
La mediocridad la defino como la ausencia de características personales que permiten distinguir a la persona, al Ser Humano y al individuo masa en la sociedad. Este último no es bueno ni malo, sino indolente. Se conforma resignadamente con un trabajo rutinario, conque no le falte el consumo, las drogas, la pornografía, el peloteo y la TV desquiciante, todo envuelto en un fardo de estereotipos, prejuicios, rastrerismos y domesticidades, total: es lo que hay, Dios lo quiere así. Siempre habrá, evidentemente, un contraste entre la persona con imaginación, dignidad y coraje civil y el servilismo resignado de los mediocres pragmáticos contemporizadores…
En resumen, la mediocridad es impotencia para la virtud y cobardía para el vicio. Mientras el hipócrita oportunista merodea en la penumbra, el inválido moral/ resignado, se refugia en la tiniebla de su enajenación.
Los medios mediáticos globalizados han hecho “su agosto” con el atentado terrorista en Oslo, Noruega. La reacción hormonal del individuo masa en general, y europeo en particular, es de consumo inmediato y en dos o tres semanas todo estará olvidado y a los muertos nadie los recordará. El opinólogo europeo ha sido interrumpido en sus vacaciones: sorprendido, señala con admiración la reacción ejemplar de la sociedad noruega, entre la tristeza y el dolor que la embarga, no pide para el terrorista nazi la pena de muerte, como está acostumbrado a escuchar. ¿Por qué será?
Mientras tanto, la sorda, ciega y muda opinión pública europea no reacciona ante el criminal fascista/nazi bombardeo de la OTAN a la población civil de Libia. Total, lo importante es apoderarse del petróleo de los libios, como lo hizo el imperialismo yankee con el petróleo de Irak. Ni hablar de las víctimas civiles palestinas del terrorismo nazi-sionista de Israel, ni las de Afganistán, etc., por parte de la nazi OTAN.
¿Quién pudiera sacudir de su indiferencia a tanta gente enajenada? Es indignante pensar que tenga que seguir adelante estas espantosas e inútiles matanzas que lleva a cabo el imperialismo yankee globalizado, económica y moralmente quebrado y sus testaferros los regímenes europeos.
Pero las gentes, mayoritariamente en los Estados Unidos y en Europa, viven al día, sin pensar y permiten tan tranquilas que continuen estas horrorosas matanzas.
Como colofón de mis reflexiones quisiera una vez más citar al maestro del idealismo, Renán: “El gran progreso de la reflexión moderna ha sido sustituir la categoría del devenir a la categoría del ser, la concepción de lo relativo a la concepción de lo absoluto, el movimiento a la inmobilidad…”
A mis estudiantes les reitero que en el tiempo orweliano que nos toca vivir es esencial conocer las fuerzas morales que obran en las sociedades contemporáneas: virtudes para la vida social, que no descansan bajo ninguna cúpula partidista ni religiosa; más que enseñarlas o difundirlas, conviene despertarlas en la juventud que virtualmente las posee.
Si la persuasión permite a los jóvenes entender que sin pasado no hay presente ni futuro, la mayéutica es propicia al florecimiento del porvenir. Su rebeldía creadora es contraria a la actitud reaccionaria, rutinaria, enajenada de la mayoría de sus mayores. Es savia renovadora de los pueblos. Ignora la esclavitud de la rutina y no tolera el fatalismo religioso, sus ojos miran hacia el amanecer. Es privilegio de sus manos esparcir semillas fecundas en surcos vírgenes, como si la historia comenzara en el preciso momento en que se forjan sus ideales.
Dichosos los pueblos de la Patria continente, América Latina, si los jóvenes descubren en sí mismos las fuerzas morales necesarias para la magna obra de desenvolver la justicia social en la nacionalidad continental latinoamericana que nos legara el libertador general Simón Bolívar Palacios y Blanco.
Prof. Moreno Peralta
Secretario Ejecutivo ADDHEE/ONG