Si hubiera que narrar la historia de cómo se puede ser parte de un gobierno socialista (emblemático en el mundo, como el de Salvador Allende), militante de un partido de Izquierda (el Movimiento de Acción Popular Unitaria, MAPU), ser víctima del derrocamiento del gobierno por un golpe militar (y de los peores, el de Pinochet), caer preso o saltar el muro de una embajada, salir al exilio con las patas y el buche, y ahora -casi 40 años después- ser magnate, o al menos pujante empresario capitalista, habría que contar la historia de estos cuatro hombres: Carlos Fernando Flores Labra, Oscar Guillermo Garretón Purcell, Enrique Correa Ríos y Eugenio Leonardo Tironi Barros.
Salvo Flores, que tiene un partido propio -Chile Primero, aliado de la alianza derechista-, los tres últimos aspiran a formar parte -junto a otros 29 firmantes del documento De cara al futuro difundido en junio- de un bloque transversal de centroizquierda para el próximo asalto a la Presidencia de la República. Se trata de un texto programático con propuestas de reformas electorales, tributarias y educacionales. “En un mundo donde a la creencia ramplona de que ‘crecer’ es un verbo de derecha y ‘distribuir’ lo es de Izquierda, opusimos una visión en que crecer y distribuir se condicionan y se potencian, echando las bases de un equilibrio dinámico entre Estado, mercado y sociedad civil…”, afirman en ese texto.
Tironi y Flores son reformadores del capitalismo, pero obvio, desde dentro. El primero desde el ámbito de la gestión comunicacional y de la responsabilidad social empresarial. Tironi cree que las empresas pueden hacer negocio pensando en el bienestar de todo el mundo, es decir, de los que llama stakeholders de una empresa, es decir, los grupos de intereses o diversas partes interesadas o afectadas por una empresa: propietarios, gerentes, empleados, proveedores, clientes, acreedores, sociedad y gobierno. Flores, maestro de la neurolingüística y de la informática, es reformador haciendo eficiente los flujos de información (la “conversación”) al interior de los componentes de una empresa. Tiene a su haber la llamada “Internet de Allende”, un innovador y precursor esfuerzo de coordinación y planificación usando la tecnología de la época llamada Cybersyn. Estaba destinado a aplicar la cibernética a la gestión de las redes industriales chilenas, uno de los primeros intentos mundiales de usar las comunicaciones computacionales en la gestión a gran escala, inclusive “monitoreando el futuro”.
Correa y Garretón, entretanto, al parecer son usuarios del sistema capitalista, sin mayores pretensiones mesiánicas. Tironi es consciente de su vocación misionera de levadura en la masa: “Una cuestión que es quizás del Saint George’s y de la Católica”, ha dicho.
Es curioso como la Fundación Paz Ciudadana, cuyo presidente es Agustín Edwards Eastman, dueño de El Mercurio, y uno de los directores es Eugenio Tironi, es hoy un centro de unión de quienes en 1966-1967 se enfrentaron en dos grupos antagónicos: gremialistas y reformistas, estos últimos bajo el lema “El Mercurio miente”, antagonismo que fue literalmente mortal durante el golpe militar y la dictadura de Pinochet. Es así como además de Tironi vemos a Enrique Correa (que en la época de “El Mercurio miente” era presidente de la Juventud Demócrata Cristiana) como miembro del consejo consultivo de Paz Ciudadana a renglón por medio de Carlos Cáceres, y a Oscar Guillermo Garretón un poco más abajo. En la misma lista de los socios de Edwards están Guillermo Luksic, Horst Paulmann (Cencosud) y Julio Ponce Lerou (Soquimich, ex yerno de Pinochet). Otro antiguo líder de los estudiantes de la Universidad Católica, José Joaquín Brunner, es el asesor del directorio de la Fundación haciendo causa común con Carlos Alberto Délano Abbot (Grupo Penta) y con Alvaro Saieh (Grupo Saieh), mientras Bernardo Matte (Grupo Matte) es vicepresidente y tesorero y Sergio Bitar, ex ministro de Allende, Lagos y Bachelet, ex Izquierda Cristiana y hoy una de las grandes fortunas que financian el PPD, es vicepresidente y secretario.
