La Revolución Rusa de octubre de 1917 no fue el desagravio final para la Humanidad: le abrió un camino. Entre otras cosas, demostró que es posible construir otro tipo de Estado y otro tipo de sociedad definitivamente diferente al capitalismo. Fue hecha por hombres y mujeres del pueblo, sufridos obreros, simples campesinos, pobre soldados pobres.
Errores e insuficiencias propias, a lo que hay que agregar el acoso imperialista desde su nacimiento mismo, esa experiencia no se desarrolló acabadamente. Sin embargo, fue y sigue siendo una luz señalando una senda a transitar, una perspectiva para el género humano.
Sus ideas de igualdad, solidaridad, paz, convivencia entre los pueblos, producción armónica, equilibrio ecológico, desarrollo tecnológico puesto al servicio de los seres humanos, cooperación internacional democrática, justicia para todos se han constituido en valores universales que siguen teniendo absoluta vigencia.
Una experiencia fue derrotada. Otras experiencias históricas similares, que tienen el mismo norte, prosiguen su vida, persisten, dan señas de vitalidad –a pesar de los obstáculos propios y de los que les pone a diario el enemigo capitalista- y se empeñan en romper con lo dado para hacer algo nuevo.
Ideas originales, dinamismo en la acción, análisis críticos, reflexiones nada acartonadas son las características del socialismo del siglo XXI. El socialismo, el comunismo no son utopías. Sociedades respetuosas de las diferentes diversidades, del medio ambiente, del trabajo, sociedades verdaderamente democráticas, sociedades de iguales siguen siendo el futuro.
La crisis recurrentemente presente del sistema capitalista que atravesamos muestra con claridad espantosa no solo sus estrechos límites, sino también sus perversiones, sus lacras, su inmundicia, su inmoralidad. Esta crisis civilizatoria pone en verdadero riesgo de supervivencia al conjunto de la Humanidad.
“Mas temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas” dijo Salvador Allende resistiendo el ataque fascista. La construcción de sociedades socialistas no tiene un siglo; el capitalismo lleva mas de 500 años de experiencia y ha sido hasta hoy incapaz de resolver siquiera uno de los dramas que nos aquejan.
No es posible pensar un futuro cierto dentro de los marcos del capitalismo, de producción social y apropiación individual de unos muy pocos privilegiados. La salida está en las alternativas socialistas, en las diversas inteligencias que ponen en el centro de sus preocupaciones en las personas comunes y corrientes, que piensan el mundo a escala humana.
Momentáneamente derrotada, la Revolución Rusa renacerá andando nuevas rutas, pero siempre con la vista puesta en los tiempos nuevos del comunismo.
*Daniel Silber, historiador.