Bruselas.- La Confederación Europea de Sindicatos (CES) convocó a organizaciones gremiales del continente a protestar contra las medidas de austeridad planteadas por países de la región para enfrentar los efectos de la crisis económica.
La llamada euromovilización tendrá lugar en esta ciudad, el próximo 9 de abril en coincidencia con una reunión informal de ministros de Economía de la Unión Europea (UE), en Budapest, Hungría, según adelanta hoy un comunicado de la CES.
Esa entidad, que a finales del pasado año lideró una multitudinaria manifestación también en Bruselas, sostiene que las políticas asumidas por las autoridades europeas y los gobiernos nacionales para hacer frente a los estragos de la crisis están basadas en medidas prohibitivas.
La mayoría de los programas de ajuste incluyen grandes recortes en el gasto público, presión por la reducción de salarios e interferencia en la independencia de las negociaciones colectivas, subraya la Confederación, que representa a 82 organizaciones sindicales presentes en 36 países europeos.
Asimismo, destaca la postura de los trabajadores europeos de oponerse a esas iniciativas políticas y defiende, como en otras ocasiones, la posibilidad elegir opciones alternativas.
Mientras se implementan drásticas medidas de regresión social, señala la CES, banqueros y directores de empresas reciben bonos escandalosos.
Aunque la manifestación se concentrará en Bruselas, sede de las principales instituciones de la UE, los organizadores esperan que tenga repercusión en países de la región, algunos de los cuales fueron escenarios de destacadas jornadas de protestas en los últimos meses.
En Grecia, considerada para muchos como la sede en la que se originó la crisis de la deuda, integrantes de las principales organizaciones sindicales salieron a la calle casi una decena de veces en huelga general para rechazar las restricciones.
Los programas de ajuste en ese país condujeron a reducción de sueldos de los funcionarios en un 15 por ciento, congelamiento de las planillas de las empresas públicas y aumento de impuestos, entre otras, a cambio de un millonario rescate de la UE y del Fondo Monetario Internacional.
Por su parte, los irlandeses, pasaron factura al Gobierno saliente al que culpan por la reducción del sistema de ayuda social y la disminución del sueldo de los empleados públicos.
Ese pequeño Estado europeo, beneficiario de la burbuja inmobiliaria, y de una política de bajos impuestos para atraer la inversión privada, también se vio obligado a pedir un rescate internacional frente al hundimiento de su sistema bancario.
En otros países como Francia, Reino Unido e Italia, los sindicatos expresan su enérgico rechazo al hecho de que los gobiernos continúen cobrándoles a ellos el costo de la crisis y castigándolos con medidas dirigidas a disminuir la demanda de trabajo.