Digamos que más que combatir la delincuencia, la Fundación Paz Ciudadana podría bien llamarse Fundación Reconciliación Nacional. Porque además de los nombrados están allí dirigentes connotados de la DC, de la UDI y RN, entre otros. Así los grupos económicos dueños de Chile y la llamada “clase política” están reunidos bajo un mismo toldo. Sólo falta Fernando Flores, lo que no deja de ser un mérito.
Cómo no podemos escribir un libro en dos páginas de Punto Final, vamos a una breve ficha de cada uno de nuestros cuatro protagonistas. ¿Por quién comenzamos?
EUGENIO TIRONI
Ex militante del MAPU Obrero Campesino (o MAPU Gazmuri) -llamado Martín en la clandestinidad, antes de exiliarse en 1974-, es hoy un próspero empresario comunicacional y lobbysta que asesora a otros empresarios, infinitamente más prósperos que él. En una difundida defensa de su cargo como director de Enersis, sostiene que en 1994, tras terminar su asesoría al gobierno de Patricio Aylwin, en el que fue director de la Secretaría de Comunicación, “…en vez de seguir la carrera política, como todo el mundo presumía que tenía que ser, prefiero volver a la sociedad civil, pero no a una ONG, sino a este artefacto que lo encuentro fascinante por la capacidad de transformación que tiene, que es la empresa”. Lo interesante de este párrafo es la identificación de la empresa con una suerte de “cañón de futuro”, parafraseando a Silvio Rodríguez, aunque sus adversarios duden de que sea para ir “matando canallas”. “Cuando me metí en esto, me metí bajo sus reglas, con el ánimo de reformarlas; soy un capitalista reformador”, asegura.
Por lo que se puede observar dado el carácter de su holding Tironi & Asociados, en el que desarrolla una línea de gestión de imagen corporativa usando como herramientas principales la comunicación organizacional y estratégica, y la responsabilidad social empresarial (a través de Gestión Social S.A.), su reforma del capitalismo apunta a hacerlo menos depredador de las personas -convenciendo a los empresarios que la explotación exagerada es un mal negocio-, y menos depredador de su entorno societal y ambiental, promoviendo estándares internacionales de transparencia y gestión del entorno.
Citando a Dominic Barton, líder mundial de McKinsey -consultora global de negocios que presta servicios a dos tercios de las compañías del Fortune 1000-, dice que es necesario tirar por la borda a Milton Friedman, quien asegura que “la responsabilidad social de la empresa es aumentar sus beneficios” sin mirar más allá de sus narices, y declara que ello es cortoplacista. Sostiene, por tanto, que la empresa “debe servir los intereses de sus stakeholders o grupos de interés tanto como los de sus accionistas”. Lo que si de verdad se cumpliera, implicaría una suerte de social-capitalismo, ya que la plusvalía se redistribuiría de manera más equitativa. Un ejemplo de lo anterior es el intenso trabajo que está realizando Gestión Social S.A. en el Valle del Huasco, en Freirina, para lograr la reconciliación entre la comunidad, compuesta por 21 instituciones vecinales, y Agrosuper, el negocio de Gonzalo Vial Vial y familia.
Tironi ha destinado para el trabajo en Freirina a dos de sus expertos: al administrador público Juan Pedro Pinochet (gerente general de Gestión Social, quién además es director de El Dinamo, director de la Corporación Participa, y ex director ejecutivo de Un Techo para Chile y de Un Techo para Mi País), y a la antropóloga y magíster en comunicación social de la Universidad de Chile Valeska Naranjo, directora de Relaciones con la Comunidad, área creada en 2009 para trabajar en los territorios donde las empresas tienen sus proyectos y plantas, para armonizar las relaciones con las comunidades circundantes. La idea es que, renovada con tecnología de punta y sin olores que molesten a la población, la planta faenadora de cerdos de Agrosuper pueda estar funcionando tiqui-taca a fines de septiembre. Mal que nos pese, estamos ligados a Agrosuper por el estómago, ya que es productora del 73 por ciento de los salmones que se consumen en Chile, del 64 por ciento de los cerdos y de la mitad de los pollos. Tanto así, que al año vende más de dos mil millones de dólares en esos productos.
