Condenado a 10 años por robo con intimidación y a 4 por homicidio frustrado contra un fiscal y 541 días por ley de seguridad interior del Estado , Héctor Llaitul Carrillanca, uno de los últimos comuneros mapuches condenados por la justicia chilena, conversa en exclusiva con La Chispa sobre la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco-Malleco (CAM), sus lineamientos y formas de acción, la coyuntura nacional, la izquierda y sobre las nuevas expresiones mapuches como la FEMAE y la ENAMA. El histórico dirigente nos plantea su visión, sus críticas y las razones para reafirmar su opción en la causa mapuche.
Nuevamente el conflicto mapuche aparece en las páginas de la prensa oficialista. El incendio de Carahue y las últimas acciones realizadas en Ercilla han comenzado una campaña que, liderada por el Ministerio del Interior y la Fiscalía Nacional, busca establecer una nueva ofensiva de criminalización a la causa Mapuche. La “Cumbre de Seguridad por el conflicto mapuche en La Araucanía” es su nombre; Rodrigo Hinzpeter y Sabas Chahuán sus actores principales.
Una semana después de la entrevista, un nuevo allanamiento en el módulo de los presos políticos mapuche tuvo lugar en la cárcel de Angol. El mismo donde Héctor Llaitul, comunero mapuche y uno de los dirigentes de la CAM, nos recibió y entregó una versión distinta del conflicto. Esto es lo que nos contó.
La lucha mapuche, la izquierda y el libro con Jorge Arrate
Comenzando la conversación en el modulo que comparte con Ramón Llanquileo y Jonathan Huillical, Llaitul nos comenta sobre su relación con Arrate y el próximo lanzamiento de un libro de conversaciones con él, sobre la causa mapuche y su lucha por la autonomía.
“Una de las cosas que hay que considerar en el debate es la mirada cosmovisionaria del conflicto mapuche, que a veces no se entiende desde la perspectiva occidental, por eso es necesario explicarla y para ello he pensado en hacer un libro. Yo no soy bueno escribiendo, me cuesta, aunque para discutir soy mejor, por eso necesito a alguien que me confronte, y Arrate cumple esa función, no significa que compartamos las mismas ideas, al contrario ese es el objetivo de un debate”, nos dice.
“En primer lugar, acepté la relación con Arrate en su calidad de escritor, pero considerando también que en lo político, “Arrate se ha ido izquierdizando cada vez más”, según Llaitul. “Con el tiempo, se volvió un crítico de la Concertación, abandonó el PS, constituyó al MAIZ y se salió nuevamente. Paralelamente, se acercó silenciosa y desinteresadamente a la causa de la libertad de los presos políticos mapuche. A pesar de que no sabía mucho del tema, se la jugó durante el proceso judicial que enfrentábamos, nos dio su apoyo durante en la huelga de hambre y realizó gestiones por nosotros, tocando puertas y echándose gente encima. Creo que se volvió un simpatizante de la lucha autonomista, en particular de la CAM. Nos gustaría que esto sucediera también con la izquierda chilena en general, que tiende a subestimar la causa mapuche”.
“A la izquierda clásica le cuesta reconocer el trabajo que ha realizado la CAM, un trabajo que se ha hecho sin ellos y que obedece a una construcción propia, distinta a la de la izquierda clásica reduccionista que tiende a objetivar todo, y que no le da valor a los elementos subjetivos como la cosmovisión y la cultura. El problema es que la izquierda en Chile y en Latinoamerica ha tomado mucho el pensamiento extranjero, sin tener una visión propia”.
– ¿Son más de la línea de autores como Mariátegui, entonces?
“Efectivamente, Mariategui planteó “Ni calco ni copia, sino creación heroica”. Del mismo modo rescatamos el pensamiento desde dentro, como lo planteado por Lipschutz (Científico chileno-letón, autor de “El problema racial en la conquista de América”, “De Francis Bacon a Carlos Marx y otros ensayos”, entre otros). Yo seria de la línea de la creación en la izquierda, de la visión latinoamericanista, pero indiana no indigenista, porque lo “indigenista” es una visión desde fuera, que intenta representar al “indio” y que promueve su integración. En lo “indiano”, el indio reivindica desde su propia cosmovisión. Un ejemplo de la mirada indigenista, de la izquierda, es el periodo de la Unidad Popular, donde el tractor era nombrado “Ho Chi Minh” o “Che Guevara”, y en el mismo territorio mapuche, los asentamientos de la CORA, tenía nombres como “Luis Emilio Recabarren”. Esto hacía que los mapuche se constituyeran como parte de una sociedad mayor, desde fuera, es decir, el movimiento progresista y de izquierda los hacía integrarse a su proyecto de sociedad, lo que a su vez influía en que nuestra cultura se fuera perdiendo”.
