
México DF.- En entrevista telefónica desde Valparaíso, Nelson Cabrera habla de las actividades de Cine Forum: “La primera semana de enero presentamos Cine Otro; en octubre abrimos el Festival de Cine Indígena, y en mayo iniciamos una muestra con todo el material que recibimos sobre Valparaíso. Nos interesa enlazar a todos sin excepción, ya que la masificación tecnológica posibilita que todos registremos el entorno y nos motiva generar esta integración, convidamos a los estudiantes para que hagan sus tesis audiovisualmente y que su trabajo de investigación pueda recorrer más allá de las paredes de la academia, hay un nuevo cine que subyace y lo tenemos que mostrar”.
Director de los documentales: Ahuyentando el temporal (1994), El circo mágico de Valparaíso (2000) y La singular historia aérea y cósmica de Bruno Bernal (2004); Nelson Cabrera opina: “Piensan que nos engañan al decir que Valparaíso es Patrimonio Cultural de la Humanidad, en circunstancias que no lo es, sólo son tres barrios, la burguesía compró todos los balcones de esos tres barrios, ahí instalaron restaurantes, bares, hoteles, cafés para los gringos y europeos; prácticamente dejaron de pertenecer a Valparaíso esos cerros, es una burla. Nosotros reivindicamos el Valparaíso de la calle, el que está sobreviviendo, vendiendo o robando porque no tiene posibilidades laborales, ni tampoco el modelo neoliberal considera crear empleos, siguen ahí los condenados de la tierra y el mar”.
MC.- ¿Cuál es la temática de sus documentales?
NC.- Vivo inspirado en el Valparaíso marginal, el puerto y los cerros de los pobres. Mis tres documentales son: Ahuyentando el temporal (1994), sobre los pescadores y el rito de San Pedro; El circo mágico de Valparaíso (2000), sobre la irrupción de los travestis en los circos de la periferia, porque durante la dictadura se acabó la vida nocturna –por el toque de queda- y el trabajo sexual para los travestis, así que optaron por cambiar a la tradición del circo; y La singular historia aérea y cósmica de Bruno Bernal (2004), sobre los ancianos, a través del poema de Pablo de Rokha: Oceanía de Valparaíso.
MC.- ¿Qué festivales de cine coordina en Valparaíso?
NC.- Dos: el Festival Político, Social y de los Derechos Humanos –Cine Otro-, recogiendo el tema de los invisibles; y abrimos un Ciclo de Cine Indígena, porque a través del registro fílmico se puede sensibilizar, queremos que el Convenio 169 de la OIT sea vinculante a la Constitución de la República de Chile, así como fue incorporada la Declaración de los Derechos del Hombre.
MC.- ¿En qué se enfocan los documentales que han proyectado sobre la historia del pueblo mapuche?
NC.- Es muy curioso, pero no hay mucho material sobre el pueblo mapuche. Las exigencias que hacen las comunidades mapuches al Estado de Chile, la espiritualidad, la medicina mapuche, y la memoria histórica son temas desconocidos y poco abordados, hay mucho por filmar, a veces los documentalistas se limitan al registro de la protesta y los presos políticos mapuches, pero creo que si abrimos el abanico hacia toda la cultura mapuche el impacto sería mayor para sensibilizar al winka.
MC.- ¿Y en el ámbito internacional?, ¿recuerda los nombres de cineastas de otras latitudes que participaron en los festivales de cine de Valparaíso?
NC.- Hemos contado con una gran aceptación en España, allá hay un cine independiente, progresista, contestatario al modelo global actual, desde España nos llega mucho material, recuerdo a José Luis Penade. De la Argentina llegó “Mundo Alas” de León Gieco. De Suecia recibimos un documental sobre la voracidad del sistema neoliberal, y refleja lo que están dispuestos para industrializar el país, al costo que sea: si hay que asesinar, bombardear o desplazar a los pueblos campesinos y arrieros, en los países nórdicos están desalojando a los pastores porque las trasnacionales encontraron gas en los campos. Nos llegan películas de todo el mundo.
