
Al revisar los últimos guarismos y sus respectivos análisis de la encuesta CEP respecto de la evaluación del Gobierno derechista de Piñera, no puedo dejar de recordar una hermosa canción de Silvio Rodríguez, “El Papalote” En ella, Silvio canta con su privilegiada voz “cae, cae, cae…” Es como la cuenta regresiva que esperan los millones de chilenos para celebrar el nuevo año que se inicia. El Gobierno derechista de Piñera en la adhesión ciudadana “cae…cae…cae…”
El gobierno de los empresarios y sus adláteres se supera a si mismo y vuelve a caer en las encuestas. ¡23% de aprobación! es una cifra muy mala para quienes ofrecieron el cambio, la excelencia, concursos públicos cuyo requisito esencial sería la meritocracia. Aquellos que criticaron a la Concertación de Partidos Políticos (Q.E.P.D.) han reproducido con creces y de la peor manera lo que reprocharon. Nepotismo, “silla musical”, doble estándar, conflictos de intereses, improvisación. Chambonadas por doquier. Es lo que la ciudadanía reprocha disciplinadamente cada vez que es consultada. En menos de dos años el pueblo chileno ha conocido de persecución política, despidos arbitrarios, conflictos de intereses y una represión inaudita. Nos dijeron que respetarían los derechos y dignidad de los trabajadores y nos entregaron abuso, prepotencia, mediocridad. Un porcentaje importante del pueblo chileno se confundió con los cantos de sirena que los empresarios sabrían gobernar, ya que sus cuentas azules y ganancias siderales fueron su carta de presentación. “Son ricos, no necesitan robar” fue el mensaje brutal y ramplón, que los publicistas del modelo entregaron a sectores con retrasada conciencia política poseídos por la ira en aumento contra una clase política transversal que agobia a nuestra democracia imperfecta.
Sin embargo el desprestigiado “chilean wey” que la derecha levantó como un blasón – “La Nueva Forma de Gobernar”- en cosa de meses quedó como un trasto viejo. La seguidilla de nombramientos y renuncias de autoridades por conflictos de intereses demostró la falta de prolijidad en el ejercicio de la “cosa pública” No ha existido nada más patético que aquella sarta de “niñitos y niñitas bien” enfundados en parkas rojas jugando a ser funcionarios públicos. Dejaron sus cargos en directorios, empresas del retail, grandes consorcios y en dos años se curaron con la chichita estatal. Confundieron chana con Juana e hinchazón con gordura. Era fácil dirigir las empresas mientras la concertación les hacía el trabajo sucio. Los Escalona, los Andrade, los Lagos, los Latorre, los Pérez Yoma, los Foxley tenían adormecido, desmovilizado, asustado al pueblo chileno. La gente creía que era normal que los recursos naturales como el agua no fuesen de propiedad del pueblo. Fácil es ganar sumas siderales con un sistema basado en la inequidad y con un andamiaje jurídico que permite que las minorías se enquisten en uno de los poderes del Estado. Total, si falta un voto aparece el yanacona y traidor de turno que les presta ropa.
En esta hora de balances no quiero ser tan drástico y debo agradecer al Presidente, a la derecha chilena. ¿Agradecer? Sí, agradecer al Presidente y a la derecha chilena. Gracias a ambos. Al primero por mostrar las peores cualidades para gobernar. La soberbia que le hizo decir “en 20 días hemos hecho más que en 20 años” Hoy la gente sabe que tipo de políticos no son confiables para gobernar. Gracias a la derecha porque con su acostumbrada e histórica represión educó al pueblo chileno. En dos años hicieron lo que la Concertación no pudo -o no quiso- hacer en veinte. Sacar la gente a las calles. Romper con la movilización ciudadana el sistema binominal. Y esta derecha, la vieja y reaccionaria, ultramontana derecha chilena, tuvo aliados poderosos y magníficos para entregar la mejor clase de historia y ciencias políticas a un pueblo narcotizado por los ofertones, las luces de las multitiendas y el crédito que esclaviza. Ha tenido de su lado el viejo aparato represivo. El mismo que usó en dictadura con abyectos personajes como Mamo Contreras, el Guatón Romo, el encapuchado del Estadio Nacional, los civiles de Patria y Libertad. Ellos hicieron el trabajo sucio mientras los empresarios como Piñera, Claro y CIA se dedicaban a enriquecerse a costa de la hacienda pública. La derecha y su inveterada vocación entreguista, al apoderarse de recursos naturales, al entregar el cobre a manos extranjeras pulsó, en la hora precisa, esa fibra y orgullo nacional que despertó la conciencia digna de millones de hombres y mujeres que se volcaron a las calles para defender el agua, los ríos, los bosques y sobre todo exigir educación de calidad, pública y gratuita. Lo lamentable, además de haberle mentido al pueblo, es que los esfuerzos de aires nuevos en instituciones como carabineros de Chile, de posicionar a sectores de derecha que están por una nueva constitución política y por la defensa de la naturaleza, quedan arrinconados por la vieja derecha chilena que comienza su viaje al museo de la historia.
Por Rodrigo De Los Reyes Recabarren