Una mañana cualquiera entre las cafeterías y Sanhattan no puede describirse de forma ordinaria: los acontecimientos radican en los protagonistas. Los edificios, los escaparates de “SALE”, los quioscos, la basura, todo aquello carece de interés real. Digamos entonces: IMPECABLES aparecen en esa mañana cualquiera los doñitos y doñitas que trabajan en el centro neurálgico de las finanzas, lo más chic de la comarca y seguro que de todo el reino.
Viven cerca de la Cordillera de los Andes o bien contemplando desde los cerros ese tumulto de roca y nieve cuya percepción global es arruinada por el smog. Shit! Ya quisieran los flaites de San Bernardo o Recoleta divisar los picos repletos de crema chantilly, donde los múltiples hijos de un señor X con las múltiples hijas de un señor X se solazan esquiando, sonriendo, copulando, etcétera. Pero la nube tóxica es un impedimento difícil de sortear, a no ser que una digna de San Bernardo sea la encargada de quitar el estiércol en una linda casa de Lo Curro, Vitacura o la Dehesa. Únicamente los contables, los jefes de éstos, los vicepresidentes, LOS ACCIONISTAS, ellos disfrutan de la auténtica vida ciudadana y desde muy temprano: se levantan nada menos que al alba. Revolotean por Manhattan, perdón, SANHATTAN, donde tienen ubicadas sus espléndidas oficinas que pronto trasladarán a la torre más alta de América Latina. Tan linda esa torre, de frente al Mapocho, ese riachuelo lleno de mierda.
Se deslizan como si no pertenecieran a este mundo. Se distinguen de inmediato de la masa gris urbana que avanza hacia sus respectivos sucuchos de obreros con salario ínfimo. Es decir, un charcutero no se puede comparar con el doñito de la Consultora de Negocios, porque salta a la vista que no se puede comparar a un charcutero con el doñito de la Consultora de Negocios. En primerísimo primer lugar el primero, es decir, el número uno (1), es decir, no el Otro, viste traje impecable, liso, carente de arrugas, de suciedad. Absolutamente nada de manchas. Gris, negro o plomo –que es primo hermano del gris–, con líneas finas o sin ellas, pero con un solo botón en el lugar correspondiente o a lo máximo dos: tres botones dan a entender que el doñito o bien es un completo descerebrado o es un funcionario menor que adquirió el traje impoluto nada menos que a plazos. Qué chabacanería. La camisa, cómo no, con sobrias mancuernas. Encima huele bien, a flores y jugo de limón recién exprimido. ¿Y qué es eso que resplandece más abajo? Pues los zapatos, de factura inglesa, suela inglesa y costura inglesa, muy brillantes, auténticos espejos, como si los hubieran metido al lavaplatos y los hubieran restregado con Quix. En ocasiones el peinado es irrelevante, es decir, podemos prescindir de un análisis exhaustivo del peinado porque la cabeza está mal hecha, MADE IN MAPULAND, lo que significa que el sujeto es horrible aunque diga lo contrario e insista en la supuesta ascendencia escandinava. O vasca.
Pero con ese aspecto de Adonis en el cuerpo de un Adefesio (al menos comparten la primera vocal), sumado al Starbucks caliente, HIERVIENDO en la mano libre que no sostiene el iPhone, y los diversos “temas”, porque todo lo que hablan es un “tema”, cada uno de estos doñitos tiene novia, amante, pololita o lo que es igual, Secretaria Administrativa. El gremio conoce de pies a cabeza a los doñitos de Sanhattan, por eso deben poner especial atención en el atuendo, de otro modo el jefe las reemplazaría con facilidad. Zapatitos, carteritas, collarcitos, pulseritas: todo con el fin de poner duro al doñito. Para eso llegó Accessorize al Costanera Center. Y que el doñito se dé cuenta ¡Por favor que se dé cuenta! De otro modo no habrá invitaciones a la Piccola Italia, que la Secretaria toma por alta cocina. Típica confusión de cría poblacional con departamento en San Miguel o Maipú, que también son poblaciones aunque concebidas según las peticiones del cliente, vale decir, cuarto de baño, cocina, cerámicas ¡Living comedor! Se puede correr en el interior del walk-in-closet que está repleto de trajes de factura china y tailandesa. En la parte más inaccesible están los dos tesoros: el juego de lencería Victoria’s Secret y redoble de tambores, LA CARTERA LOUIS VUITTON. Regalo del doñito a cambio del coñito. Para eso hay que invertir en peluquería, lucir muy sueca, radiante, delgada como lápiz BIC: toda una Cecilia Bolocco o Raquel Argandoña. Según cuenta la leyenda hay secretarias que se casan con los doñitos. Por eso ellas no se fijan en los Otros. Aunque el destino inexorable de muchas son estos últimos. Lástima. Cuando uno las ve caminando por los alrededores del hotel Radisson, uno ya tenía en mente la ceremonia religiosa con pajes, damas de honor, sacerdote y Virgen María. Un vestido blanco y largo, confeccionado por las manos más expertas del reino. Todo por el tabique. ¿Y qué hizo mal la idiota? Quería compromiso ¡Nada menos que compromiso!