En el cumplimiento de su misión reformadora del capitalismo, el holding Tironi & Asociados, a través de Gestión Social S.A., trabaja con aliados estratégicos. Uno de ellos es la jesuita Universidad Alberto Hurtado, con la que desarrollan en conjunto el servicio Integridad y Empresa, perteneciente al Programa de Etica Empresarial y Económica (PEEE). Otro de sus aliados es el capítulo chileno de Transparencia Internacional, Chile Transparente. También la organización Business in the Community (BITC), empresas comprometidas a integrar valores y compromisos de responsabilidad social en sus prácticas de negocios. Esta red tiene socios en Europa, Asia del Pacífico, Latinoamérica y Norteamérica. Son también aliados estratégicos la organización sin fines de lucro Acción RSE, que agrupa a empresas chilenas; The Global Compact (o Pacto Global de las Naciones Unidas), iniciativa que promueve el compromiso Diez Principios de Conducta y Acción en Materia de Derechos Humanos, Trabajo, Medio Ambiente y Lucha contra la Corrupción; la CSR360 Global Partner Network, una red de organizaciones independientes que trabajan en el campo de la RSE, y Global Reporting Initiative (GRI) organización en red que promueve el desarrollo de reportes de sostenibilidad.
En este espíritu, sus principales clientes son, por orden alfabético: AES Gener, Aguas Andinas, Aguas Nuevas, Arcadis, BancoEstado, Cencosud, Chilevisión, Colbún, E-CL, Enaex, Endesa Chile, Enjoy, Essbio, Nuevosur, Finning CAT, HidroAysén, HydroChile, Itaú, La Araucana, LAN, Minera Escondida, Relsa, Saesa, TPI. Si bien las oficinas están ubicadas en Santiago, Gestión Social cuenta con una cartera de clientes en diferentes ciudades, como Iquique, Antofagasta, Rancagua, Concepción, Temuco, Coyhaique y Punta Arenas, además de muchas empresas con influencia a nivel nacional. A mediano plazo, busca la expansión de mercados a nivel latinoamericano. Los propietarios de Gestión Social S.A. son (desde mayo de 2010) Tironi & Asociados (41,85% de las acciones); Traf S.A., empresa de inversiones propiedad de Juan Pedro Pinochet (20,93%); Javier Zulueta, gerente general (20,93%), Alvaro Riffo, gerente de Relaciones con la Comunidad (10%) y Felipe Machado, gerente de Estrategia y Gestión (6,3%).
La sociedad matriz, Tironi & Asociados, fue fundada en 1994, y desde entonces ha participado en más de 500 proyectos de empresas, instituciones y corporaciones en Chile, Perú, España, Ecuador, Bolivia, Estados Unidos y Uruguay. Tiene oficinas en Santiago (Chile) y Lima (Perú). Tironi & Asociados cuenta con más de 60 profesionales. Para desplegarse por las zonas centro y sur de Chile trabaja desde 1998 en asociación con la empresa Periodistas Asociados, establecida en Concepción. Desde 2010 estableció un consorcio con el Instituto de Sociología de la Universidad Católica (Isuc–Tironi) para desarrollar metodologías en la investigación sobre organizaciones y audiencias. Para su despliegue por América Latina mantiene una red de empresas colaboradoras en Colombia, Argentina, Brasil, México, Uruguay y Venezuela, y desde 1997 una filial en Perú: Tironi & Asociados Perú. Allí ha desarrollado proyectos para más de cien empresas e instituciones públicas y privadas en las áreas de energía, minería, industria, retail, turismo, administración pública, banca y finanzas.
