Noviembre 24, 2024

Claves para un programa presidencial de los movimientos sociales y de los trabajadores(as)

marcha28_7_jumbo

marcha28_7_jumboNos adentramos en una campaña presidencial y de parlamentarias y consideramos urgente levantar una candidatura democrática de los ciudadanos y ciudadanas y de los movimientos sociales.

 

 

Creemos necesario proyectar con claridad las demandas estudiantiles, ambientalistas, populares y de trabajadores y trabajadoras en el escenario político electoral. No nos debe guiar un mero afán electoralista sino la enorme responsabilidad social y política de construir un país dónde sea bueno vivir dignamente. Debemos presentar una alternativa real de cambios estructurales desde el pueblo y la sociedad civil al régimen político binominal, a su Constitución de factura pinochetista y al modelo capitalista neoliberal generador de desigualdad y depredador de la naturaleza.

 

No inventamos nada. No haremos más que recoger las demandas surgidas de las recientes luchas sociales y trabajarlas con fineza para que sean presentables para la movilización que debe acompañarlas. El poder unitario de las demandas debe convocar a las fuerzas sociales para plasmarlas con acierto en un programa.

 

Los dos pilares sobre los cuales se sostiene el actual sistema de dominación han sido heredados de la Dictadura y consolidados por la Concertación para concentrar tanto la riqueza económica y social como el poder legislativo o Duopolio en manos de minorías políticas y empresariales; una oligarquía empoderada. Al modo neoliberal de vida que persigue el enriquecimiento privado sin límites, debemos oponerle la lógica social de la satisfacción de las necesidades sociales y demandas surgidas desde la sociedad misma y sus luchas.

 

 

Consideramos que debemos poner en el centro de interés nacional las demandas sociales, de cambio político, sociales y económicas insatisfechas por las cuales los chilenos y chilenas, jóvenes y adultos han comenzado a organizarse y a movilizarse con ímpetu y voluntad colectiva en ciudades, pueblos y alejadas regiones desde hace al menos cinco años.

 

La satisfacción de esas demandas políticas de cambios o necesidades socioeconómicas deben ser el eje radical de nuestro programa. De nosotros se espera la pericia técnica y comunicacional para plantearlas y realzarlas con fuerza convocando la atención de quienes han luchado para instalarlas y de quienes las han apoyado con simpatía y solidaridad. Debemos generar confianza en este proyecto.

 

El programa de la candidatura (no de Gobierno, más complejo y sujeto al momentum) debe ser un ejercicio de simplicidad y profundidad por la claridad de las propuestas. Estas deben responder correctamente a las demandas sociales y deben permitir explicar, en un segundo momento, de manera pedagógica, los grandes pasos que se darán para provocar los cambios estructurales necesarios en los cuales los movimientos sociales seguirán siendo más que los aliados: los sostenedores indefectibles de un Gobierno de las mayorías ciudadanas y de trabajadores; su Gobierno. Sólo con y desde sus organizaciones de abajo se podrá ejercer poder, democracia y control ciudadano y popular. No hay democracia sin un entramado de nuevas instituciones que incorporen la forma de asamblea para funcionar y que en un proceso de ruptura democrática con las vetustas, diseñadas para preservar el orden dominante, produzca la nueva sociedad, justa, digna y solidaria que ansiamos y por la cual luchamos.

 

En un programa no debemos extendernos demasiado e ir a lo nuevo y esencial sin enredarnos en tecnicismos legales, fabricados, precisamente con la intención de darle poder a los “expertos legales”. Es la política democrática la que manda y las soluciones técnicas propuestas por “equipos de expertos” con respecto a los grandes temas deben poder ser explicadas y transformadas en mensajes claros que se repetirán a lo largo de toda la campaña. Deben ser percibidas como emanando de un proyecto fundamentalmente diferente, claro y distinto al de la Concertación y al del PRO u otros que tenderán a atenuar los cambios y a desfigurarlos, tal como se hizo en la última elección.

 

Deben ser frontalmente en oposición al proyecto neoliberal y empresarial de la derecha UDI-RN. Debe permitir prepararse para un escenario de recomposición de la gobernabilidad bajo dirección bacheletista-concertacionista o de de la derecha. No habrán diferencias de fondo.

 

Los estudios del llamado marketing político demuestran que las ideas fuerza de un programa deben ser pocas. Quizás no más de seis y que deben poder transformarse en consignas o mensajes que prendan en las conciencias y ser el eje de construcción de los discursos e intervenciones del candidato y de la campaña. En el arte de la propaganda y la agitación revolucionaria es lo mismo, pero de cara a las mayorías activas y sin manipulaciones mediáticas. Librando infatigablemente la lucha de ideas o ideológica contra los que quieren repetirse el plato. Lo que no significa de ninguna manera que el candidato a presidente (y los candidatos a las parlamentarias) no deba conocer bien los temas hacia el cual los medios y los adversarios y enemigos tratarán de desviarlo en entrevistas y programas con el fin de desvirtuar la profundidad de su programa o en el mejor de los casos de evaluar sus competencias y performances.

 

Las características fundamentales del candidato deben corresponder a la personalidad asertiva, estar estrechamente vinculado y en sintonía perfecta con los movimientos sociales y de trabajadores y trabajadoras y con dotes de convencimiento argumentativo y convicción profunda, tanto cognoscitiva como emocional, acerca del proyecto de transformación social que representa. Su comando debe tener un funcionamiento democrático y no llamar a votar por ninguna de las dos fuerzas hegemónicas —por el momento— en la segunda vuelta. La Concertación es un mal peor.

 

Un Programa de Gobierno de un Chile movilizado, en lucha o de otra candidatura que pueda ser levantada y/o apoyada por el Partido Igualdad, que encarne el sentir solidario de las mayorías y sus aspiraciones de cambios reales, que se hagan sentir y que no sean vanas promesas, debe proponerse satisfacer esas demandas sociales y políticas que se agrupan en torno a tres ejes articuladores de propuestas (continuará).

 

Leopoldo Lavín Mujica

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