¡El dilema del ciudadano responsable que desea informarse acerca del conflicto educacional, y de las posiciones acerca de los estudiantes, de las Universidades públicas y privadas y del gobierno, es el tremendo déficit informativo que existe acerca de sus causas, de sus proyecciones económicas y sociales y de sus probables soluciones.
Por ejemplo, al parecer está claro que el conflicto a nivel universitario se debe en parte importante a la carga económica que los estudiantes y sus familias deben tolerar para recibir una educación de calidad mediocre. Educación que además será insuficiente para asegurarles un empleo con niveles de remuneración que les permita amortizar de manera holgada y segura los préstamos educacionales respaldados por el gobierno, préstamos que terminan favoreciendo más a los bancos y a los empresarios de la educación, que a los estudiantes, a sus familias y al país.
Sin embargo, la mayor parte de la prensa circunscribe el conflicto a tópicos tales como las declaraciones y los viajes de los estudiantes, los pronunciamientos de los funcionarios de gobierno y de los políticos y de los resultados de las encuestas, sin hacer un análisis de las verdaderas causas económicas y políticas que se encuentran en las raíces del problema. Este abordaje del problema por la prensa, lo superficializa, lo personaliza, y aun más, es frecuente encontrar comentarios de algunos intelectuales de cierta aparente notoriedad y adversos a la posición de los estudiantes, en los cuales los motivos de estos últimos son ridiculizados o psicoanalizados de una manera pueril. Sin lugar a dudas, el objetivo conciente e inconciente de estos primitivos pseudo análisis periodísticos del problema educacional, es substraerlo de la realidad económica y de la política que lo generan y crear simultáneamente una cortina de pronunciamientos que oculten estas raíces, y las posibilidades de modificarlas.
Esta nebulosa situación periodística contrasta dramáticamente con las declaraciones de Don Víctor Pérez, Rector de la Universidad de Chile, el pasado 19 de octubre, las cuales son como un viento fresco y vigoroso que disipa sanamente las ofuscaciones, silencios y disimulos absurdos de las autoridades del gobierno, amplificadas por la prensa afín a él, respecto de las verdaderas raíces del problema educacional. En esta intervención, clara y directa, apoyada como debe ser por indesmentibles estadísticas el Sr. Rector establece que la Universidad de Chile, y la educación pública en general, continúan siendo asfixiadas económicamente por el presupuesto del año 2012. Esto, a pesar de las demandas estudiantiles, de los académicos y de la mayoría de la población y del rol indiscutible de estas universidades como líderes de la educación, de la ciencia y de la cultura en el país y en Latino América.
La ilustrada intervención del Sr. Rector contrasta con la respuesta a ella de descalificación personal y ex cátedra del Sr. Ministro de educación. Este intercambio ilustra la brecha que separa al pensamiento moderno y racional, honestamente preocupado del futuro del país, del pensamiento conservador y autoritario, enemigo de la democracia y del dialogo, ejemplarizado meridianamente por la petulancia sin fundamento del Sr. ministro. Frente a las firmes y esclarecedoras declaraciones del Sr. Rector, los escuetos y baladíes comentarios respecto del problema educacional del Sr. ministro y de otras autoridades de gobierno incluyendo el Sr. Presidente, se demuestran como intentos deslucidos y livianos en la defensa de las prebendas ilegítimamente adquiridas durante la dictadura por la evidentemente minoritaria base política que ellos representan y que incluye de manera incuestionable a los empresarios de la educación.
El matiz moderno de las declaraciones del Sr. Rector, está dado por la lógica de sus argumentos, pero además descansa en el uso que el hace de los números y de la cuantificación para demostrar la falacia de las declaraciones gubernamentales respecto de su voluntad en atender el clamor de la mayoría del país respecto de la crisis educacional chilena. En una obra de I. B. Cohen titulada “El triunfo de los números” (W.W. Norton, 2006), este historiador de la ciencia y fundador del departamento de historia de la ciencia de la Universidad de Harvard (Alma Mater del Sr. ministro y del Sr. Presidente), se establece claramente que es imposible lidiar productivamente con los problemas del mundo moderno sin el uso de la objetivación de la realidad mediada por los números y la cuantificación. A la luz de esto es indudable que en el intercambio entre el Sr. Rector y el ministro, una vez más la cuantificación y el uso de los números le ha dado el triunfo al primero, por su exacta habilidad para aprehender la realidad y retratar verdaderamente el contexto económico que subyace al problema educacional chileno.
La desaparición del uso de los números para medir la realidad en el proceso político chileno es sin dudas en parte responsable de su envilecimiento y de su crisis de representatividad, y esto comenzó en los años obscuros de la dictadura. Pero, en honor a la verdad esto no ha sido solamente una característica de este gobierno, ya que a pesar de haber tenido presidentes que dado su profesión debieran haber sido expertos en el uso de guarismos i. e.: ingeniero, economista y médico, ellos continuaron gobernando basados en soporíferas consignas y falsos y risueños lemas, más que en una verificación correcta de las necesidades del país y de su población. La reticencia al uso de la estadísticas y de los números como instrumento político en estos gobiernos de expertos en dígitos puede haberse debido a que su uso habría demostrado que ellos al igual que el sátrapa, continuaron gobernando más para el 1% y en desmedro del 99%, como lo dice la globalizada frase y como lo confirmaría la crisis educacional en curso. Podríamos terminar diciéndole al Sr. ministro que como mantenía el físico Lord Kelvin “uno solo sabe de lo que habla cuando lo mide y lo expresa en números pero cuando la realidad permanece sin cuantificar, el conocimiento de ella es pobre e insatisfactorio”