Marzo 18, 2025

¡OK, Mister Píñera!

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piera6Ud., mister Piñera, tiene toda la razón. Eso lo venimos diciendo desde hace cuatro décadas todos quienes sabemos de economía y nos sentimos parte de la Escuela de Chicago.

 

 

 

 

O de la Escuela de Economía de Harvard donde usted, mister Piñera, se preparó en los años 70 con otros insignes como Yuri Dadusch, Larry Kotlikkof (éste se ha descarriado porque recién ha anunciado que la crisis del capitalismo no tiene vuelta) y Marcelo Selowsky, con quien usted escribió su tesis.

 

Usted y yo, mister Piñera sabemos que la educación es un negocio.

Usted dice bien que la educación es “un bien económico”, y los bienes económicos, como todos nosotros sabemos, se transan en el mercado.

Y un bien económico, todos los bienes económicos, usted lo recuerda sin decirlo, tienen precio.

Tienen, Por cierto, quien los vende y quien los compra.

Un bien económico, también la educación, tiene dueños y tiene consumidores.

Los dueños son las empresas que la ofrecen y los consumidores son  los estudiantes. Ellos verán si pagan el bien por sí mismos o ayudados por terceras personas, sus padres, sus apoderados, las deudas en los bancos. Que se endeuden hasta el final de sus días es problema de ellos. El mercado es libre, y libre de tormentos éticos.

 

Ud., mister Piñera, ha dicho que la educación es “un bien de consumo”, y tiene razón. Lo es en la medida en que es un bien que no busca producir otros bienes (“un fin en sí mismo”, como usted lo ha aclarado). Es un bien económico de consumo como la vivienda para vivir, el mobiliario, los automóviles, los televisores, los alimentos, o sea mercancías producidas para satisfacer directamente la necesidad, en el caso de la educación la necesidad de enseñanza.

Ahora, también la educación puede ser entendida como un bien de producción, un bien que sirve para producir otros bienes económicos. Los ingenieros se educan para hacer puentes, los arquitectos para hacer casas, los médicos para hacer salud, los estudiantes secundarios para obtener una buena prueba pre-universitaria.

Pero sea como sea entendida, como un bien de consumo o un  bien de producción, para el caso es lo mismo: se transa en el mercado, tiene un precio, tiene dueños (vendedores) y tiene consumidores.

 

Ud.,mister Piñera, no ha dicho que la educación sea un servicio, o sea esas mercancías intangibles  Ni menos ha dicho usted que se trate de un servicio público y esencial, de esos que de no prestarse pondrían en peligro la existencia misma del Estado, como por ejemplo la policía o las fuerzas armadas del Estado.

Si usted hubiera dicho que la educación es un servicio, habría tenido que agregar que “como servicio público debe funcionar de manera permanente, regular y continua, para que pueda satisfacer necesidades de las comunidades por sobre los intereses de quienes los prestan” y que, “como tal servicio, no puede perseguir fines de lucro”, según dice el abc. de la economía. Eso, si fuera un servicio.

Los economistas añaden que los servicios públicos deben ser prestados para cubrir “necesidades de interés general, y no particular, y por tanto la prestación de servicios públicos no debe perseguir fines de lucro”.

Ud., además, mister Piñera, desde su ahora alto cargo, ha venido a dar sustento ideológico mayor a lo que llamamos las privatizaciones, la del agua potable, la de la luz eléctrica, la de los caminos, la de la salud, etc., que se han producido en su país y que han considerado a todas esas riquezas como bienes económicos y no como servicios.

¿Cómo habrían quedado los privatizadores de la derecha y la Concertación si usted no hubiera sido tan claro?

El agua, como la educación, es un bien económico y no un servicio.

Meterse en la idea de los “servicios” nos llevaría al corto tramo a hablar de “derechos”, que serían las atribuciones que las personas tienen para exigir los servicios.

 

Hay que cuidarse de esos que ahora andan propagando que “El Estado moderno no es más que una comunidad o corporación de servicios públicos cuyos agentes son los gobernantes”. Eso, y usted, mister Piñera, lo sabe bien, liquidaría el mercado y aboliría la función principal del Estado, que es la de permitir el mercado y promoverlo.

 

Me alegro de todo esto, mister Piñera, porque usted ha venido, 35 años después, a reafirmar lo planteado en su tesis, en Harvard, titulada, nada menos, “ECONOMÍA DE LA EDUCACIÓN EN PAÍSES EN DESARROLLO”(Selowsky y Piñera, 1975).

Usted es un especialista en la materia.

Un teórico ilustre.

Como dice la introducción a su tesis: “Analiza teórica y empíricamente algunas reformas educacionales diseñadas PARA AUMENTAR LOS RETORNOS de los recursos educacionales en países en desarrollo”.

Y como dice la propaganda de su tesis: “Esta tesis doctoral es una colección de tres ensayos en torno a la estructura de los mercados laborales, las legislaciones de sueldo mínimo, el costo social del trabajo Y LOS RETORNOS DE LAS INVERSIONES en educación en países en desarrollo”.

 

A Ud., mister Piñera, lo que le interesa es afirmar, en su tesis y ahora, que los empresarios (los inversionistas en educación) van a ver retornadas sus inversiones con seguridad e interesantes ganancias.

La tesis, en ese tiempo, no fue suficientemente valorada, y de hecho tuvo con posterioridad muy pocas citas. A usted no le alcanzó para hacer clases en la universidad de Harvard y sólo alcanzó a ser un ayudante de una cátedra, pero así es la vida del mercado.

¡Mire dónde usted ha llegado! Un empresario que, según Forbes, posee 2.500 millones de dólares y la Presidencia de la República!

Después de su tesis todos pensamos que, bajo el gobierno del general Pinochet, que fue cuando usted la escribió, usted iba a conseguir fondos, a través de su hermano o con otros, como para invertir en alguna universidad, pero no consideramos que su paso por el Banco de Talca lo iba a llevar a usted por otros senderos, el del juego bancario y la especulación, tareas de mercado tan legítimas como las de vender educación.

 

Atte.,

Un amigo del Profesor Martin Feldstein

 

 

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