MC.- ¿Cómo difunden ambos festivales de cine en el extranjero?
NC.- Mediante la página española Rebelión.org convocamos al mundo de los cineastas, y hemos tenido una repuesta potente, ganándonos la credibilidad del gremio de los documentalistas y cineastas.
MC.- En Latinoamérica existen festivales homónimos y a veces no se conocen entre ustedes, ¿cómo entrelazar los festivales de cine indígena?
NC.- Es cierto, hay una incomunicación increíble en Latinoamérica; nosotros tenemos una gran proximidad con Argentina, recomiendo el Festival de Antropología Social –en Buenos Aires- que depende del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, es un festival que lleva más de 20 años, ellos recogen el trabajo de los antropólogos y nos invitan a colaborar en la exhibición de los documentales. En cambio, con Paraguay nos comunicamos vía correo electrónico pero nunca enviaron sus películas, tampoco Perú; es decir, falta una buena conexión y algunas veces los organizadores del Festival de Cine Indígena son muy puristas y no nos consideran –a pesar de que mis orígenes son quechuas- si somos mestizos.
MC.- ¿Por la antigüedad del “Festival Cine Otro” tienen más vínculos en Latinoamérica?
NC.- En una ocasión asistimos al Encuentro de Festivales de Cine, en Buenos Aires, la idea era fundar una red. Lamentablemente uno se va encontrando con puntos de vista mercantiles y políticos que no compartimos, por ejemplo, con el estudio y productora Séptimo Ojo de Sucre; nosotros somos una organización social y el cine es un instrumento para irrumpir políticamente en el quehacer de la ciudad, y ellos están ligados a una institucionalidad y fueron patrocinados desde Holanda, nosotros nos resistimos a recibir plata de las trasnacionales, a pesar de que no tengamos recursos para los afiches, los catálogos, ni para el glamour de las invitaciones para grandes cineastas. Nos la jugamos para que en Valparaíso nos reconozcan.
MC.- ¿Cómo pueden enviar los documentalistas de Latinoamérica sus propuestas, solicitudes de intercambio o invitaciones de exhibición?
NC.- Tenemos la página Cineforum.cl siempre avisamos de nuestras 3 actividades al año: la primera semana de enero presentamos Cine Otro; en octubre abrimos el Festival de Cine Indígena, y en mayo iniciamos una muestra con todo el material que recibimos sobre Valparaíso, mayo es el mes del mar y decidimos hacer esta muestra como homenaje a lo desaparecido en el mar. Nos interesa enlazar a todos sin excepción, ya que la masificación tecnológica posibilita que todos registremos el entorno y nos motiva generar esta integración, convidamos a los estudiantes para que hagan sus tesis audiovisualmente y que su trabajo de investigación pueda recorrer más allá de las paredes de la academia, hay un nuevo cine que subyace y lo tenemos que mostrar; en ese sentido se debería generar una coordinación en Latinoamérica.
MC.- Durante las protestas estudiantiles en Valparaíso no encontré equipos de documentalistas, ¿es la constante o el desgaste después de casi un año de manifestaciones?
NC.- En Valparaíso sí tenemos la constante del registro audiovisual, pero por iniciativa individual. La academia no está registrando el movimiento estudiantil, los académicos están permeados por el modelo político neoliberal, por eso fundamos nuestro colectivo y presentamos un compendio del material sobre Valparaíso, así le devolvemos sus imágenes al pueblo, en las muestras y festivales, en funciones populares, en los cerros, lejos del glamour turístico del puerto.
MC.- ¿Con cuántos espacios culturales y foros populares cuenta Valparaíso?
