Justamente ahora, cuando el sistema pensaba que podía jugar de nuevo con sus cartas marcadas, un sector del mundo sometido a mano dura por largos años se despierta, sus hombres y mujeres salen a la calle para pedir ser libres y una vida digna, nos hace recordar tiempos no tan lejos en nuestra historia reciente.
En Tunes, Argelia, Egipto y donde sea, un pueblo en la calle armado de dignidad, es una revolución en el más bello y amplio sentido de la palabra.
Mucha alegría significó la entrada de los sandinistas a Managua allá por los años setenta y tantos. Era la victoria que rompía los viejos esquemas de la explotación y la convertía en
Pero es la calle el lugar donde se definen las cuestiones mayores, las trascendentales. Los pueblos salen a ella para celebrar sus victorias y para enterrar a sus muertos. Es en la calle también donde los uniformados creen que sus victorias son eternas, cuando en realidad no lo son, y eso da razones y valentía para que los vencidos vuelvan a creer en ellos mismos, que de ellos depende todo, y que hay sobradas razones para volver a insistir una y otra vez… hasta vencer
La no existencia de un Estado de Derecho, cuando un país es sometido a sangre y balas para que tome el rumbo que un sector de la sociedad necesita, y cuando los grupos económicos empiezan a repartir el país como si de una pastel se tratara, queda entonces la alternativa de salir a la calle, para exigir que la vida sea respetada y el futuro no se siga alejando mas allá de donde llega la luz.
Y se van los dictadores y queda la dictadura.
Los países del norte de Africa, tienen en común cultura, vínculos lingüísticos, y religión, pero ha sido golpeados y sometidos durante decenios por autoridades corruptas. En esos largos periodos han logrado construir a su alrededor una lacra de servidores que se han enriquecido, y son los principales sostenedores de las dictaduras. Mucho se había insistido y acompañado de la mentira, que era imposible manifestaciones populares en estos países, como las que se suceden en otros lugares del mundo. Nunca pensaron que en países árabes y musulmanes la juventud tiene ese derecho de pedir cuentas históricas, y cuentas ante la negación de su futuro.
Y en Chile se fueron las Fuerzas Armadas y dejaron una Constitución que no ha sido tocada, en desmedro de millones de excluidos y marginados. Un pacto que hipoteca el futuro también de millones de personas. Y la gente ha salido a la calle en Chile, si los gritos no son cosa del pasado, la gente en la calle con sus pancartas no son fotos de tiempos antiguos. Están las huelgas de los empleados públicos, profesores, estudiantes, está un pueblo entero en Punta Arenas, pero también verdad que hay un gobierno de derechas y la oposición es participe también de derecha, y fuertemente adicta al modelo, formando parte del engranaje heredado de la dictadura.
Por lo tanto, los sectores sociales mas débiles, los más golpeados, esos en los cuales el sistema deja caer con más violencia sus efectos, están abandonados, no son importantes ni relevantes mientras el sistema genere los millones de beneficios, que hacen tan felices a los banqueros, empresarios y a las empresas norteamericanas que pagan dos monedas, por las riquezas que los gobiernos de
La calle será eternamente el lugar donde que el pueblo lleva las cuentas de la historia, allí ha estado siempre la izquierda, es ese el lugar que no se puede abandonar. Si
“Quiero descartar, si, que este sentido de la revolución no tiene el contenido habitual y pequeño con que suele emplearse esta palabra. No es revolucionario el jefe militar que, a la cabeza de un regimiento toma el poder: eso puede ser considerado un motín. No es revolucionario el que, por la fuerza, logra, transitoriamente mandar. En cambio, puede se revolucionario el gobernante que, llegando legítimamente al poder, transforme el sentido social, la convivencia social y las bases económicas del país;” Senador Salvador Allende. 18 de febrero de 1948