– A diferencia de otras organizaciones mapuche, hay un énfasis en la CAM del carácter anticapitalista de la lucha. ¿Puedes explicarnos mejor eso?
“La CAM se volvió un referente al interior del movimiento mapuche, principalmente, al definir su carácter anticapitalista y a la vez, anticolonialista y antiimperialista. Lo cual obedece al análisis histórico que desarrolla la CAM al momento de constituirse como organización. De esta forma identificamos tres procesos de invasión. El primero fue la de los españoles, la segunda, la del Estado Chileno en 1881, con la “Pacificación de la Araucanía”, y el tercero y actual, que es la invasión del capital, que genera un proceso de transnacionalización de la territorialidad mapuche, y de ahí se desglosan todos los conflictos con las forestales, las hidroeléctricas, el derecho de las aguas, el mar, el subsuelo, etc..”
“Nuestra lucha es necesariamente anti-capitalista porque si no es de esta forma, es imposible la reivindicación de lo propio, no hacerlo es un absurdo. En primer lugar, nuestro pueblo jamás tuvo relaciones productivas de tipo capitalistas, su cosmovisión lo impide, el capitalismo contradice nuestras formas de vivir. Segundo, los responsables del despojo y destrucción de nuestro Wallmapuche son, principalmente, las inversiones capitalistas, porque su naturaleza es esa, destruir para acumular. Por otro lado, no podemos estar solamente contra el Estado Chileno, desde una lógica sólo nacionalitaria, puesto que éste es parte del mismo entramado y responde a los intereses del sistema capitalista neoliberal. Otras organizaciones también se plantean la autonomía, pero la particularidad de la CAM es que se basa en la territorialidad, porque no existe autonomía sin territorio, y como partimos de la territorialidad chocamos ineludiblemente con los intereses capitalistas, es una realidad. Por ultimo, planteamos el control territorial contra el capital y para reconstruir nuestras propias formas de relaciones, entre mapuche y con su entorno, que bajo ningún pretexto pudieran ser capitalistas.”
– Es decir, la táctica política en ese sentido se ha planteado de resistencia y control territorial frente a la inversión capitalista. En esa línea, ¿De qué manera estas tácticas hacen sentido en las comunidades? ¿Cómo se trabaja esto en la cotidianidad tomando en cuenta los mecanismos de cooptación y colonialismo ideológico?
“El trabajo que se realiza, más allá de la confrontación, tiene que ver con la reafirmación de la identidad, de aspectos culturales y valóricos. Hay mucha gente haciendo trabajo día a día en las comunidades. Así, lo cultural pasa a ser un motor de cambio. Entonces, uno se detiene y se pregunta ¿Qué somos? ¿De dónde venimos? Y en ese sentido uno de los logros de la CAM y el movimiento mapuche en general, es que ha promovido la autoafirmación étnica nacional. Si te fijas, ahora hay muchos más niños (as) con nombres mapuche, las mujeres jóvenes y niñas han vuelto a vestir sus prendas y lo hacen con orgullo. Entonces, hoy existe una mayor consciencia de un mundo propio, justo y sano, que hay que pelear por ello, y eso permite plantear la idea de la liberación de una nación”.
“Al mismo tiempo disputamos territorialmente, porque a diario las comunidades están en permanente roce con las inversiones, por sus caminos pasan los camiones cargados de madera, sus lugares sagrados son inundados y se levantan centrales hidroeléctricas, en sus subsuelos se realizan exploraciones mineras, por tanto, la resistencia es una actitud natural en nuestra gente, es desde ahí donde se recupera la dignidad y genera una reacción en las comunidades, de manera que existe una potencia interna que colectivamente puede llegar a ser muy fuerte”.
