Noviembre 8, 2024

Un preso en Guantánamo habló de una bomba nuclear como represalia

¿Cuál será la venganza que preparan los acólitos de Al Qaeda por la muerte de su emir a manos de un comando de élite norteamericano? La respuesta la dio Sharif al Masri, un yihadista egipcio detenido en Pakistán en 2004 y dejó helados a los agentes de la CIA y el FBI que le interrogaron, informa el diario El País online. “Si Osama bin Laden fuera capturado o asesinado la bomba [nuclear] sería detonada en Estados Unidos”.La confidencia aparece en el informe secreto elaborado, en septiembre de 2008, por el Departamento de Defensa de Estados Unidos sobre Abu Faraj al Libi, de 41 años, uno de los presos más valiosos de Guantánamo, un libio al que otros reclusos vinculan con los experimentos de guerra nuclear, química y bacteriológica que llevó a cabo Al Qaeda en sus campos de entrenamiento en Afganistán.

 

La ficha del barbudo Abu al Libi, graduado en la escuela Shuhada al Wajib de Libia, fascinado desde joven por la yihad y estrecho colaborador de Osama bin Laden y de su escudero Ayman al Zawahiri, recoge la confidencia del egipcio Sharif, quien, además, aseguró que el libio “sería uno de los autorizados para dar la orden” del supuesto ataque nuclear, según recoge su ficha de Guantánamo, a la que ha tenido acceso El PAÍS.

Al Qaeda dispone de una bomba nuclear, pero tiene dificultades para trasladarla. Si lograra moverla hasta su objetivo “encontraría operativos para hacerla estallar”, aunque el egipcio confesó que en aquel momento no contaba con un comando terrorista en EE UU. “Los operativos serían europeos o descendientes de árabes o asiáticos. La bomba está en Europa. Sharif al Masri informó de que el detenido [Abu al Libi] conoce la bomba y su exacta localización”, dice el informe de evaluación del libio, de 15 páginas y uno de los más extensos elaborados por los militares en Guantánamo.

Abu al Libi logró su sueño de entrar en Al Qaeda y fue nombrado jefe de operaciones de la organización tras la detención en 2002 del paquistaní Jalid Seij Mohamed, cerebro del 11-S, también preso en Guantánamo y el hombre que supuestamente facilitó la pista sobre el mensajero que vivía en el refugio paquistaní de Bin Laden donde ha sido localizado y muerto. Según señala su ficha, facilitó refugios seguros a Bin Laden y a Al Zawahiri entre 2001 y 2003. Algunas fuentes sin confirmar apuntan que también ha podido facilitar detalles sobre el paradero del emir.

El preso libio fue entrenador en el campo terrorista de Al Faruq en Afganistán y disponía de hasta 50 suicidas preparados para sus operaciones, según reveló otro preso que trató con él y que asegura que recibió esa confidencia de su compañero. El hombre que supuestamente sabe donde se esconde la bomba nuclear en poder de Al Qaeda es calificado por el contralmirante que firma su informe, D.M. Thomas, como un preso de alto valor, riesgo e inteligencia. La lista de áreas de explotación que el Ejército norteamericano espera de él es interminable, entre ellas su conocimiento “sobre un posible ataque con armas nucleares”.

Tras los ataques del 11-S en 2001, Bin Laden encargó a su jefe de operaciones y a varios miembros de su consejo la planificación de la “nueva yihad”, una metáfora cuyo verdadero significado es lograr la denominada “bomba sucia“, un artilugio nuclear casero que podría acabar con la vida de miles de personas, así como desarrollar armas químicas y bacteriológicas con las que ya ensayaron en diversos campos de entrenamiento afganos. Los interrogatorios a presos de Al Qaeda en Guantánamo revelan algunos detalles inquietantes y coinciden en que la bomba sucia está ya al alcance de los yihadistas.

El informe del preso Saifulah Abdulá Paracha, un paquistaní de 64 años, gravemente enfermo, asegura que tras su detención en Bangkok en 2003 se le intervino un agenda electrónica con 1.265 teléfonos, nombres y direcciones, además de numerosas páginas web y referencias a agentes químicos, biológicos y nerviosos. Otros dos reclusos relataron a sus interrogadores que este hombre de negocios formado en Estados Unidos y que residió en Nueva York, Chicago, Washington y San Francisco quería “establecer un programa nuclear en Afganistán ” y “buscaba armas químicas y biológicas para organizar ataques terroristas contra EE UU y Reino Unido”. Saifulah se entrevistó con Bin Laden y es uno de los pocos presos que sonríe a la cámara para la fotografía que ilustra su ficha secreta en Guantánamo.

“Envenené conejos y vi un vídeo en el que moría un perro con cianuro en una habitación”, confesó el preso de Tayikistán Umar bin Hamza, de 31 años, según recoge su ficha penitenciaria. Un ataque en masa con veneno es otra de las obsesiones y elucubraciones de los miembros de Al Qaeda.

 

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