Chile es el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que presenta el segundo menor gasto por habitante en salud en lo que se refiere a la atención médica, con lo que se ubica en el penúltimo lugar del grupo, informa lanación.cl. Mientras en nuestro país se destinan US$1.200 por persona, en los otros 33 países de la organización internacional se registra un promedio de US$1.500 de gasto per cápita.
El jefe de la División de Salud de la organización internacional, Mark Pearson, informó que el nivel nacional “está bajo la media de gasto con relación al Producto Interno Bruto (PIB). En promedio, las otras naciones de la OCDE invierten 9,5% del PIB en salud y Chile sólo el 8,4%.
“SALUD ES UN DER ECHO”
Esta situación había sido denunciada por el movimiento ciudadano “Salud es un derecho”. Matías Goyenechea, dirigente de la agrupación, denuncia que los bajos lugares obtenidos por Chile responden a la regresividad del financiamiento a la salud con que opera el sistema sanitario local: “Los mecanismos que lo componen (financiamiento) generan desigualdad y segmentación en la población a partir de sus ingresos”, afirma.
Como ejemplo menciona que la cotización obligatoria del 7% representa el 35% del total del gasto en salud. Las isapres concentran el 16,5% del total de la población. “Sin embargo, la parte de las cotizaciones que terminan allí ascienden a un 1,3% del PIB”, sostiene Goyenechea.
“La cotización de salud no se distribuye a un solo fondo que concentre los recursos. Estos son divididos entre Fonasa e Isapres, impidiendo generar una redistribución, donde los ricos financien a los pobres, y los sanos a los enfermos. Esta condición aumenta la desigualdad, y consagra una salud para los más pobres (Sistema Público) y otra salud para los más ricos (Clínicas Privadas)”, precisa.
APORTE FISCAL
A su juicio, otro factor que explica el penúltimo lugar del país es el aporte fiscal, en que el Estado contribuye con el 1,7% del PIB, para complementar los recursos financieros del sistema.
“Desde un punto de vista comparado, el aporte promedio del Estado en países de la OCDE es de 71,7% del total del gasto en salud, versus el 25% en Chile. El aporte fiscal en Chile es insuficiente y debe aumentar”, precisa Goyenechea.
FAMILIAS
El último factor que contribuye a un financiamiento regresivo son los gastos directos que realizan las familias en salud, que aportan un 40% de recursos al sector, mientras que en los países de la OCDE es de 19%.
“Las familias chilenas son los principales financiadores de la salud, con todas las consecuencias que esto acarrea. Para tomar el peso de esto, hay que tomar en cuenta que los cobros directos en salud constituyen barreras al acceso, afectando más a personas con menos recursos, porque el porcentaje de pago directo les afectará más a ellos que a personas con más recursos, ya que recordemos que los precios no están diferenciados según ingresos”, explica Goyenechea.
En conclusión el movimiento plantea como alternativa la creación de fondos únicos de financiamiento para mejorar la redistribución. “Otra posibilidad es eliminar las cotizaciones de salud, y generar el financiamiento del sistema, por la vía de los impuestos generales, aunque esta forma claramente requeriría una reforma tributaria”, señala Goyenechea.