“ Hay diversas experiencias, pero obviamente todos los procesos tienen altos y bajos, pues la política de la “zanahoria” tiene grandes recursos para cooptar dirigentes y su avance es silencioso, a diferencia de la del “garrote”. Hay algunos dirigentes que no quieren dejar de aparecer, públicamente, como consecuentes, lo que tiende a confundir. Nunca hay que olvidar aquella premisa cristiana, pero muy valida que dice, “por sus obras los conoceréis”, así como puede haber procesos en los cuales hay “mucho ruido y pocas nueces”, hay que ir y mirar con profundidad, mirar si realmente hay confrontación con el sistema, si se está dentro de los fundos reivindicados, recuperándolos y desarrollando el control territorial, si se esta practicando la autonomía o se está recibiendo proyectos, subsidios y se sigue bajo la tutela del estado”
– ¿Y qué piensan del caso en que son los mismos mapuches los que oprimen a otros mapuches? ¿Cómo empresarios mapuche o mapuches contratados por transnacionales?
“Ese es un tema complicado, ya que hoy está ocurriendo un fenómeno donde muchos se consideran autonomistas, lo que explicamos antes por ejemplo en el ENAMA (Encuentro Nacional Mapuche) hay varios que se proclaman “nacionalitarios”, pero que quieren reproducir el capitalismo, o no quieren perder los beneficios que a ellos les a dado este sistema. Creen en el desarrollo, desde la óptica occidental, pero sin perder la identidad o mejor dicho, algunos aspectos de nuestra identidad. La formación de elites y burguesías nativas son fenómenos característicos de la mayoría de los procesos de liberación nacional. Elites y burguesías impulsan, alientan y muchas veces financian dichos procesos, pero para sus propios beneficios y estatus dentro de la nación emergente. Sin embargo, en el caso mapuche, esto no corresponde a lo que antiguamente se pensó, eso no ha existido nunca en la historia mapuche, no existen experiencias de explotación hacia otros o de acumulación de riquezas, en manos de unos pocos y en desmedro de otros. Esto puede traducirse en la creación de una oligarquía mapuche, lo que como CAM rechazamos categóricamente”
– En relación a las nuevas formas de organización mapuche ¿Qué piensas del partido político mapuche Wallmapuwen y la FEMAE (Federación de Estudiantes Mapuches)?
“Con Wallmapuwen se podría decir que coincidimos en algunos planteamientos autonomistas, pero no en el cómo. Tampoco tenemos clara su posición frente al sistema capitalista. Nosotros no trabajamos dentro de la institucionalidad, la desconocemos. La principal diferencia es que nosotros nos jugamos por la disputa territorial, arriesgando junto a las comunidades y no desde los espacios urbanos. Ellos reivindican los canales y formas de la institucionalidad política winka, como la vía electoral para integrase a un municipio o congreso. Nosotros estamos contra la integración, buscamos recuperar el tejido social y político propio, para eso hay que partir por lo territorial. Junto a lo anterior también promueven al “intelectual y profesional mapuche” como un fin en si mismo, como otro tipo de elite, nosotros en tanto, apostamos por el militante de comunidad y, el rol de los intelectuales y profesionales o técnicos, debe responder a ese mismo planteamiento, sin privilegios de ningún tipo”
“Dicho de otra manera, lo que están haciendo Wallmapuwen o FEMAE, es poner “la carreta delante de los bueyes”. Se enfrentan a la institucionalidad sin tener nada y el Estado los coopta, los hace jugar en su cancha. FEMAE, plantea el reconocimiento de la educación intercultural en las universidades y se suman a las reivindicaciones del estudiantado en general. Pero esta idea de la interculturalidad más que liberarnos, nos hace entrar a la institucionalidad y a confrontarla en desigualdad de condiciones. Sin duda la educación occidental, como institución, es un derecho y para nosotros una herramienta que nos puede servir mucho (como el caballo sirvió a Lautaro), pero no es una reivindicación como Pueblo Nación Mapuche”
La crítica es también a formas de lucha que creemos no son asertivas, el derecho político de nuestro pueblo va en confrontación al Estado Capitalista, y siempre desde las comunidades”.
– ¿Qué sentido tiene la demanda territorial para el mapuche que se encuentra radicado en la ciudad?
