Estados Unidos tiene una larga historia de comisiones de alto nivel para indagar las causas de grandes acontecimientos. Casi todas han fracasado y hasta se han convertido en instrumentos de encubrimiento de hechos inconfesables. Los ejemplos se multiplican: desde la comisión Warren para aclarar el asesinato del presidente Kennedy en 1963, hasta la comisión federal para investigar los atentados del 9-11. La realidad es que a nadie han convencido.
Hoy tenemos un nuevo ejemplo. Se trata del informe de la Comisión del congreso estadunidense para investigar las causas de la crisis financiera y económica (FCIC, por sus siglas en inglés). El texto completo se puede encontrar en www.fcic.gov. Es un voluminoso relato de más de 600 páginas y es tan decepcionante como la promesa de un rayo de sol antes de la tormenta.
Según la comisión, las principales causas de la crisis financiera fueron las siguientes. Primero, las fallas generalizadas en la regulación y supervisión financiera fueron devastadoras para la estabilidad de los mercados financieros. Segundo, los dramáticos fracasos en la administración corporativa y el manejo de riesgos en muchas instituciones financieras desempeñaron un papel clave en los orígenes de la crisis. Por supuesto, los mecanismos de bursatilización también contribuyeron a propagar los efectos de estos fracasos.
Tercero, una combinación de sobre endeudamiento, inversiones riesgosas y falta de transparencia puso al sistema financiero en una trayectoria de crisis. Los derivados vendidos en transacciones fuera del control de los mercados organizados agravaron la crisis de manera significativa.
Cuarto, el gobierno estuvo mal preparado para enfrentar la crisis, lo que aumentó la incertidumbre y el sentimiento de pánico en los mercados financieros. Quinto, el colapso sistémico de los mecanismos de rendición de cuentas y del marco ético del sector financiero agravó las cosas. Por ejemplo, las fallas de las agencias calificadoras fueron esenciales en el proceso destructivo de un sistema sin transparencia.
Pero éstos son sólo algunos aspectos de los problemas del sector financiero. Las verdaderas causas de la crisis se encuentran en su articulación con otros procesos macroeconómicos que pertenecen a los sectores reales (no financieros) de la economía. Por ejemplo, la relación entre los patrones de inversión, manejo de inventarios, salarios y endeudamiento es un tema irrelevante para entender las fuentes de la crisis. La relación entre la dinámica de estas variables y la creciente exposición financiera de los grandes grupos corporativos es otro aspecto que la FCIC prefirió no tocar.
Más importante, el informe ignora la relación entre la distribución funcional del ingreso (entre ganancias y salarios), el endeudamiento, los precios de diferentes categorías de activos y los cambios en el continuum de las tasas de interés.
Habría que decir también que la comisión encuentra irrelevante el tema de la transformación estructural de la economía de Estados Unidos a lo largo de los últimos 30 años. El desmantelamiento de componentes estratégicos de su aparato industrial y la macrocefalia descomunal del sector financiero son elementos clave en un análisis de los orígenes de la crisis.
Los cambios en la estructura de la economía mundial son también una clave para entender la crisis. El déficit externo crónico de Estados Unidos hizo indispensables los flujos de capital de corto plazo que China (y otros países con superávit) pudieron proporcionar. Todo esto cierra el circuito macroeconómico para entender los orígenes de la crisis. Pero eso es precisamente lo que la FCIC no pudo analizar. Con razón la palabra macroeconomía no aparece una sola vez en sus 633 páginas.
La FCIC omitió discutir el viraje hacia la ideología neoliberal a partir de 1980 y sus implicaciones para la distribución del ingreso y el desmantelamiento de las estructuras de regulación financiera. Ya bien podía haber dedicado unas páginas al nefasto papel de un establishment académico acostumbrado a la zona de confort de los modelos que hablan de la domesticación del ciclo de negocios y la desaparición de las crisis. Después de todo, estos modelos son la base de la (mala) administración de riesgos de corredurías y casas de bolsa.
El análisis de las deficiencias del informe de la FCIC no es un mero ejercicio académico porque las implicaciones de política económica son importantes. En síntesis, la FCIC quiere enviar el mensaje de que el modelo económico vigente en Estados Unidos desde hace 30 años está bien, pero que algunos abusos en el sector financiero lo arruinaron. De este modo elude hablar del cambio estructural y la fuerte redistribución del ingreso que se necesitarían para comenzar a corregir las cosas. Este es el gran engaño que quiere mantener la clase dominante en Estados Unidos para conservar sus privilegios.
Una cosa sí es clara: si esto es lo mejor que puede hacer una comisión del congreso estadunidense, ese país anda muy mal.