Febrero 18, 2025

María Schneider: Ultimo tango en París

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mariamarlonReflejaba ingenuidad y osadía, con una frescura que llegó a estremecer los cimientos de la censura en el cine: María Schneider vivió siempre perseguida por los fantasmas de El último tango en París.

 

 

 

 

Un rostro mustio y desaliñado recorría la prensa francesa el jueves 3 de febrero de 2011, al ilustrar con una foto la noticia del deceso de aquella chica que con sólo 19 años alcanzó la fama mundial en 1972.

Más bien fueron espejismos de fama, porque jamás fue reconocida como figura relevante del séptimo arte pese a filmar además de Bernardo Bertolucci y al lado de Marlon Brando, con René Clement, Micheangelo Antonioni, Franco Zeffireli y otros.

Tenía al morir 58 años, padecía de cáncer, desequilibrios mentales y se le conoció también por su adicción a las drogas. Nadie recuerda su último papel y sus admiradores de antaño sienten tristeza al mirar sus últimas fotos.

Aquella jovencita delgada, sensual, de grandes pechos y la mirada desafiante que enloqueció a Marlon Brando, fue en verdad un manojo de desdichas. La primera, el hecho de que jamás fue reconocida por su padre biológico, el actor Daniel Gelin.

Ahora con su desaparición física tal vez recobre el lugar que merecía. Brando fue la marca y no la excepción en su carrera. Obtuvo protagónicos al lado de Jack Nicholson (The Passenger), Alain Delon (Madly) y Gérard Depardieu (Violante).

Entre sus notas de frustración y nostalgia, destaca su odio visceral por Bertolucci y su distanciamiento total con Brando después de El último tango en París. Repetía con frecuencia que fue engañada por ambos.

Su nombre todavía dice poco en principio. Sólo si se le añaden los elementos de fuerte erotismo del largometraje y sobre todo la lujuria sexual con mantequilla, la mayoría de los cinéfilos sabe de quién se trata.

“Me sentí muy triste debido a que fui tratada como un símbolo sexual, quería ser reconocida como una actriz y todo el escándalo y sucesos posteriores al filme me volvieron un poco loca y tuve un colapso”, comentó a un diario británico en 2007.

Ya anteriormente se había referido a la escena del sexo con mantequilla con rabia y de forma peyorativa a la actitud de Bertolucci y Brando: me engañaron, me hicieron creer que se trataba de arte puro.

Lloré, no de dolor, porque la escena fue ficticia, sino de impotencia, porque en medio del rodaje comprendí que Bertolucci con su lenguaje y Brando con sus encantos, lograron embaucarme cuando era tan sólo una jovencita de 19 años, recalcó en una ocasión.

Negada al desnudo en lo sucesivo, María Schneider no pudo vencer a los demonios de lo que en vida fue verdaderamente su último tango en París.

La película fue censurada en Italia, todavía es prohibida para menores de 17 años en Estados Unidos y se le mira con recelo en las cadenas de televisión.

Al margen de cualquier consideración, El último tango en París puede considerarse una de las obras emblemáticas y originales de Bertolucci, con la actuación deslumbrante de Marlon Brando, ambos nominados al Oscar.

Las ausencias de esperanzas, los callejones sin salida y el escape furtivo y fugaz de los encuentros animales de sexo. Soledad, pérdida del sentido de la vida y la autodestrucción, aderezados con el saxo de Gato Barbieri.

Muchos mensajes de Bertolucci diluidos, sin embargo, en la fanfarria erótica de una época, la década del 70, cuando todavía era muy joven Mayo del 68 de Francia y los tapujos mojigatos predominaban en las sociedades.

Al final, volvemos con respeto y admiración hacia María Schneider, esta francesa “ambigua y enigmática” como la califican muchos, que sin dudas es parte indisoluble de la historia mágica del cine mundial.

 

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