“Debería significar todo, pues la migración es una realidad producto de la pérdida del territorio, del desarraigo y con el, de la identidad. Ahora, como CAM, tanto por el principio territorial, como por aspectos cosmovisionarios, el llamado es obvio, la gente debiera volver. Pero también tenemos sentido de la realidad, no se está planteando volver al pasado, se plantea volver a los principios del mundo mapuche, a reencontrarnos, y entendemos que es un proceso, sobre todo para generaciones de mapuche que han vivido y se han reproducido en la ciudad. Es por este cuestionamiento, tal vez, que mucha gente de la ciudad no tiene sintonía con los postulados de la CAM. La conformación de una identidad necesita de una territorialidad. Si uno rompe con los vínculos territoriales, pierde la identidad mapuche. Sin embargo, en el ámbito rural, hay también muchas reducciones que funcionan como juntas de vecinos y vemos como se dividen aun más conformando “comunidades” a través de la Ley Indígena vigente, una Ley que promueve la atomización y subdivisión de las ya reducidas comunidades. Nosotros decimos que hay que reconstruir el Lof, lo que el mapuche entendía por comunidad, y para eso hay que recuperar territorio. No se puede construir el mundo mapuche fuera de la territorialidad ancestral. Se trata de emparentarse como los viejos lo entendían, no sólo entre las personas, sino con la naturaleza, con las aguas, los cerros, los bosques, es lo que al mapuche le da su identidad. Se busca reconstruir el Tugun (espacio) y el Kupalme (parentela) y esto en la ciudad no se puede, ya es difícil en nuestros campos devastados por las inversiones, menos aun es posible en la ciudad”
– ¿Qué rol le atribuyen a los instrumentos internacionales de derecho como el Artículo 169 de la OIT o el Convenio Internacional de Derechos Humanos (CIDH)? ¿En qué medida apoyan su lucha?
“Si bien mecanismos como estos están controlados por la institucionalidad global, que todos sabemos a que responde. En las actuales condiciones no podemos descartar estas tribunas de denuncia y posicionamiento de la lucha mapuche en el concierto internacional. Ningún pueblo que busca su libertad lo ha hecho, ni los procesos de liberación nacional, ni tampoco los procesos revolucionarios. Especialmente, cuando somos dominados por un estado cuyos estándares de respeto a los derechos humanos es bajísimo, menos aun si se refiere a los pueblos originarios. La perspectiva de los derechos humanos, es sólo una arista, nuestra lucha no podemos reducirla ni encasillarla en esa línea. Lo que nos interesa es el posicionamiento de la causa mapuche a nivel internacional. Sin duda los pactos y convenios debemos utilizarlos como herramientas jurídicas, pero no son lo fundamental, de hecho estos no se aplican si no existe una correlación de fuerzas favorables, si no existe movilización y lucha que obliguen a su aplicación”
– En un trabajo recientemente publicado, Fernando Pairicán plantea la tesis de que el gran fracaso de la CAM fue que no generó un movimiento mapuche amplio, permitiendo que el Estado los aislara y pudiera atacarlos de forma direccionada. ¿Qué piensas de esa idea?
“A ver, el periodo post dictadura y en los que gobernó la Concertación, fue un escenario muy difícil para construir organización y espacios revolucionarios. Le ocurrió también a lo chilenos, de hecho, luego del término de la dictadura, organizaciones con más trayectoria vivieron este proceso y fueron desarticuladas por el trabajo de inteligencia y campañas de deslegitimación, lo que no permitió el surgimiento de un proyecto político más avanzado”
“De hecho, la CAM surge durante ese periodo, cuando la mayoría de las organizaciones mapuche estaban cooptadas por las políticas de “Nuevo Trato”, cuando algunas de ellas, inclusive, vinculadas a la izquierda, nos hacían contra propaganda acusándonos de derechistas, por luchar en democracia. Para nosotros, la Concertación fue la continuidad de la dictadura. Yo peleé en los ’80 contra la dictadura, y te puedo decir que nunca apliqué tantas tácticas conspirativas como durante los gobiernos civiles, cuando la Oficina y sus colaboradores causaban estragos en las organizaciones de izquierda chilenas. La Concertación fue un periodo muy difícil para trabajar, debido a campañas mediáticas, montajes, operaciones de inteligencia, infiltraciones para generar división (que se lograron en algunos casos). Por otro lado, los dirigentes de las agrupaciones mapuche tenían, en su mayoría, militancia en la Concertación o en el PC”
“En segundo lugar, efectivamente, como CAM perdimos una base social amplísima, por la necesidad de operar desde la clandestinidad, lo que protege a los cuadros y militantes, en términos de seguridad, pero te quita posibilidades de trabajo, de llegar a ciertos espacios donde comenzaron a llegar otros(as), justamente, los que no estaban a favor de la línea de la CAM, que influyeron en que varias comunidades dejaran sus recuperaciones “de hecho” e iniciaran procesos de negociación a través de la CONADI, esto llevó a grandes divisiones y conflictos fraticidas que se mantienen hasta el día de hoy”
“Por otro lado hubo una campaña de criminalización de la causa mapuche, pero apuntada y direccionada claramente hacia la CAM. Es lamentable decirlo, pero inclusive, varios de nuestros militantes frente a situaciones de persecución, como por ejemplo, durante los juicios o ya estando presos, han renegado de la CAM. También hubo represión indiscriminada hacia las comunidades, allanamientos violentos, con decenas de detenidos, que finalmente eran absueltos, regando el temor en las comunidades de lo que les podía pasar si trabajaban con la CAM, es decir, la política de “quitarle el agua al pez”. Estas son algunas de las razones, para explicar y comprender los diversos proceso sobrellevados por la CAM.