Tironi se cree su propio cuento. El año pasado dijo al Diario Financiero: “No hay doble militancia. Yo soy un empresario. De hecho, en torno a mí trabajan más de cien personas. Lo que ‘vendemos’ son dispositivos para aumentar la capacidad reflexiva de las empresas. Esto implica mantener e incentivar el espíritu crítico sin el cual no hay innovación, creatividad ni adaptación. Este es mi negocio, para usar la jerga económica. O mi vocación, si se prefiere. Si yo les llevara el amén mi labor no tendría sentido. Para eso que contraten a un bufón”.
FERNANDO FLORES
Su nombre completo es Carlos Fernando Flores Labra, ingeniero civil industrial, doctor en filosofía del lenguaje, autodefinido en su biografía como “político, empresario y emprendedor”. También ex MAPU, de la facción del hoy socialista Jaime Gazmuri. Flores fue senador por Tarapacá (2002-2010), miembro de la Comisión de Economía y de la Comisión Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación, director de la Fundación País Digital, fundador de la Fundación Mercator, y fundador y presidente del Colegio Altamira.
En 1970, a los 27 años, fue nombrado director técnico general de la Corfo y simultáneamente director del Banco Interamericano (BID) y presidente del Instituto Tecnológico de Chile (Intec). Con el presidente Salvador Allende sirvió tres cargos ministeriales: de Economía, de Hacienda y Secretario General de la Presidencia. Luego de tres años de prisión política (fue detenido junto a los defensores de La Moneda que sobrevivieron, pues estuvo con Allende hasta el final), se estableció con su familia en Palo Alto, California, y se convirtió en investigador del Departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad de Stanford. Allí, en un trabajo conjunto con Terry Winograd, experto en inteligencia artificial y profesor de ciencias de la computación, escribió un texto de relevancia en el campo del diseño organizacional y fundaron Action Technologies, Inc., pionera en el desarrollo de software. A fines de los 80 desarrolló “Workflow”, un sistema de gestión de flujos y circuitos producido y patentado por Action Technologies, que facilita mejorar la productividad mediante la coordinación y el lenguaje de sus empleados. “Workflow” fue aplicado a multinacionales como Young & Rubicam, General Motors y la IBM. Luego desarrolló el software El Coordinador y pudo hacer una fortuna que la revista Fortune -en un artículo del 8 de junio de 1987- calculó entre 35 y 40 millones de dólares. Para 1991 había vendido más de 100 mil copias del programa, y luego fundó otra firma, Business Design Associates (BDA). En la misma década del 90 hizo un contrato con Cemex, cementera mexicana, y abrió oficinas en Monterrey. Allí se hizo amigo del magnate Carlos Slim -entonces el más rico de América Latina, hoy el más rico del mundo según Forbes en su ranking 2012, con una fortuna neta de 69 mil millones de dólares, superando a Bill Gates que sólo tiene 61 mil millones-.
Invitado a Chile por el gobierno en 1992, fue contratado para asesorar a Codelco, Telefónica, BCI y Sodimac. En 1996, la CTC (cuyo presidente era entonces Oscar Guillermo Garretón) lo contrató para realizar una asesoría de mejoramiento de gestión que se llamaba Proyecto de Cambio y que costó 6 millones de dólares. En 1998 fundó el “Club de Emprendedores”, una suerte de comunidad orientada a reflexionar sobre el futuro y que costaba a los interesados cinco mil dólares anuales. Cuando lanzó su candidatura a senador, la iniciativa quedó congelada. Hoy dedica su energía a las fundaciones AtinaChile, Mercator, País Digital y al Colegio Altamira, que compró en 6 millones de dólares.
OSCAR GUILLERMO GARRETON
Oscar Guillermo Garretón Purcell es ingeniero comercial, economista, empresario, consultor y político. Durante los últimos meses del gobierno de Allende, a fines de 1972, se unió a otros miembros del MAPU para formar la facción más radical, de corte marxista-leninista, el MAPU-Garretón. Hoy es socialista. Fue subsecretario de Economía en el gobierno de Allende y estuvo exiliado en Cuba.
