Noviembre 7, 2024

La fe pública está por los suelos

piera_lamoneda

piera_lamonedaSegún Blas Pascal, el rey de la paradoja, para comprobar el valor de la fe en Dios, utiliza la famosa expresión del apostador: Si tú crees, puedes ir al cielo después de la muerte; si no crees, vas derecho a la nada; por consiguiente, nada mejor que apostar a la fe, pues nada pierde y sí puede ganar”.

 

 

La tragedia de la sociedad neoliberal de mercado es que nadie cree en nada, ni en nadie. El 77% de los chilenos dejó de creer en la iglesia, producto de los escándalos de los curas pedófilos y de la demasiada preocupación por los asuntos sexuales, que llegan a convertir a Jesucristo en un auténtico ginecólogo o un inquisidor castigador y lleno de condenaciones, y no ese ser bueno, compasivo y lleno de caridad hacia su prójimo. Debo confesar que he tenido suerte, pues he convivido con católicos de alta calidad moral y que tienen la virtud de asquearse con la injusticia – es el caso de mi abuelo, mi padre y de mi tío Esteban, además de  los curas de Los Sagrados Corazones, que me educaron. Para mí hay un catolicismo que se identifica con el Inquisidor de Sevilla, en Los hermanos karamazov, de Dostoievski, que  desprecia la raza humana, y otro, cercano a Jesucristo; el cristianismo de los curas Maciel y Karadima y del padre Alberto Hurtado y del Papa Juan XXIII.

El 66% de los chilenos no cree en los políticos de hoy y un alto porcentaje reniega de las instituciones, sea la justicia, el legislativo o el ejecutivo. Los municipios ostentan el más alto nivel de corrupción en Chile y los partidos políticos son considerados unas mafias de castas cerradas, muy lejanas de la ciudadanía, pues sólo miran sus propios intereses. El problema no es el desprecio de la política, pues los movimientos, como el 15-M y los manifestantes estudiantiles, profesores y ambientalistas, y otras organizaciones, no son antisistémicos, mucho menos anarquistas, sino fundamentalmente políticos, pues sus objetivos se orientan a la dignificación de esta actividad por medio de la participación y la democracia directa.

¿Quién puede creer en el mercado, esta especie de dios del capitalismo, que tiene a los países desarrollados a punto de caer en una nueva crisis económica? Para muchos de los pensadores económicos, la recesión de 2008 no ha terminado; es muy posible que esta dure diez años, es decir, hasta el 2018, siendo la más profunda y prolongada después de la de fines del siglo XIX, y mucho más larga que la de 1929. Después del fraude de Enron, se han sucedido estafas al por mayor – pareciera que el capitalismo tuviera una enorme capacidad para producir delincuentes de cuello y corbata -.

El caso de La Polar no es exclusivo de esta empresa: es el producto de un mercado despiadado y absolutamente desregulado.  Habría que recordar que los grandes teóricos económicos antiguamente se dedicaban a la filosofía moral, especialmente, hoy el mercado tiene una meta que es el lucro ilimitado y, para ello no hay limitantes éticas, pues “el fin justifica los medios”. Esta es la razón por la cual, hasta ahora nadie se hace responsable por el daño causado a más de 400.000 deudores, por el engaño de los balances, que llevó a bonistas y accionistas a pérdidas substanciales de su capital. Para más remate, fallaron todos organismos dispuestos para el control del capitalismo salvaje.

A Sebastián Piñera le está lloviendo sobre mojado: además del rechazo ciudadano a su gestión- bastante desastrosa por cierto-se suma el escándalo de La Polar, que sin tener culpa personal, muchos de los personajes de los directorios del retail – que palabra más siútica – son uvas de la misma parra de la derecha política.

Pienso que cuando la fe de los ciudadanos es destruida por la conducta de las élites, que han dejado la ética de lado, estamos a punto de caer en un nihilismo estéril o, lo que es peor, entregarnos en las manos de cualquier bandido que podría usar el corvo como arma.

Lo más grave es la comprobación de que a los operadores políticos de la Concertación los están reemplazando aquellos de los empresarios y de la derecha. Los nuevos ricos de los últimos 20 años ceden el paso a los antiguos paniaguados de Augusto Pinochet.

Rafael Luis Gumucio Rivas

20/06/2011  

     

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