Anteriormente propuse la idea de la representación política como una especie de fideicomiso ciego mediante los ciudadanos entregan todo el poder a sus representantes, durante un período limitado. Los casos de default de Grecia y, posiblemente de Italia, dos países bajo el sistema parlamentario donde los partidos políticos son los actores fundamentales del sistema, vienen a poner en cuestión, no sólo el poder de su parlamento respectivo, sino también, en forma más radical, su soberanía política, razón por la cual, con claridad meridiana, el Fondo Monetario Internacional se convertiría en un super poder controlador de gobiernos dependientes – por qué no decirlo, en fideicomiso -.
A partir del fin de la Segunda Guerra Mundial Italia fue el modelo del parlamentarismo en la Europa continental: poseía tres partidos – fuertemente ideológicos, capaces de producir un pensamiento político de alta calidad – los democratacristianos, de Don Struzzo, Alcide De Gasperi, Aldo Moro y Gulio Andreoti, entre otros; el Partido Comunista, inspirado en Gramsci y Togliatti, el más numeroso, abierto y democrática de Europa Occidental; el Partido Socialista, de Betino Craxi, uno de los fuertes y clásicos en la socialdemocracia europea. El sistema política italiano funcionó en base a la hegemonía de la Democracia Cristiana y a la búsqueda de un pacto histórico con el Partido Comunista.
La Democracia Cristiana italiana se caracterizaba por la convivencia de distintas fracciones en su interior: desde los cristianos de izquierda hasta los integristas católicos. Si bien el parlamentarismo italiano ha vivido permanentes crisis, subsistía gracias a la columna vertebral de poderosos partidos políticos.
El sistema político italiano se derrumbó completamente a partir de la lucha anti corrupción, llevada por los magistrados. Hoy no existen ni la Democracia Cristiana, ni los comunistas, ni los socialistas, pues todos ellos, en extremo fraccionados, han pasado a conformar el Partido Democrático que ha demostrado incapacidad después de la caída del gobierno de Prodi, que ha demostrado incapacidad para proponer una alternativa de poder al derechista Silvio Berlusconi.
A la democracia parlamentaria, tanto en Grecia como en Italia, sólo le resta mantener los ritos, como el voto de confianza, dirigido a Primeros Ministros tecnocráticos, destinado a Lucas Papademus, ex vicepresidente del Banco Central Europeo, y a Mario Monti, ex Comisario europeo.
En resumen, jamás en la historia se ha visto con tal radicalidad el predominio total de la infraestructura económica sobre la superestructura política; de la tecnocracia sobre la deliberación política, del Fondo Monetario Internacional y los grandes poderes bancarios por sobre la soberanía nacional.
Para Toynbee, en la Grecia antigua se plantearon los grandes temas y problemas de la humanidad, convirtiéndose en el modelo histórico, filosófico y cultural. Actualmente la Grecia actual está destruida y, ni siquiera, tiene un defensor como Lord Bayron; sólo falta el remate de sus islas y monumentos históricos- tal cual la Bubulina, de Sorba el griego. Platón y Sócrates criticaron la democracia ateniense por estar en poder de los comerciantes y no, como debería ser, en manos de los filósofos, que hoy verían con horror en el marasmo en el cual se haya sumido Atenas
Rafael Luis Gumucio Rivas