El repentino ataque de demócratas que han sufrido los principales mandamases del gobierno, no auguraba nada bueno. Resultaba del todo sospechoso que desde las más altas esferas se haya escuchado decir que los estudiantes tienen razón y que son necesarios cambios de fondo, incluidas reformas constitucionales.
Que el propio presidente de la república crea que es necesario hacer cambios constitucionales, debe preocupar profundamente. Que sus principales ministros encuentren que el rol de las movilizaciones era necesario para remecer a un sistema político que ahora es necesario cambiar, nos avisa que nada bueno se puede esperar de aquí a poco.
Y, claro, las respuestas entregadas al movimiento de los estudiantes son un punteo de intenciones que juegan con las palabras, en que lo único que interesa es despejar el horizonte de más movilizaciones.
El documento Políticas y propuestas de acción para el desarrollo la educación chilena, no apunta en el sentido de las demandas del movimiento. Se queda donde mismo.
Da la impresión que lo que busca esa propuesta es mandar de vuelta a lo muchachos a las escuelas y luego, el derrotero eterno de las leyes, con plazos para enviar los proyectos al Congreso y de ahí, a esperar sentaditos una ley que nadie garantiza que traerán de vuelta.
Las supuestas soluciones a los problemas, habrán dado una vuelta en redondo y ahora quedarán en manos de los mismos que hicieron esos problemas.
Los estudiantes han sido llevados al escenario en el cual no tienen capacidad de maniobra. Las oficinas ministeriales están hechas por el acuerdo chanta, la negociación secreta, la imposición prepotente. Nada bueno puede salir de ahí.
Se estarán sobando las manos los parlamentarios. Después de haber sido acusados como de los principales responsables de la situación no sólo en educación, sino de la entronización de un sistema económico que ha hecho de este país el centro de la desigualdad, hoy se transforman en los salvadores de todo. Después de haber gobernado con la derecha durante veinte años y haberse enriquecido con negocios y prerrogativas propias del sistema político corrupto, los parlamentarios de
Estarán respirando tranquilos los socios del club del sistema. El miedo habrá retrocedido y ahora estarán calladitos a la espera de los proyectos de ley para referirse a ellos con la voz engolada y la expresión de tranquilidad en sus caras duras.
Pero, ¿por qué ahora deberían hacer leyes en un sentido distinto a lo que vienen haciendo después de veinte años de comodidad y de despreciar a los movimientos de la gente durante todo ese tiempo? ¿Qué hay de distinto ahora, cuando saben que para que el movimiento levante la cabeza nuevamente va a pasar un tiempo más que analgésico?
Las propuestas ministeriales sólo tienen por misión destrabar la situación y disminuir la presión que las movilizaciones le inocularon al sistema. Expertos en convertir las crisis en oportunidades, la derecha ofrece un poquito para salvar todo el resto. Dos o tres modificaciones superficiales tendrán la virtud de dejar todo tal cual y peor. Estas propuestas tendrán, además, la gracia de cauterizar nuevas exigencias hasta muy adentrado el siglo veintiuno. Para que el movimiento logre el mismo impulso, habiendo logrado estos supuestos avances, va a pasar un tiempo más que respetable.
La solución del sistema no es igual a
Puede el sistema adjudicarse otra victoria si logra paralizar las majestuosas movilizaciones que tienen a toda la casta política con mucho temor. Ahora todo volvería a la normalidad y las declamaciones con tintes autocríticos hechas por diputados y senadores de
Lo que viene a continuación son las elecciones municipales y para ese efecto ya hay acuerdo entre los mismos de siempre que estarán aguzando la inventiva para recoger lo que dejó el paso de los estudiantes y ponerlos en sus discursos y afiches.