A mediados de la década de los noventa del siglo pasado, el mercado de la telefonía móvil en Chile sufrió grandes variaciones con el fin de ampliar la cobertura de sus clientes y rebajar costos. Para ello se utilizó la figura publicitaria del gásfiter Faúndez, protagonista de los recordados spots de televisión. Podríamos asegurar que la masificación de estos necesarios aparatos comenzó en 1997 y en la actualidad, 14 años después, existen más de 20.000.000 de celulares, es decir, una suma mayor a los habitantes que hay en nuestro país.
A raíz de la irrupción de estos adminículos que nos facilitan el contacto directo con los demás, algunas municipalidades emitieron Ordenanzas para planificar y ordenar las instalaciones de tales antenas en sus territorios y así fue como el 31 de marzo de 1998
Por las características de esa Ordenanza se evidencia que en su redacción intervinieron los arquitectos de Asesoría Urbana y de
Debido a que no todas las municipalidades tenían un criterio común para fijar las normas de las instalaciones de estas antenas, ello ocasionó un desconcierto en la industria de la telefonía móvil y así fue como estas empresas recurrieron al Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) pidiéndole ayuda para que el sector se desenvolviera con tranquilidad, servicio público aquél que accedió solícitamente en tal sentido, modificando
Cuando esto ocurrió la industria, a través de sus competentes agentes comunicacionales, envió mensajes al Congreso Nacional para que los parlamentarios no legislaran, ya que con la providencial iniciativa del Minvu todas las empresas estaban sumamente conformes. Se han presentado unos 10 proyectos de ley para fijar un marco regulatorio que compatibilice los intereses de las empresas como los de las comunidades y siempre han existido pretextos para desecharlos.
Ahora bien, el artículo 116 de
En
Para darle mayor credibilidad a la anarquía imperante, se alude en
En la actualidad sólo se le pide un aviso previo de quince días a la empresa que tiene la intención de emplazar estas antenas en cualquier barrio residencial y cada dirección de obras está obligada a darle el visto bueno a la petición, con lo cual, entre otras cosas, se producen alteraciones visuales en el entorno de los lugares en donde se instalan. Ni hablar de las radiaciones electromagnéticas que generan y que afectan la salud de la población que está ubicada en sus inmediaciones.
En resumen, hoy en día los vecinos siguen estando en una total indefensión y curiosamente las municipalidades que todavía tienen vigentes sus añejas e ineficaces Ordenanzas, nunca les han exigido a los diputados de sus distritos que se pongan las pilas, aunque dicen por ahí que ahora hay un proyecto ad hoc que está pronto a ser ley.
¿Será verdad ?
Si fuera así ¿los Directores de Obras de las municipalidades del país tendrán atribuciones para administrar esta materia ?
¿Los vecinos tendrán derecho a pataleo después de tantos años de abuso?
¿Será necesario que en las zonas ya atiborradas de antenas se invoque la aplicación del Título IV “de la participación ciudadana” de
Patricio Herman
Fundación “Defendamos