los agricultores no pueden sacar una gota de agua de los ríos que pasan frente a sus tierras porque Endesa se los prohibe” fué la explicación. En tiempos de la dictadura Endesa se hizo de todos los cursos de agua de la región, no sé si eso incluye también a los lagos y glaciares. Sin duda el agua de las represas en los ríos Baker y Pascua le saldrá gratis, algo que no ocurre para los habitantes de Aysén, una de las regiones con la mayor reserva de agua del país. En Mayo del 2011 una investigación publicada en El Mercurio determinó que Aysén tenía el agua más cara de Chile. Aunque resulte increíble, por 20 mts. cúbicos se paga allí $32.727 mensuales, le sigue Antofagasta con $30.616, lo que es explicable, y muy abajo en el listado está el Gran Santiago con $13.009; Maipú paga menos todavía, menos de un tercio de lo que se cancela en Aysén. O sea, no es fácil cultivar verduras y frutas en el reino de Endesa.
La mayoría de los habitantes de la región, en el hecho el 58%, votó por Piñera en las últimas elecciones, no hubo ni una comuna en la que ganara Frei; creyeron en el cambio prometido. Meses antes de las actuales protestas más de un aysenino ya estaba arrepentido. Habrá que ver si el Presidente ahora alivia las tensiones en beneficio de su gente o si lo hace en beneficio de Endesa, Colbún y “otros chicos del montón” para que sus negocios pasen colados. Entre tanto, el ministro de Economía podría activar sus hábitos de lectura y empezar por alguno de los 164 textos mencionados en un libro sobre la Patagonia Austral que compré en una feria de antiguedades sureña. Se daría cuenta que en Aysén, para defender sus derechos, hace tiempo que no necesitan coordinación desde la capital.
CECILIA BENIMELIS DELPIANO
PERIODISTA