Noviembre 13, 2024

Hace 50 años EE.UU. impulsó la fallida invasión para derrocar a Fidel Castro

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fidelcheLa Habana.- Hace 50 años las fuerzas regulares y milicianas cubanas derrotaron una invasión patrocinada por Estados Unidos, en un episodio que marcó la frontera simbólica del conflicto entre los dos adversarios de la guerra fría. Tras los primeros ataques, el entonces primer ministro Fidel Castro declaró el 16 de abril de 1961 que la revolución cubana tomaría un rumbo socialista. Al escoger precisamente este sábado para iniciar el sexto congreso del Partido Comunista de Cuba, la dirigencia subraya un atributo emblemático de la reunión, más allá del debate interno: nada se hará por imposición de Estados Unidos.

 El contrapunto se refleja en el lenguaje. Los cubanos recuerdan el enfrentamiento como Girón, por la playa donde se libraron los últimos combates y que fue, en consecuencia, el escenario de la victoria nacional. Los estadunidenses hablan de Bahía de Cochinos, la zona que comprendía todo el teatro de operaciones previsto para la incursión militar.

El ataque era parte de la ofensiva emprendida por el gobierno de Estados Unidos para derrocar al nuevo poder que surgió en la isla en 1959. Más de un año antes del 16 de abril de 1961, después de rigurosos análisis e intercambios, el presidente Dwight Eisenhower decidió destruir a la revolución cubana, escribió hoy Fidel Castro, recordando ese periodo crítico.

Una vasta porción de documentos y testimonios de esos acontecimientos son públicos desde hace años. En un extenso artículo, basado en una de las fuentes clave de la época, Castro evocó un memorando secreto del entonces subsecretario asistente de Estado Lester Mallory, que resumía las metas del Programa de Acción Encubierta contra el Régimen de Castro. El informe reconocía el apoyo popular a la revolución, y recomendaba provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno.

La historia oficial de la CIA

Aunque ya es conocida buena parte de los hechos, aún permanece en secreto la historia oficial que elaboró la estadunidense Agencia Central de Inteligencia (CIA).

El Archivo Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) de la Universidad George Washington informó el pasado jueves que había demandado judicialmente a la CIA, de acuerdo con la Ley de Libertad de Información, para que libere el estudio más importante y sustantivo que haya producido la agencia sobre el caso.

En 2005, el NSA ya había pedido infructuosamente el informe, escrito por el historiador Jack Pfeiffer y que se basó en docenas de entrevistas con oficiales y operadores clave y una revisión de cientos de documentos de la CIA durante los nueve años que el autor trabajó para la agencia.

Washington inició el bloqueo comercial a la isla en 1960 y en enero de 1961 rompió relaciones diplomáticas con La Habana. La invasión fue el siguiente paso, bajo el mandato de John F. Kennedy. La fuerza expedicionaria, integrada por militares y civiles cubanos partidarios del depuesto régimen de Fulgencio Batista, se entrenó en Guatemala, partió por mar desde Nicaragua y tuvo apoyo logístico de efectivos estadunidenses.

El ataque se inició con bombardeos aéreos a tres aeropuertos cubanos. Los invasores desembarcaron en Playa Larga, el punto más profundo de Bahía de Cochinos, donde lograron tomar un puesto de avanzada y se produjeron combates. La resistencia logró impedir que la expedición progresara, por lo cual los anticastristas se replegaron a Playa Girón, al sureste.

En la primera línea el jefe de las operaciones locales era el entonces capitán José Ramón Fernández, quien reportó a Castro la toma del último reducto invasor y el control de Playa Girón a las 5:30 de la tarde del 19 de abril, al cabo de tres días y dos noches de combate.

En un extenso testimonio publicado en el diario oficial Granma, Fernández recordó el momento más trascendente y quizá los minutos de mayor presión que he experimentado en mi vida.

Ese momento ocurrió el mismo día 19, cuando desde las arenas de Girón se hicieron visibles dos destructores de Estados Unidos, que brindaban apoyo logístico a la invasión, tenían sus cañones desplegados y desde sus posiciones se desprendían embarcaciones más pequeñas, en lo que se perfilaba como una nueva incursión.

La reacción en el terreno originó pasiones y actitudes encendidas y una verdadera lucha entre nuestra decisión de no hacer fuego contra los destructores, que estaban en nuestras aguas jurisdiccionales, a menos de 2 mil metros de la costa, y la demanda de los subordinados inmediatos, en especial de las baterías de artillería, que enardecidos y muy irritados por las bajas sufridas por nuestras tropas, exigían con vehemencia hacerlo, relató Fernández. No sabíamos que en la retaguardia enemiga había comenzado ya la desbandada.

La reconstrucción de los hechos del bando contrario, a cargo del historiador Peter Wyden, citado por Fernández, refleja una atmósfera paralela. El autor cuenta que la aviación cubana empezó a golpear a las embarcaciones pequeñas, que también eran hostilizadas por las fuerzas de tierra. Los jefes de los destructores advirtieron que parte del fuego defensivo pasaba cerca de sus naves, pero concluyeron que ellos no eran el blanco y los disparos eran erráticos. Decidieron emprender la retirada.

Detestaban dejar las pequeñas embarcaciones detrás, escribió Wyden. Podría haber hombres de la brigada (invasora) en ellos, que estaban tratando de escapar. Era inevitable. La próxima vez algunos proyectiles podrían dar en un destructor y se verían obligados a responder. Nadie quería iniciar la Tercera Guerra Mundial.

Las fuerzas revolucionarias tomaron presos a mil 214 invasores, la mayor parte de los cuales fueron canjeados más tarde por alimentos. En mayo de 2004, siete integrantes de la Brigada 2506, como se llamó a la fuerza de ataque, recuperaron la nacionalidad cubana que les había privado un tribunal en 1962.

Uno de los beneficiados, Luis Norberto Tornés García, dijo entonces: Me pasé 28 años luchando contra esto, hasta que me di cuenta que el único camino para ayudar a mi pueblo es el diálogo.

 

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