Noviembre 12, 2024

¿Qué le ocurre al país cuando hay un mal Presidente y un Congreso espurio?

piera_gabinete

piera_gabineteEl excesivo poder del presidente de la república, equivalente a un monarca, a un emperador o un césar, se puede reducir a cero cuando el Jefe del Estado no cuenta, al menos, con un tercio en el parlamento, ni con la anuencia de una combinación de partidos políticos que le permitan gobernar.

 

En cierto grado, todos los presidentes de Chile han sido prisioneros de los partidos políticos que los apoyan – Aguirre Cerda, Ríos y González Videla, de los radicales; Ibáñez, de los agrariolaboristas; Alessandri, de liberales, conservadores y radicales; Frei, Democratacristiano; Allende, de socialistas y comunistas –.  Hoy, el Presidente Piñera está preso en manos de la UDI. En ese sentido, el poder del Presidente es todo y nada.


La separación rígida de poderes, supone que tanto la legitimidad del Presidente de la República,  como el Congreso, emanan de la soberanía popular, y ninguno de ellos puede disolver al otro. Por consiguiente, su mandato, en ambos casos es de cuatro años. Ahora bien, ¿qué le ocurre al país cuando hay un mal Presidente y un Congreso espurio?


En un sistema parlamentario o semipresidencial la solución es simple: basta el voto de censura para derrocar al  Primer Ministro, y la disolución  del Parlamento para llamar a nuevas elecciones. En el sistema parlamentario chileno (1891-1925), Germán Riesco, por ejemplo, fue un pésimo presidente, pero importaba poco, pues el primer mandatario era “una piedra en el camino”, es decir, sin poder alguno. En el presidencialismo, por vía de ejemplo, Carlos Ibáñez (1952-1958), y Sebastián Piñera, tanto el primero como el segundo, han hecho un mal gobierno. Nada se puede hacer para evitar, en el caso del actual mandatario, para evitar que siga acumulando errores que lleven al inmovilismo sumado a ineficacia gubernativa.


Sebastián Piñera es un democratacristiano de derecha; si fuera por él, aprobaría el acuerdo entre la Democracia Cristiana y Renovación Nacional, que es perfectamente congruente con su biografía política. Obligado por la UDI se ve conminado a sostener, en una  entrevista de El Mercurio el domingo 29 de enero, ideas justamente contrarias a las que han caracterizado toda su historia política. – Pareciera que Juan Antonio Coloma estuviera hablando por el Presidente, una especie  de Melón y Melame.


Sabemos que en el presidencialismo es muy difícil cambiar las combinaciones políticas de apoyo, por consiguiente, Sebastián Piñera no podría abandonar a la UDI, que se jacta de ser la primera mayoría nacional, para conformar una nueva combinación DC-RN, con capacidad de cambiar la trilogía de los  sistemas político, electoral y de partidos. En el parlamentarismo se pueden formar combinaciones en base a varios temas que, en el caso chileno, la podría lograr la reforma del sistema político, una especie de “matrimonio de prueba” con plazo limitado. En el caso del presidencialismo binominal las combinaciones deber durar todo el período,  “sin divorcio con disolución de vínculo, aun cuando exista incompatibilidad de caracteres y violencia intrafamiliar”.


Lamentablemente, se confirman mis sospechas  con respecto a la incapacidad de la casta política duopólica, en el sentido de llevar a cabo las reformas necesarias para dignificar la democracia. Nuevamente, entre el cambio y el inmovilismo, han elegido el camino conservador, con “calculadora en mano”,  dejando las cosas como están.


Rafael Luis Gumucio  Rivas

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