NC.- Valparaíso es una ciudad donde todo está permitido, yo destaco la actividad de los “1,000 tambores” –entre el 5 y el 8 de octubre- en memoria de Ernesto Che Guevara y Miguel Enríquez, lo organiza el Centro Cultural Playa Ancha y movilizan a muchas personas, ellos no cuentan con recursos del Estado, son jóvenes que vienen de todo el país con sus comparsas, y sus consignas del año pasado fueron por la educación gratuita. Está la Universidad Popular con su programación académica formativa; Valparaíso es una ciudad que irradia una vida espiritual increíble, esencialmente son los jóvenes los que aportan a este ritmo que ha surgido. El Valparaíso olvidado es el de los cerros, donde aparecen los narcotraficantes, son los sectores marginales, donde no existe la más mínima preocupación social, es una tarea pendiente, el cine a través de la etnografía podría ser un instrumento de respuesta para los sectores juveniles, tenemos que ¡pensar la ciudad!
MC.- ¿Qué me dice del Parque Cultural Ex Cárcel de Valparaíso?
NC.- El proyecto de la Ex Cárcel correspondería al avecinarse una gran cantidad de jóvenes, a partir de la reconvención de Valparaíso en una Ciudad Universitaria –aquí se instalaron una gran cantidad de universidades particulares y se ampliaron algunas universidades públicas-, generando un flujo de jóvenes, y son ellos los que recuperan la cárcel abandonada para mostrar su trabajo artístico. Yo creo que el pueblo no va a las cárceles donde estuvo preso o fue reprimido, es una cárcel del fuero común, de los olvidados de Valparaíso. Entiendo que se necesitan parques culturales, pero deben ser espacios públicos, no privados, ni administrados por corporaciones mixtas con participación del Estado, porque sus intelectuales orgánicos propondrán espectáculos para los ricos, pienso que el gobierno espera el momento adecuado para despedir de la Corporación Mixta del Parque Cultural Ex Cárcel de Valparaíso a los ciudadanos y artistas independientes y así el Estado se apropiará en su totalidad de ese espacio recuperado por la ciudadanía; yo prefiero trabajar en libertad, sin concederle nada a la derecha, por eso fundé Valparaíso mi amor.
MC.- ¿Por qué bautizó su foro cultural al igual que la película Valparaíso mi amor?
NC.- Me impactó mucho la película Valparaíso mi amor (1969) que filmó Aldo Francia, en respuesta al trabajo de Joris Ivens: A Valparaíso (1962). Aldo Francia hizo el documental sobre los pobres de Valparaíso, enmarcado en el neorrealismo italiano, porque sus actores son los pobladores de la ciudad, trata de la estética de la pobreza porteña, del sujeto social marginal. Comparto esos conceptos en el cine y en los espacios culturales.
MC.- ¿La declaración de Valparaíso “Patrimonio Cultural de la Humanidad” evidenció las diferencias entre lo turístico y lo marginal?
NC.- Piensan que nos engañan al decir que Valparaíso es Patrimonio Cultural de la Humanidad, en circunstancias que no lo es, sólo son tres barrios, la burguesía compró todos los balcones de esos tres barrios decretados “Patrimonio de la Humanidad” por la UNESCO, ahí instalaron restaurantes, bares, hoteles, cafés para los gringos y europeos; prácticamente dejaron de pertenecer a Valparaíso esos cerros, es una burla, porque los empresarios y burócratas culturales hablan de Valparaíso como “Patrimonio de la Humanidad”. Nosotros reivindicamos el Valparaíso de la calle, el que está sobreviviendo, vendiendo o robando porque no tiene posibilidades laborales, ni tampoco el modelo neoliberal considera crear empleos, siguen ahí los condenados de la tierra y el mar.
MC.- Finalmente, ¿qué papel juega “La Sebastiana” en el tejido cultural del puerto?
NC.- Ninguno, la casa museo de Neruda está aislada de la comunidad, la diseñaron para los turistas; a nosotros nos dejaron de invitar cuando organizamos un Festival de Poesía Social en La Sebastiana, son unos mercaderes; recuerdo que una vez proyecté en La Sebastiana un reportaje sobre el funeral de Pablo Neruda –17 minutos filmados a color y con el audio original-, me pidieron que donara la histórica cinta –filmada en 8 milímetros- para el acervo de la Fundación Neruda, son unos descarados.