Diciembre 27, 2024

Voces de la memoria: cuando la cultura habla

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El 23 de junio se presentó el libro “Voces de la Memoria, Centenario en el Bicentenario”, editado por el colectivo “Luis Enrique Délano”, que compiló poesías de escritores comunistas, chilenos y latinoamericanos y publicados por Editorial Cuarto Propio.

 

Se trata de una antología de autores chilenos y extranjeros de diferentes épocas que reúne poemas y prosa con un fuerte contenido social cuyos compiladores fueron Isabel Gómez y Ángel Pizarro.


En la sociedad humana, las actividades sociales, políticas y culturales determinan el curso de las relaciones sociales en una sociedad. El ascendiente de la cultura no es mínimo ya que puede, en determinados momentos influenciar la esfera política ya que el arte puede retratar las contradicciones que se dan en la sociedad y para organizar y transmitir las percepciones de los artistas.


En su artículo Reflexiones sobre la responsabilidad social de los poetas, Reyzope dice que “el arte tiene un rol que jugar en el campo social. En efecto, más allá de su deber de contestación, los artistas ejercen un poder fascinante. En primer lugar la palabra, la conciencia moral sublimada por el arte tiene una importancia, pueden influenciar en los destinos de la gente. De hecho, la realidad es a menudo absurda y sin belleza. El arte le da un sentido. El arte le da también belleza a la realidad, de la cual carece.”


La relación entre el arte y la política no es nueva. Al volver la mirada hacia el ser humano, el Renacimiento, hizo que la política se orientase a la construcción y mantenimiento del poder terrenal, sometiéndola a procedimientos y reglas más racionales.


En el mismo periodo, el arte emerge como uno de los instrumentos más usados por el poder para influir en la sociedad e imponer su visión hegemonizante de la vida. Entonces, el arte pasó a tener una función política al tomar partido o cumplir una tarea o rol en contra del poder establecido.


Lo anterior no sucede por casualidad. Los artistas, al igual que todos los seres humanos, tienen una responsabilidad por lo que acontece en el tiempo que les toca vivir. En este caso, los artistas como tienen una sensibilidad mayor están dirigidos a liderar y a formar son solo la opinión pública, sino que especialmente, la expresión política de sus conciudadanos.


Esto se dio especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando en Europa se daba la formación de los Estados nacionales donde ellos juegan un rol fundamental en la creación del sentimiento de nacionalidad, de patria, de propio. Y cuando las circunstancias se vuelven trágicas, muestran su indignación, su dolor o su piedad.


Frederick Chopin, Víctor Hugo, Emile Zolà, Pablo Neruda, Lorca, Rimbaud, Goya, Dalton, Hikmet, Mario Benedetti, Miguel Hernández, Pablo Picasso, Siqueiros, Orozco, Rivera, Pablo Casals, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y muchos otros pusieron su talento al servicio de mostrar las verdades al mundo ya que ellos sintieron que no pueden ni deben callar porque si bien, la música y la literatura tienen sus propias lógicas, no están lejos de la sociedad más bien están en ella, comunicándolo todo.


En un momento histórico en que la educación no era considerada un derecho universal, al que muy pocos tenían el privilegio de tener y tampoco existía ni el desarrollo ni el acceso a las tecnologías que tenemos hoy, los artistas eran el medio de comunicación por excelencia especialmente hacia las capas populares de la sociedad.


En este libro Voces de la Memoria. Centenario en el Bicentenario., se puede apreciar ese compromiso social que artistas chilenos y extranjeros han tenido con la sociedad en la que les toco vivir. En cada uno de los poemas que contiene está antología, se aprecia una reflexión profunda del artista sobre las circunstancias que les toca vivir cuestionando los hábitos, las costumbres, los estereotipos hasta molestar profundamente al poder.


Esta antología, nos hace valorar a estas personas que con una mirada más amplia y crítica nos descifran, desde el mundo común y corriente, el sentido más profundo del acontecer humano, sirviendo de contrapeso, con su reflexión y calma, a una sociedad tan materializada y llena de urgencias innecesarias.


Los artistas cuyas obras fueron compiladas en este libro, son personas que pudieron expresar un compromiso con el arte y con la vida, convirtiéndose en la voz de los sin voz. Esto, en especial en esta América nuestra donde un artista es más que un artista, ya que lo fundamental ha sido el debate de las ideas, la lucha constante por tener la libertad de expresarlas y por la práctica clara, abierta de los valores que ellos defienden en su creación artística. Como recuerda César Antonio Molina, “los intelectuales siempre han mostrado su parecer sobre la sociedad y algunos han perdido su vida por ello”.


No creo que la poesía, la música o la narrativa puedan detener las balas, pero si pueden hacer conciente al mundo que los rodea del horror, del miedo y del dolor de muchos.


Luego de la Segunda Guerra Mundial, a Pablo Picasso, le preguntaron qué creía que era un artista. Él respondió diciendo: ¿qué cree usted que es un artista? ¿Un imbécil que sólo tiene ojos si es pintor, oídos si es músico o una lira que ocupa todo su corazón si es poeta? Bien al contrario, es un ser político, constantemente consciente de los acontecimientos estremecedores, airados o afortunados a los que responde de todas maneras. No, la pintura no se hace para decorar pisos».

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