La conocida periodista mexicana Carmen Aristegui tuvo la mala ocurrencia de aludir públicamente al presunto alcoholismo del presidente de su país Felipe Calderón. Aristegui precisó que no era posible corroborar la veracidad de dichas acusaciones, pero que habida cuenta de las eminentes responsabilidades de Calderón era legítimo plantearse la pregunta: “¿Tiene o no problemas de alcoholismo el presidente de
El tema fue lanzado por diputados del Partido del Trabajo que en
Si la acción de los diputados de oposición generó una batahola en el Congreso, a la periodista simplemente la despidieron de la radio en que ejercía sus talentos. Su patrón invocó como excusa una pretendida falta a la deontología, en circunstancias que fue evidente la enorme presión que recibió desde el palacio de gobierno.
¿Donde están los pretendidos defensores de la libertad de prensa que ladran un día sí, y el otro también, contra Venezuela? La libertad de prensa, -inexistente en los hechos en Chile-, tiene geometría variable y se la defiende solo cuando le acomoda a los intereses de los empresarios.
Carmen Aristegui, que ha recibido el apoyo de millones de mexicanos y latinoamericanos, no acepta irse sin luchar. En una alocución pública manifestó cosas como las que siguen:
“Abrazo a quienes en todos los tonos y con diferentes lenguajes se han manifestado en contra de lo que a todas luces es un hecho autoritario, desmedido e inaceptable… un hecho así, sólo es imaginable en las dictaduras que nadie desea para México… Castigar por opinar o por cuestionar a los gobernantes”.
“El ejercicio del poder hace que las figuras públicas sean sujetas a escrutinios e interrogantes a los que no estarían sujetas otras personas por razón, precisamente, de sus responsabilidades y del impacto de sus decisiones… En una democracia esto forma parte del juego… ¿No tuvo Bill Clinton que hablar del semen depositado en el vestido azul de una muchacha ante una audiencia de millones de personas?… ¿No fue acaso el estado de salud de Dilma Roussef motivo de debate público antes de llegar ser
¿Por qué en México los empresarios de los medios pueden ser sometidos a presiones indebidas para que silencien a sus comunicadores? ¿Por qué la sociedad mexicana se tiene que conformar con una sola visión de las cosas? ¿Por qué fatalmente tenemos que vivir con la existencia de un duopolio televisivo que no sólo envilece las pantallas con programas denigrantes y nocivos como los de reciente estreno, sino que es ya en sí mismo un poder que ha dañado la vida democrática nacional?
A mí vez me pregunto: ¿no debiesen estas cuestiones ser planteadas en Chile?
Me pregunto donde están los vociferantes defensores de la libertad de prensa del prójimo, esos que han vivido más de 20 años acomodándose con el duopolio de prensa financiado con el dinero de todos los chilenos, y una televisión basura de la cual solo cabe avergonzarse.
Con relación a Piñera no cabe preguntarse si es o no es alcohólico: Tal vez preguntarle si consume o no consume tranquilizantes.
Como recuerda Carmen Aristegui:
“En una entrevista realizada al Presidente Vicente Fox… había interrogantes en el ambiente de por qué aparecía desanimado, sin ímpetu, sin grandes propuestas… el periodista le pregunto al mandatario… sin con ello alimentar rumores, sino tratando de clarificarlos… ¿Toma Prozac?’ ”
En su libro “El derecho a preguntar” el periodista mexicano Jorge Ramos escribió: “No hay pregunta prohibida… No hay pregunta tonta… Y cuando surge la oportunidad, hay que hacerla… Aunque sea la última vez…”
Pos nomás ahí vamos. Sr. Piñera: ¿Ud. toma tranquilizantes?