En poco tiempo más, la ley que permite el voto voluntario será historia. Como justificación se esgrimirán fundadas razones democráticas. Pero el pánico del sistema residirá en que esa extraña ley faculta para no votar, si no vale la pena. Nunca el sistema ha ofrecido la posibilidad de vengarse, aunque sea en parte, de las afrentas que se ha sufrido día a día, por años y años, como esta ley. Más allá de lo que piensen los moralistas bien alimentados, la venganza sigue siendo la única justicia que tienen a la mano de vez en cuando los jodidos de siempre. Hoy es una de esas. No la desperdicies. Mientras tanto, se suceden arreglines, los de siempre y los novísimos, para intentar engrupir al gilerío con eso del deber cívico de votar, sin advertir que lo que se ofrece hasta ahora es optar por el frito o el caldillo, aunque el pescado podrido del sistema siga siendo el mismo. No permitas ser cómplice de una nueva estafa.
Las trazas de esquizofrenia son cada día más notables en el sistema político formal. Para sus sostenedores y administradores lo que ha venido ocurriendo con las movilizaciones de los estudiantes y uno que otro trabajador, no existe. Da la impresión que la magnífica demostración de los estudiantes del miércoles 25 de abril, nunca fue. Porque esta gente tiene hiperdesarrollado el punto ciego, ese mecanismo de la siquis humana que permite no ver aquello que causa daño, estrés o miedo.
No ha habido manifestación estudiantil, y de las otras, en que el rechazo a la forma de hacer política que han impuesto los socios de la comparsa neoliberal no se haya dejado sentir de las maneras más entusiastas y llamativas. Y la notable ausencia de los políticos del sistema en esas manifestaciones, no habrá sido para evitar el cariño de los participantes.
Tú sigues siendo un blanco de la propaganda urdida para que sigas creyendo que por esa vía te va a cambiar la vida y la de los demás. Para reírse de tu ingenuidad se las ingenian para diseñar métodos en que los candidatos a las elecciones parecen más propios de un consejo de curso que militantes de partidos políticos hechos y derechos. Las elecciones no parecen tan distintas a la manera en que se identifican las alianzas en las fiestas mechonas: rosadas, celestes, verdes y blancas.
Todo virginal, desinfectado, y, por sobre todo, independiente.
Pero lo más enternecedor es lo que sucede a nivel de las ideas y propuestas: no hay pacto o alianza que no proponga el cambio, la reforma, el avance, la profundización y la mejora. Sin embargo, todo ha permanecido si no igual, peor. Y así seguirá. Es que las técnicas de la manipulación y el chantaje emocional y político han dado resultado muchas veces. Así han logrado que las buenas personas como tú, que cada dos años y medio hacen la fila para depositar su voto con la esperanza de que ahora sí, legitimen un sistema chamullento, cabrón y maldito.
Por eso, si vas a votar, no reclames después. Si lo haces, a la postre, serás parte de los verdaderos y únicos responsables de aquello que asombra, escandaliza y emputece de tarde en tarde a tantos, y cuyas mejores expresiones de rechazo son las movilizaciones de los esclarecidos estudiantes de nuestro tiempo.
Renuncia a ser cómplice de este estado de cosas. No votes. Hazles saber de esa manera tu desprecio. Sobre todo cuando se comienzan a ver los mismos ejercicios de alianzas, omisiones, acuerdos, pactos y componendas, sin que a los actores de esas operetas seudodemocráticas se les mueva un músculo de la cara. A esas puestas en escena, los estudiantes y uno que otro trabajador que marchan, tú mismo, no estás invitado.
Los que ayer eran los responsables de la perfección del neoliberalismo, hoy son férreos aliados electorales. Es lo que sucede con el pacto de comunistas, radicales y pepedés, que tiene en la UTI a los restos náufragos de la Concertación. Es lo que sucede con la perspectiva de allanar el camino a la ex presidenta, una vez que se digne bajar de su nube rosada.
Estas señales incomprensibles que emergen desde algunos sectores de la Izquierda, van a tener su prueba de fuego en las votaciones de octubre. Habrá que ver cómo votarás tú, que tienes derecho a hacerlo y el deber de no hacerlo.
Habrá que ver cómo se comportará la gente marginada de los negociados que estallan de vez en cuando con un estruendo de artillería, y que luego se olvidan, a la espera del siguiente escándalo, que, doble contra sencillo, no tardará en aparecer.
No votes mientras no valga la pena, no te hagas cómplice de lo que después será el origen de tu rabia e impotencia. Aprovecha esta oportunidad porque esa ley extravagante que te permite pasarles la cuenta a los frescos que han hecho su fortuna sobre la base del engaño y la impunidad, va a ser derogada en cuanto se demuestre que sirve para la venganza de la gente.
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 757, 11 de mayo, 2012