El mensaje presidencial del 21 de mayo ha sido convertido por las dos coaliciones en la parodia de un “acto republicano”. El presidente de los empresarios, en lo más bajo de su credibilidad (24%), tiene que entregar su mensaje al país ante una oposición que rasga vestiduras por una ex mandataria que ni siquiera tiene la deferencia de dar explicaciones a la ciudadanía de lo que pasó realmente el día trágico en que terremoto y tsunami golpearon de muerte a los trabajadores pobres del país. Ambos ocupan el centro de una escena política convertida en Corte de Versalles.
Atrincherada en el parlamento binominal, la elite política convirtió la fecha de otro gran terremoto (21 de mayo de 1960) y tsunami en clara demostración de su incapacidad para aportar soluciones a la exigencia de buen gobierno y a las demandas ciudadanas expresadas en las movilizaciones del 2011 y del presente año.
No puede haber mejor ilustración de que la política dominante por arriba se sometió a las leyes del espectáculo.
Sin embargo, los ciudadanos no asaltarán el Congreso y las encuestas que cifran el desprestigio del establishment político no serán ninguna guillotina. Parapetados en las leyes electorales post dictadura, los políticos de las dos coaliciones reinantes cuentan con ser reelegidos el 2014.
En este marco cobra sentido, sin ser una sorpresa, la estrategia comunicacional del silencio de M. Bachelet y de la Concertación. Ésta consiste en subordinar la política democrática —de rendimiento de cuentas a la ciudadanía— a los imperativos comunicacionales de la estrategia electoral para volver al Gobierno con Bachelet.
Los aspavientos concertacionistas no pueden impedir que al menos se explique el contexto del diálogo de la ex presidenta con su asesora María Angélica Alvarez, quien le pidió “no hablar” de tsunami en sus declaraciones a los medios aquella trágica madrugada. Es importante saber en qué preciso momento se realizó la conversación y cuáles eran las informaciones de las que disponía el SHOA y la ONEMI en ese instante.
Al intentar blindar a cómo sea a la ex mandataria, sacándola del ruedo político para evitar que explique al país lo ocurrido en la madrugada del 27F en la sede de la Onemi y se aclaren los errores, malas decisiones y declaraciones mediáticas infortunadas para así hacerse cargo de las acusaciones de la derecha oficialista, los publicistas de la Concertación prefieren envolverla en un manto … de sospecha. Seguro para proteger la candidata ahora. Pero que augura un futuro incierto para la posible mandataria, de mañana.
¿No irá a abrir flancos con sus declaraciones la ex mandataria y candidata si sale a defender ahora sus cuatro años de Gobierno y los 16 de concertacionismo al iniciar un debate acerca de la responsabilidad de la actual “oposición” respecto a la crisis de legitimidad del sistema político imperante y a las condiciones de desigualdad con segregación en educación, salud, pensiones y acceso a bienes culturales en el cual dejaron al país? (*)
Es el temor de los Think Tank concertacionistas. Que la máxime responsable política durante el 27F deba romper con el silencio y someterse a la práctica democrática de argumentar en la esfera pública. Sin embargo es el ABC tanto de la democracia liberal como de los valores de transparencia que ellos dicen profesar.
El concertacionismo no quiere debates ni responder a las críticas estudiantiles ni a los otros movimientos sociales. Bachelet pasa, pero blindada en su imagen. Ahora. Una vez en el poder la fragilidad será mayor. Chile ya no es el mismo que fue durante el reinado concertacionista. Los reyezuelos blindados, si son reelectos, estarán desnudos porque no fueron transparentes.