“Ciertamente, podríamos haber seguido siendo una organización amplia de comunidades, pero tal vez, para eso tendríamos que haber renunciado a varios de nuestros principios y a nuestra línea política. Podríamos haber aceptado que las comunidades realizaran negociaciones y recibieran subsidios y proyectos, pero preferimos dar un paso al lado cuando esto ocurría. Autocriticamente, podríamos decir que no fuimos capaces de convencer y tal vez, fuimos muy intransigentes”
“Aún así la CAM lleva más de diez años de existencia y ha logrado adaptarse a las circunstancias, sin perecer y sin abandonar sus postulados”.
“De esta forma, en los últimos años, se ha desarrollado la política de construcción de órganos de resistencia territoriales, basado en la figura de los weichafe, que han dado continuidad a la lucha, después de un periodo de reflujo, siendo un elemento subjetivo muy importante para el desarrollo de nuevos conflictos y la continuidad de otros. También hemos desarrollado alianzas y acompañamientos a comunidades y organizaciones mapuche en lucha, muchos longko y jóvenes cona, de diversos territorios, nos invitan o visitan para conocer nuestra opinión respecto de sus conflictos. Lo realmente importante es que seamos capaces de seguir aportando al movimiento mapuche, con ideas, estrategia, formación y autodefensa.”
La ética política de la CAM
“Ahora, hay una cosa bien importante que quiero mencionar”, quiere agregarnos Llaitul. “Y tiene que ver con que la CAM también se caracteriza por una “ética política” que no ha sido suficientemente reconocida. En primer lugar, nosotros tenemos claro que nuestros enemigos principales son las forestales, los poderosos, por lo tanto, no tenemos una línea de confrontación indiscriminada contra parceleros y campesinos. De hecho, estamos en contra de eso. Atacar a los más débiles, aunque estén en territorio mapuche, es una actitud asegurada que no responde a la ética de un weichafe. Esa línea nunca ha existido en la historia de la CAM”.
“Y esto viene de un análisis económico e ideológico, y es que el campesinado es un sector también oprimido por el sistema y desfavorecido por este, algunos de ellos viven en territorio mapuche debido al proceso de Reforma Agraria. El poder está en los grupos económicos y trasnacionales. Probablemente, muchos de los pequeños agricultores chilenos tienen un discurso de derecha, sobre todo en la novena región, pero el mismo sistema también los perjudica”
“La CAM apunta a aquellos que infraganti están en la destrucción de nuestros territorios, algunos sagrados, avanzando sobre las comunidades, pero no contra las personas si no contra los bienes de las empresas. Por eso se habla de una línea de autodefensa, no hay una línea ofensiva. La CAM tampoco busca derramar sangre, y siempre hemos sido muy cautelosos (as) con eso, por lo que puede significar para las comunidades”
“ Hay también una ética del weichafe, que no puede caer ni rayar en lo delincuencial y si algún cona ha cometido abigeatos, robos, u otros ha sido expulsado. Menos aun vamos a reivindicarlo como preso político mapuche. Por nuestra disciplina jamás hemos tenido algún hecho de sangre o de otro tipo que ensucie nuestra causa. Acá se quiere hacer un deslinde categórico con actos que no compartimos y que sólo deslegitiman nuestra lucha”
– En base a lo conversado sobre la relación entre los mapuches y los pescadores no-mapuches en torno a una demanda común, ¿cuál crees tú que es el rol de ustedes dentro de la lucha revolucionaria en Chile? ¿Cómo ves las perspectivas dentro de una lucha política conjunta?
