Justo este 11 de marzo y después de 11 días que el presidente Sebastián Piñera estuvo en Roma, el ex fiscal militar de Temuco acusado de la desaparición de cientos de chilenos en el sur de Chile cuyo juicio se llevaba adelante en Roma, ha sido puesto en libertad.
Se acercaba el momento para dictar sentencia con el último testimonio, que como tantos otros han relatado ante el Tribunal haber visto cómo Podlech torturaba y luego hacía desaparecer a los detenidos, entre ellos al chileno-italiano Omar Venturelli,
Ayer, en cambio, sin que ni el mismo Giancarlo Capaldo, el fiscal encargado de enjuiciar a Podlech, se lo esperara, como un meteorito caído a plena luz del día -sobre todo después del desfile de testigos acusadores y sin que nadie hubiera respondido a las oportunidades dadas para negar o decir algo en defensa de Podlech- se reunió un nuevo Tribunal, distinto del Tribunal encargado de juzgarlo, que considerando que no hubiera peligro de fuga anuló todo el trabajo llevado a cabo desde la detención de Podlech en el aeropuerto de Madrid en el verano de 2008.
Los múltiples testimonios que han venido desde Temuco para relatar como Podlech ejercía un poder casi absoluto contra los opositores a Pinochet, habían llevado a la jueza Anna Argento, presidenta del Tribunal d’Assise de Roma a negar a los abogados de Podlech la petición de libertad condicional. La gravedad de las acusaciones contra Podlech, ex militante del Movimiento Patria y Libertad, llevaron al veredicto del jurado: Alfonso Podlech debe permanecer en prisión durante el tiempo que requiera para su desarrollo el proceso que acaba de iniciarse, porque existe el riesgo de fuga y con él, el de alteración o falseo de pruebas.
Apenas sabida la noticia, Giancarlo Capaldo ha dicho que esto es absurdo, que apelará, que él no sabía nada sobre esta acción sorpresiva que anula el precedente esfuerzo por hacer justicia.
Frente a este nuevo golpe a la justicia, la respuesta es movilización.
Para Fresia Cea viuda de Venturelli, mañana hay que protestar frente a las embajadas chilenas en toda Europa.
En Roma, Sebastián Piñera tuvo su cocina para dorar un final féliz al aliado de Pinochet que busca de manera burda y absurda escapar como sea del proceso por su comportamiento criminal cuando se creía dueño de buena parte del país.
María Inés Bussi
Ginebra, 11 de marzo, 2011