El hombre, desde el inicio del proceso de evolución de todas las especies biológicas hasta la fecha, se ha formado durante un proceso de interacción con su medio ambiente (concebido éste como un sistema de recursos y de condiciones de existencia) común al de todos los seres vivos.
Sin embargo, a partir de la producción de excedente económico y el despliegue a nivel global del capitalismo, la sociedad humana se distingue del resto de las comunidades bióticas, porque su articulación con el mundo natural no se rige por leyes biológicas que rigen el proceso de la evolución.
Los patrones tecnológicos y de consumo que han guiado a la humanidad, lo han hecho teniendo como base la apropiación desigual y destructiva de la naturaleza.
Después de la revolución industrial no hay ningún lugar del mundo que se promulgue en contra de las máquinas: desde teléfonos móviles hasta computadores portátiles, la alta tecnología está en todas partes. Además, después de las dos guerras mundiales, pocos lugares en el mundo continúan con fórmulas tradicionales de autoridad. La llamada “democracia liberal“ se propaga por el planeta. Estas son consecuencias de las decisiones económicas, políticas y técnicas, que en una situación dada, los gobiernos han tomado en sus esfuerzos por liberalizar y desregular las economías nacionales a instancias de las instituciones internacionales.
Aunque los hechos demuestran que algunas (muy pocas) naciones en el mundo son alternativas serias que no están basadas en el capitalismo corporativo, éste, desde la guerra fría, ha permeado la mayor parte del globo, tratando de ridiculizar cualquier otra alternativa al mercado
En el libro de John Willis, 1688: Una historia global, se demuestra que desde aquellos tiempos (en los que una vuelta al mundo podría tomar hasta 12 años) ya era difícil encontrar un lugar en el planeta que no tuviera relación alguna con el intercambio mundial, cuando las procesiones de barcos de madera de Arabia, China, Inglaterra, Francia, Holanda, Portugal y España estaban empezando a tejer las redes de la globalización.
Aunque la globalización tiene una larga historia, sus efectos sobre las economías y sociedades contemporáneas se han mantenido vagamente especificadas. En consecuencia, es conveniente permanecer cautelosos ante lo poderosos e innovadores que se juzgan en el siglo XXI los efectos de la globalización.
Para aclarar los complejos efectos de la globalización se puede recurrir a las distinciones realizadas por Ulrich Beck (La sociedad del riesgo: Hacia una nueva modernidad, Barcelona, Paidós, 2006, 13) entre globalización, globalidad y globalismo.
Globalización. – Proceso mediante el cual los actores soberanos nacionales son engullidos por actores transnacionales los cuales traen consigo diferentes perspectivas en torno a energía, identidades y redes.
Globalidad. – Por el contrario, marca las condiciones existenciales de una sociedad mundial, las cuales son todas las relaciones sociales que no están integradas, o determinadas por las políticas nacionales-estatales.
Globalismo. – Representa una visión del mundo desde una perspectiva “profesional-técnica-intelectual” en el que “el mercado global” elimina o suplanta a la acción política. Esa es la ideología del neoliberalismo, gobernar a través del mercado mundial. Reduce la multidimensionalidad de la globalización a una sola dimensión económica, que se concibe a sí misma de forma lineal.
Beck sostiene que la globalización acarrea un conjunto de creencias y prácticas que sugiere administrar estados, sociedades y culturas como si de una empresa capitalista se tratara, esto implica que una incesante búsqueda de rendimiento y beneficios parece ser la esencia misma de la globalización. Para Frederic Jameson, (El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, Barcelona, Paidós, 1991, 59) las expresiones de la globalidad en busca del rendimiento están dando pie a la formación de un nuevo sistema social que va más allá del capitalismo clásico, ya que están proliferando en todo “el mundo del capital multinacional”.
Como el único objetivo real es el poder, técnicos, científicos e instrumentos son atraídos por medio de ésta ley de compra/venta, no para encontrar la verdad, sino para aumentar el poder, y el beneficio económico a través del consumo.
Un claro ejemplo de los códigos de consumo en los que está basada la sociedad actualmente trata específicamente acerca de las necesidades energéticas de los EE.UU., quienes consideran que es necesario construir más plantas de energía cada año a fin de sostener la siempre creciente demanda, en lugar de considerar el uso de tecnologías viables (por ejemplo, reducir los estándares energéticos a través del diseño eficiente, utilizar acumuladores solares, etc) para que la energía proporcionada pudiera abastecer a más hogares. La naturaleza global de la degradación ambiental puede ser atribuida en gran medida al aumento de la economía basada en combustibles fósiles y a la disminución de las distancias (tanto en tiempo como en espacio) entre las diferentes partes del mundo.
Como consecuencia, una lógica despilfarradora en la producción de energía es aceptada como estándar alrededor del planeta, la cual produce más energía para satisfacer una mayor demanda. Como consecuencia de esto, disminuye la calidad del aire, dando lugar a que las afecciones respiratorias aumenten, afectando negativamente a todos los seres vivos.
La deslumbrante visión que ofrecen el capitalismo, la democracia y la tecnología es a menudo malinterpretada en términos triunfalistas como “una historia coherente y direccional de la humanidad” (Francis Fukuyama, El fin de la historia y el último hombre, Barcelona, Planeta, 1992, 89).
Una planta de energía en California que produce una cierta cantidad de energía en un día normal, no puede ser comparada con otra planta localizada en China, que abastece a varias ciudades rurales con menos energía que la utilizada en California para dos edificios. Así, las relaciones entre ricos y pobres en las ciudades globales a través de las fronteras nacionales, regionales y locales no pueden ser entendidas completamente en términos nacionales o humanistas. Es necesario encontrar términos alternativos de análisis basados en el medio ambiente y en conceptos no humanistas para reinterpretar esta situación, especialmente cuando California contamina la atmósfera y produce calentamiento global para los chinos, mientras éstos, están luchando por producir y utilizar la energía con eficacia para sus ciudadanos.