¿Y qué hay de los Otros? ¿Existen acaso? Un conjunto demasiado feo en estado de putrefacción que se pierde con facilidad. En la fría mañana de julio lo único que se puede ver es a los doñitos y a las doñitas. Sabrá uno a qué hora llega la empleada que lustra el pavimento de la torre 1, de la torre 2 ¡Qué decir de la torre 3! Pero algo está claro: se deja caer antes que los patrones con sus chácharas sobre divisas y dólares. El doñito con MBA en la Universidad de [Los Andes, Católica, LSE, Chicago, AI, ESSEC] pone el grito en el cielo si en su escritorio encuentra suciedad o moléculas de polvo (de cualquier índole). Son los Otros quienes desincrustan la mugre invisible al ojo humano. Pero no todos trabajan en Sanhattan. ¿Entonces dónde? Pues en los alrededores, precisamente donde se desparrama la alta cultura de Providencia que se vuelve a retomar en Vitacura, es decir, zapaterías, heladerías, cafeterías, zapaterías, heladerías y cafeterías. Allí se discuten los problemas más grandes que aquejan al HoMbrE, por ejemplo “¿Qué crees tú Clemente de que Pedro Pablo haya aparecido en la portada de la revista trascendente para los negocios?”, “Pues ese tema, Augusto, yo creo que ese tema es un tema. Me encanta tu camisa de la Martina, quisiera lamerte”. La dependienta de la cafetería suda la gota gorda al tiempo que equilibra brebajes y es colmada de exigencias: para qué te pagan, hazte a un lado, quiero el panecillo de chocolate, pero ese no imbécil ¿Dónde está tú jefe? ¡Te voy a acusar con tu jefe! ¿¿¿O es que no sabes quién soy yo??? La dependienta intuye que alguien muy importante ha de ser, es decir, una Secretaria: a ambas las separa la Licenciatura en Contabilidad, o en el mejor de los casos, en Peritaje Forense, que no sirvió para trabajar en los Tribunales como prometieron los del Instituto de Formación Técnica, pero la Secretaria se tiñe el pelo de color ario. Con eso basta y sobra y tráeme el café pedazo de idiota. Lástima que en unos años las mechas comenzarán a ceder ante el poder del amoníaco y las tenazas incandescentes que tratan de alisar los cabellos rebeldes y duros ¿O es que todas las secretarias son Frederiksen, Sorensen, CHRISTENSEN? No señor. Nada de eso.
Los que atienden zapaterías que ofertan moda de clase baja lo hacen con rapidez, indiferencia y soltura porque al fin y al cabo lo más chic está en Alonso de Córdova. Por esta espiral decadente y provinciana con olor a cuerina el paseante no asoma ni la nariz pues las secretarias son las dueñas de esos recintos: mearon los pórticos con el fin de marcar su territorio. Allí compran la imitación y aprovechan de flirtear con los vendedores jóvenes, empleando los mismos métodos que sus doñitos en la oficina. Lástima que varios sean homosexuales o en algunos casos, sujetos fieles. Otro tanto ocurre en las librerías aunque en los templos del saber únicamente hay estudiantes, viejos tullidos y doñitos y doñitas en busca del libro de Pilar Sordo. Está agotado, sorry. BUFAN. No puede ser, si yo lo vi ayer en el Parque Arauco. Entonces vaya al Parque Arauco. Ándate a la mierda (¿Cómo va a ir al Parque Arauco si ni siquiera sabe obtener las tarjetitas del estacionamiento? Y además ¿Quién es este idiota que me viene a mangonear a mí que estudié nada menos que Auditoría Pública?). Y todo en una fría mañana en Providencia+$anhattan.