“Nuestra lucha podría confluir con la lucha de los oprimidos, porque entendemos que el enemigo es común. Por ejemplo, la ley de pesca, los pescadores debieran tener una política de control territorial, pues son trabajadores, no se enriquecen, sino que subsisten. Más que solidaridad, se trata de defender estratégicamente la territorialidad, y si dicha defensa se puede compartir, que se comparta. A nosotros nos da gusto cuando la lucha se clarifica, cuando hay golpes certeros”.
“Personalmente, creo que falta harto para una lucha revolucionaria en Chile, o al menos para que estén esas condiciones subjetivas y de organización. En ese contexto no puede descartarse nada y pueden hacerse propuestas más claras. Pero se necesita la vivencia, no sólo el discurso”
“Efectivamente, se han dado importantes expresiones de lucha en distintos ámbitos sociales, pero la mayoría a terminado pactando logros dentro del mismo orden y sin transformaciones de fondo. Hay que trabajar para dar ese salto cualitativo y para eso es muy importante la organización revolucionaria, para transformar el movimiento social en un movimiento político”
“Se perfilan interesantes procesos, y es necesario que exista una referencia para una claridad mayor. Para esto se necesita un pensamiento más acabado que se manifieste en expresiones reales de luchas, que tengan una inserción real. Vemos que los partidos políticos actuales son una práctica agotada. Por ejemplo, el debate entre Salazar y Vallejo confirmó esa situación. Por otro lado hay organizaciones que se han dedicado a las Universidades, abandonando el mundo popular”.
“Para construir desde los oprimidos tiene que haber una definición de ser y vivir en el pueblo, como pobre, y construir desde ahí. Vemos que aun no hay maduración, no hay cambio político. La izquierda tradicional perdió su base y además perdió su consecuencia, es más bien una renuncia, un reacomodo, un que hacer político desde posiciones más cómodas que no representan ni un riesgo. Tiene que existir consistencia en las dirigencias y asumir los costos y consecuencias que esto implica”.
Movimiento estudiantil
Sin lugar a dudas debemos un reconocimiento a la lucha que han desarrollado los estudiantes cuya expresión revitaliza las ideas de justicia y el cuestionamiento al modelo neoliberal, que en el caso de la educación hace estragos en muchas familias.
Con mucho respeto señalamos que sentimos mayor simpatía por el movimiento secundario, por varias razones, en primer lugar por que se perciben menos intervenidos, por otro lado manifiestan una actitud más combativa, y porque son un movimiento menos elitista y más ligado al mundo popular, la mayoría de los hijos e hijas de los trabajadores sólo terminan la enseñanza media, por lo tanto, las transformaciones deben partir desde ahí, una demostración muy acertada de ello fueron las ultimas movilizaciones las cuales no se centralizaron en Santiago si no que se expresaron en diversas comunas, creemos que la vinculación a las organizaciones territoriales es fundamental.
De los universitarios observamos, en el ultimo tiempo, cierto freno a las propuestas iniciales, podría haber un agotamiento natural y/o un viraje hacia posturas más cómodas políticamente. Movimiento que también puede estar cruzado por el tema electoral, que para algunos dirigentes emblemáticos (as), puede ser ahora su prioridad.
Lo positivo es que desde hace años que no se realizaban manifestaciones tan masivas y transversales. Al mismo tiempo las tomas y asambleas han permitido el desarrollo de discusión y debate en una generación que se está politizando cada vez más pero menos intervenida por los reduccionismos y maquinas de los partidos políticos tradicionales. Es una gran oportunidad para la construcción revolucionaria y la creación heroica, como decía Mariategui.
Sinceramente esperamos la continuidad de este movimiento, el cual debería transformarse en un aporte al movimiento social en general, vinculándose a los sectores más golpeados por el sistema desde una perspectiva territorial, anticapitalista y revolucionaria.