Debo partir por reconocer que no recuerdo una elección de la que esperara menos y me haya sorprendido y alegrado más. Varios son los motivos.
Uno. Por primera vez desde que se liquidó la democracia en 1973, ante una elección todos los habitantes del país mayores de 18 años enfrentamos en pie de igualdad el acontecimiento: todos inscritos, y todos con el derecho de decidir libremente si votar o no, sin la obligación de hacerlo coactivamente. Esto me parece muy positivo, al contrario, por ejemplo, de la opinión de Marta Lagos, invitada preferencial de esta noche en Televisión Nacional de Chile, quien llena de amargura no encuentra nada rescatable de la jornada durante horas en pantalla.
Dos. La abstención es una opción política, que contiene una advertencia a la institucionalidad política y sus actores, una advertencia de que se rechaza el juego establecido, con sus normas y usos. Más que nihilismo, en la abstención hay contenido, uno de ellos es la creencia en la inutilidad del voto, y la creencia de que la propia ausencia no va a incidir en lo más mínimo en el resultado, al contrario, la dejación puede ser un pequeño gesto y postura de no querer ser parte del engaño. Hoy, en la elección municipal, este presupuesto resultó en buena parte falso, porque quienes fueron a votar decidieron en muchos casos asuntos importantes, y muy significativos. Los abstencionistas oficiales, no consideraron las peculiaridades de la elección municipal, o se negaron a considerarlas por un principio doctrinario de no acceder a las instituciones del estado. Es lo que piensa, creo, un porcentaje no menor de los nuevos inscritos jóvenes que no votaron. Plantean al debate el tema de la democracia participativa y la democracia representativa, y la relación entre ambas. De aquí se deriva la necesidad urgente de reformas políticas, sistema electoral y demás. Lo más cuerdo y sano, sería inventar un método inédito de proceso constituyente que desemboque en una asamblea constituyente elegida mediante el voto bajo reglas semejantes a una elección municipal, sin binominal, que sea una asamblea plural y no limitada a la representación partidaria, también con candidatos tipo Josefa Errázuriz.
Tres. La derrota del coronel Dina Cristian Labbé en la comuna de Providencia marca un antes y un después en la larguísima marcha de la transición a la democracia en Chile. El largo camino para llegar a ser un país digno. Es un buen paso. El odio que destiló al despedirse ese horrendo ex militar reconociendo su fin en la política, contrasta violentamente con la actitud de Josefa Errázuriz, la candidata triunfante. Su triunfo no es menos importante que la derrota de Labbé. En su calidad de mujer el infame la comparó con la serpiente del paraíso, que había tentado a los engañados votantes. Miserable el belicoso Labbé. La gesta de Josefa es inédita en la política chilena. Una dirigenta social de base, con talento, las cosas claras, principios democráticos, es candidata gracias a un proceso modesto de primarias que, por sus características y contenidos concretos, logra encender una opción nueva y novedosa, amplia en pluralidad y propuestas. Para seguir su ejemplo hay que superar egoísmos que no son fáciles de vencer.
Cuatro. Las Victorias de Carolina Tohá en Santiago, y Maya Fernández Allende, son significativas e importantes. Ambas son hijas de personas que murieron a raíz del golpe de estado. José Tohá asesinado por lo militares, y Beatriz Allende deprimida en el exilio se quitó la vida. Sus victorias son una reconciliación con la memoria maltratada de Chile, y un soplo nuevo en la accidentada y frustrante política de los partidos Socialista y Por la Democracia en la transición. En el caso de la comuna de Santiago, donde vivo, esperamos que la alcaldesa Tohá oriente su labor siguiendo el derrotero que le señalen los vecinos desde la base, cosa que no hizo su antecesor, caracterizado por imponer sus puntos de vista e intereses.
Cinco. El triunfo de Daniel Jadue en Recoleta, y el casi triunfo de Camilo Ballesteros en Estación Central, ambos candidatos del partido Comunista junto a la Concertación, son una gran noticia para la democracia en construcción.
Seis. La derrota de Joaquín Lavín León en Maipú, es también una buena nueva en cuanto a la sobrevivencia del buen criterio en Chile.
Siete. La lección principal del día de hoy, es que hay que encaminarse a realizar reformas políticas de calado. De no ser así, el daño será grave para la sociedad en su conjunto, la grieta entre la sociedad y el mundo oficial y dominante no soportará seguir acrecentándose.