Para quienes entienden la Teoría Monetaria Moderna (
Muchos economistas y muchos responsables políticos –incluso algunos suficientemente ortodoxos— empiezan a reconocer que el obstáculo atravesado en el camino es la incapacidad para armar una respuesta en términos de política fiscal efectiva. Esa incapacidad nace de la ausencia de una autoridad fiscal a escala europea. De aquí las semimedidas tomadas por el
Ello es que hay un conflicto entre las distintas autoridades respecto de la solución al problema, como no podía ser de otra manera, dada la ausencia de una autoridad fiscal. Muchos desean imponer una austeridad equivalente a las sangrías “terapéuticas” medievales. Sostienen que el problema real es la falta de autodisciplina en los países periféricos. Y no puede dejar de observarse que esa idea es ampliamente compartida por las elites de esos mismos países. Esas elites se sentirían felices arrojando a sus propios países al abismo de la depresión, a fin de desbaratar toda resistencia a los recortes salariales y de llevarse por delante todos los programas sociales a favor de la población trabajadora. Esa es siempre la solución preferida por las elites ignaras. Con este método se pretende rebajar los costos salariales en las naciones periféricas y hacer más competitiva la producción.
Esa es también, huelga decirlo, la posición de los miembros más poderosos de la UE. La prudente Alemania ha mantenido a raya los salarios durante la pasada década, disparando la productividad. Consiguió así convertirse en el país con producción de menos coste en Europa, y pasito a pasito, podría llegar a poder competir hasta con Asia. No, desde luego, en la producción fundadada en trabajo intensivo barato, sino en la producción que de verdad cuenta, en el sector exportador de alto valor añadido.
Y esa es también la perspectiva más común también entre las clases trabajadoras en los países centrales, que comparten el prejuicio de unas poblaciones periféricas tan holgazanas como exageradamente remuneradas. Más asombroso aún que la falsedad de esa actitud, es el hecho de que si la sangría fiscal y el recorte de los salarios se pusieran efectivamente por obra en los países periféricos, no tardarían las fábricas en comenzar a salir de Alemania buscando trabajadores menos costosos. En otras palabras, el éxito de la periferia sería a costa de los trabajadores alemanes, que tendrían que aceptar salarios más reducidos para poder competir. Lo que de todos modos ocurrirá, espoleado por la pérdida de puestos de trabajo, si Alemania no puede encontrar ventas para sus productos fuera de la UE, en donde la demanda caerá indefectiblemente a medida que las naciones periféricas se hundan más en la depresión. El resultado será una bonita carrera hacia el abismo, de la que sólo puede beneficiarse la elite europea. Muy bonito.
Para decirlo todo, yo no creo que la UE pueda llegar a chupar suficiente sangre de los griegos (y españoles e italianos e irlandeses y portugueses) para que eso pueda funcionar. Harto más razonable sería ahora un aumento salarial en Alemania para conseguir competitividad dentro de la UE por la vía de elevar el nivel general. Pero tampoco eso parece nada probable, habida cuenta de que Alemania mira hacia más allá de las fronteras europeas, sobre todo en dirección al Este. Por consiguiente, seguirá empeñada en recortar sus propios costes laborales, y las naciones periféricas nunca conseguirán atrapar a Alemania en el común despeñadero.
Eso deja sólo dos alternativas. La primera es una reestructuración continua de la deuda, con compras del
Muchos bancos europeos quedarán con las nalgas al aires como insolventes sin remedio, y la deuda pública de los PIIGs será un problema añadido. Además, el
Eso deja sólo una tercera posibilidad: crear la necesaria autoridad fiscal. Eso permitiría al
Así pues, nada de todo eso va a suceder. ¿Qué queda? Salir de la unión.
Randall Wray es uno de los analistas económicos más respetados de Estados Unidos. Colabora con el proyecto newdeal 2.0 y escribe regularmente en New Economic Perspectives. Profesor de economía en la University of Missouri-Kansas City e investigador en el “Center for Full Employment and Price Stability”. Ha sido presidente de la Association for Institutionalist Thought (AFIT) y ha formado parte del comité de dirección de la Association for Evolutionary Economics (AFEE). Randall Wray ha trabajado durante mucho tiempo en el análisis de problemas de política monetaria, macroeconomía y políticas de pleno empleo. Es autor de Understanding Modern Money: The Key to Full Employment and Price Stability (Elgar, 1998) y Money and Credit in Capitalist Economies (Elgar 1990).
Tomado de www.sinpermiso.info. traducción, Casiopea Altisench