Febrero 6, 2025

Golborne y la Edad Media

golborne300

golborne300“No podemos renunciar al desarrollo científico, no podemos renunciar a que nuestro país tenga el conocimiento necesario para desenvolverse en tecnologías y ciencias en el siglo XXI. No tengamos una visión medieval de las cosas y asustarnos frente a un desastre tan dramático como el que está viviendo Japón”.

 

Antes de analizar  qué habrá querido decir el ministro Golborne cuando habla de la “visión medieval de las cosas”, habría que informarle que Alemania, que según tengo  entendido, nos lleva un poquito la delantera en ciencia y tecnología, hace más de 20 años acordó no construir ni una sola planta de energía nuclear. Es más, el  miércoles recién pasado Angela Merkel explicó que “mientras antes abandonemos la energía nuclear, tanto mejor”.  Claro está que la ansiedad de la canciller alemana se debe al desastre de Fukushima en Japón, pero la investigación científica y desarrollo tecnológico en aras de las energías limpias y renovables, comenzó en Alemania hace ya varias décadas, mirando al siglo XXI.

 

 

Es así que en 2005, más del 8% del suministro eléctrico era producido por energía solar. En el 2010 se había llegado a más del 13% y los planes para el 2020, eran llegar al 20%.

Sin embargo,  en 2010 creció en 75% la energía solar, es decir, ese 20% se alcanzará mucho antes.

 

Es importante mencionar que el Estado alemán garantiza a todo productor de electricidad solar (particular o agricultor) que haya instalado un campo de paneles solares, vender la energía que produce a un precio superior al del mercado.

 

La Edad Media

 

Es cierto que se ha hecho ya un lugar común referirse a la Edad Media como un período histórico bastante oscuro, especialmente en lo que concierne a pensamiento y cultura. Sin embargo, creo necesario reivindicar algunos aspectos positivos del Medioevo y ser muy crítico de otros.

 

De acuerdo con la Enciclopedia Británica, “durante el reinado del nuevo emperador de occidente, Europa experimentó un notable desarrollo cultural que se conoce con el nombre de “renacimiento carolingio”. Carlomagno, preocupado por la escasa cultura del clero y de los funcionarios imperiales, mandó construir escuelas de enseñanza en monasterios y catedrales, e incluso en su propia corte, asentada en Aquisgrán, creó la Escuela Palatina, donde impartieron sus enseñanzas las personalidades de la ciencia y las letras más renombradas de la época”.

 

En 1088 se funda la Universidad de Bolonia, famosa en toda Europa por sus escuelas de humanidades y especialmente Derecho. Es la más antigua universidad de funcionamiento ininterrumpido. Es mantenida por el Estado. En 1209 se funda la Universidad de Cambridge, y en 1264 con la fundación del Merton College, empieza el sistema colegiado en Oxford. Por lo demás, la ciudad de Salerno se había convertido en un eminente centro de estudios de medicina en el año 900.

 

En otro orden de cosas, en el año 1090 se funda el gremio de tejedores en Maguncia, y en 1190 se construyen los primeros molinos de viento en Europa. Antes de finalizar el período denominado Edad Media, se inventa la imprenta con tipos móviles.

 

Ahora bien, si escudriñamos en el aspecto más triste y oscuro del pensamiento medieval, y por el que más se conoce, la actuación de la Iglesia Católica, podremos encontrar la obra de ese gran teólogo llamado Santo Tomás de Aquino, el más ilustre de todos los aristotélicos cristianos cuyo aporte más importante, fue reinterpretar a Aristóteles sobre la base de la fe cristiana y de reformar la teología cristiana en función de la filosofía aristotélica. Claro está que el Aquinate tuvo que padecer la persecución constante de la jerarquía eclesiástica de la época. La Iglesia Católica no ha vuelto a producir un teólogo de la talla de Santo Tomás de Aquino.

 

Pero, (siempre hay un pero) el período histórico de la Edad Media, además del descrito en el párrafo anterior, tiene unos lunares cancerosos que aún en el siglo XXI no se han podido extirpar, por lo menos a lo que a América Latina se refiere y, especialmente a Chile: las invasiones constantes de los pueblos bárbaros del norte sobre la parte central y meridional de Europa, y el sistema feudal de economía basada especialmente en el vasallaje, con su nefasta consecuencia en el desarrollo social.

 

Y aquí sí me hago eco de la frase del ministro Golborne: “no tengamos una visión medieval de las cosas”. Perfecto, señor ministro, le tomo la palabra y miremos al futuro, empezando por desprendernos del vasallaje en que se encuentra nuestro país respecto del imperio y de las grandes transnacionales, que si bien se inició con la dictadura cívico-militar, se profundizó con los gobiernos de la Concertación y ha llegado  a su máxima expresión  con la administración del  presidente Piñera y sus ministros de “excelencia”.

 

¿No sería bueno que tuviéramos una “visión medieval de la cosas” y creáramos universidades y escuelas sin el puro afán  de lucro desmedido;  que se permitiera la creación de sindicatos como el gremio de tejedores de Maguncia hace 920 años, como la construcción de molinos de viento como hace 820 años,  ahora para producir energía eléctrica, etc., etc., etc., y muchos etcéteras más?

 

En pleno siglo XXI, América Latina, al igual que la Europa medieval,  sufre las invasiones del  pueblo bárbaro del norte, que  no necesariamente y no siempre se realizan con la fuerza de las armas. Esto, debido a que algunos gobiernos al sur del río Bravo, especialmente Chile, no sólo le han bajado y puesto alfombra roja a los puentes levadizos para facilitarle el acceso al territorio nacional (¿o feudal?), sino  que le han construido grandes autopistas para que pueda cumplir a cabalidad su cometido (TLC, exención de impuestos a las mineras, royalty de juguete, reglamentación medioambiental para la risa, (que además nadie cumple), etc., etc., y muchos más etcéteras.            

 

En tiempos de colegio, cuando en la asignatura de historia se pasaba la Edad Media, especialmente las invasiones de los pueblos bárbaros, se decía que por donde pasaba Atila con su caballo, (aunque no venía del norte, sino de orillas del mar Caspio) no volvía a crecer el pasto.

 

En tiempos actuales, se puede decir que por donde pasa el AIR FORCE ONE, lo único que crece es el ego de los personajes que creen en la sinceridad de las adulaciones de su principal pasajero.

 

 

 

   

 

          

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