Su trayectoria empresarial es más rutilante que la política: presidente del directorio de Empresa de Transporte de Pasajeros Metro S.A. (1990), sociedad anónima estatal, pues sus dos accionistas principales son Corfo (56,74%) y el Ministerio de Hacienda (43,26%). Después del Metro, al que administró con criterios de empresa privada dirigidos a maximizar las utilidades, Garretón se privatizó. Ha sido así presidente de la Compañía de Teléfonos de Chile -española- y luego presidente de la Compañía de Telecomunicaciones de Chile cuando cambia de nombre. Esta empresa había sido privatizada en 1987. Al salir de ese cargo, declaró: “Más que duplicamos el tamaño de la compañía. Entré cuando valía 3.200 millones de dólares y cuando me fui valía 6.400 millones”. Luego fue presidente de Empresas Iansa, privatizada desde 1988. En ese cargo tuvo la asesoría de Enrique Correa durante la llamada “guerra del azúcar”, con apoyo de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), contra los fabricantes de gaseosas que querían introducir la fructosa en sus productos.
Hoy Garretón es presidente de Ferrocarril del Pacífico S.A., una empresa 100% privada controlada por el Grupo Sigdo Koppers. Participa también en la junta directiva de la Universidad Andrés Bello junto con Juan Antonio Guzmán y Jorge Selume -ambos del Grupo Saieh (ver PF 764, págs, 10-11)- y Julio Bustamante, del Grupo Cruzat.
CORREA & INSULZA
Enrique Correa Ríos figura como director de Cimenta, empresa inmobiliaria, y un holding: Imaginacción Correa & Correa, fundado en 1996, su caballo de batalla para el lobby desde el que, además de los clientes privados, realiza asesorías probono a la Fundación Salvador Allende, Educación 2020, Hogar de Cristo y Museo de la Solidaridad Salvador Allende.
Imaginacción Correa & Correa jugó un rol importante en la elección de José Miguel Insulza -también ex mapucista- como secretario general de la OEA. Hizo lobby con sus clientes ya que la empresa de Correa ha prestado asesoría a gobiernos de Centro y Suramérica. Insulza agradecido lo designa con frecuencia como “observador” de la OEA -con excelentes honorarios- en procesos electorales latinoamericanos. Misiones que le han servido para abrir nuevos contactos. En marzo de 2010 fue jefe de la Misión de Observadores de la OEA en Colombia. En 2011 jefe de observadores en el referéndum de Ecuador y representante de la misión especial en Bolivia.
El 19 de septiembre de 2011, Panamá solicitó al secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, por medio de su embajador, Guillermo Cochez, aclarar el “detalle de las contrataciones” que ese organismo ha mantenido desde 2005 con Correa. Pidió conocer fechas, motivos y montos de los pagos e informes de las gestiones realizadas, así como la supuesta relación de Correa, en 2008, con la campaña presidencial de Insulza y su posible vínculo “con el levantamiento de la suspensión de Cuba de la OEA en 2009”. Se le respondió que la información estaba disponible en la red interna de la OEA. Según el listado de asesores de diversas nacionalidades del llamado “Grupo de Reflexión”, Correa recibió 111.919 dólares, con un promedio anual de 22.384 dólares. Otros chilenos que aparecen en el listado son Luis Maira, con 25.808 dólares, Nicolás Eyzaguirre y Heraldo Muñoz, sin cifras de pagos.
Enrique Correa fue seminarista, democratacristiano y dirigente del MAPU-Gazmuri. Estuvo exiliado en Moscú, donde recibió adiestramiento en método conspirativo. Regresó clandestino a Chile, dedicándose durante un tiempo a la instrucción de militantes. Luego se hizo socialista. Fue ministro secretario general de Gobierno del presidente Patricio Aylwin -recibiendo elogios de Pinochet, entonces comandante en jefe del ejército- y luego se desempeñó como consejero de la Cancillería, director de Flacso (1997) y consultor del BID en el mismo año. De allí dio el salto al área privada. El PS lo marginó más tarde, pero mantiene una relación ambigua con ese partido.
JUAN JORGE FAUNDES
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 765, 31 de agosto, 2012