¿Quién habla de machismo si en Chile eso ni siquiera existe? Acá las mujeres se deleitan con lo último de la temporada, es decir, con lo que ya nadie quiere en la temporada y que se amontona en los cajones de “sacar a mil”. De esos cajones obtiene el obsequio el Marido o el Hijo.
¿Obsequio para quién? ¡Pues para la madre! Ella, que se sabe de memoria la receta de la cazuela de osobuco y la de los porotos con riendas: es preciso agasajarla. Una cerveza menos a cambio de la prueba del infinito amor. Al tiempo que la madre se afana con la virutilla y engorda como sapo, un jueves o un domingo es arrancada de la trivialidad y es atendida como corresponde: saquen la cuchillería y la mantelería de visitas que hoy vamos a atender a la madre, pero niños ¡Apúrense! Si no se apresuran habrá una golpiza fenomenal. Ese jueves o ese domingo se llama Día de la Madre. Hasta los de la Concertación la celebran porque la Concertación tiene a la más madre de todas las madres: una ex presidenta. ¿Ven? A eso se puede llegar: a la presidencia ¡Nada más ni nada menos que a la presidencia! ¿Una madre llegando a la presidencia? ¡Quién lo diría! Y eso que las mujeres no tienen ni el derecho a administrar su propia biología.
Hay que festejar a la madre en su día: así lo indican la ley y los noticieros, que más o menos son la misma cosa. Lo principal es regalarle una flor, lo que equivale a devolverle la inocencia porque ella perdió la flor de la inocencia para llegar a ser madre. El marido se la arrebató con el fin de engendrar al hijo y luego de parirlo, padre e hijo le obsequiarán una flor para que no se sienta imperfecta. En el caso de los hijos la flor será blanca pues la madre es así: blanca, inocente, majestuosa como la montaña (véase Himno Nacional) y con un parecido tan grande a la Virgen María, el modelo a seguir para todas las madres del país. En el caso del marido la flor será roja porque él sabe que roja fue la inocencia y la honra que él le quitó con sus embestidas. Además hubo alcohol de por medio: para borrar esa nefasta experiencia la flor debe ser muy perfumada. ¡Claveles rojos para la madre con conciencia social! Es decir, para la madre socialista. Las rosas son para la madre que no descuella en nada que no se vincule a las cacerolas y a las sartenes de su reino llamado La Cocina.
Pero en una sociedad moderna como la chilena, donde todos se abarrotan de comida fusión (atún + merquén + etcétera), no sólo habrá flores para las madres: también habrá cremas anti-envejecimiento. Lástima que no sirvan para nada. La madre no cuidó de su piel en los años mozos, en los que todavía irradiaba vitalidad. Ese descuido –o esa flojera– será pagado el día en que la madre, en su día (jueves o domingo) contemple el frasco relleno de merengue que evita la aparición de arrugas. Pero el rostro ya está lo suficientemente arrugado. ¿Qué sentido tiene regalar una crema anti-envejecimiento si la madre ya no sólo está envejecida, sino que es la vejez en sí misma? Por allí camina la madre de cincuenta años que en realidad tiene cuarenta. Como el marido las prefiere tiernas, la madre es continuamente engañada ¡Para eso abundan las jovencitas que sí toman nota respecto a lo que hay que hacer si se quiere evitar el envejecimiento! Pero la adultez es tan lejana, más lejana que el sol y las estrellas. Las jovencitas que son el objetivo de la concupiscencia y el romanticismo del que gozó la madre hace décadas, son muy mal vistas: esas que únicamente viven para atormentar al hombre, esas son nada menos que putas. En cambio la madre engañada es un ejemplo a seguir, una verdadera mártir. Y a las mártires siempre hay que festejarlas, un día jueves o un día domingo.
Siendo justos hay madres secretarias o secretarias (y madres sirvientas o sirvientas). Al trabajo se debe llegar impecable: el pantalón de mala calidad debe estar planchadísimo y ajustadísimo para que su interior se vea reflejado en el exterior. El mandamás le pasó a tocar con disimulo y diplomacia la parte delantera, mientras que el paseante que comparte la micro le pasó a tocar con disimulo y diplomacia la parte trasera. La madre secretaria y la otra que es secretaria siempre son tocadas ¡Los 365 días del año! Una vez en casa (aquí sólo hablamos de madres casa-das, pues salvo la ex-presidenta las otras ni si quiera existen) habrá un macho que la tocará sin disimulo ni diplomacia: él es su único y verdadero dueño. Si ella no tomó las precauciones será preñada porque es ella quien debe tomar las precauciones; el marido tiene mucho en qué pensar. Entre otras cosas tan importantes como el fútbol y la cerveza, también están el fútbol y la cerveza. ¿Qué tiempo le va a quedar a ese pobre hombre para juguetear con un pedazo de hule que arruina la impresión global de su vigorosidad? ¡Nada! ¡Nada de nada! ¡Ni una milésima de segundo! Si la madre no tomó las precauciones es problema de ella: la píldora la venden en la farmacia previa visita al ginecólogo (o matrón). Algunas descerebradas colocan la píldora en el mortero, la revuelven con jugo de limón y azúcar y esparcen todo ese menjunje en la cabellera quebradiza para que el sol se refleje y así poder brillar y no perder el trabajo. Si la madre no resplandece otra que es más joven le va a quitar el puesto.
Tanto sufrimiento debe ser compensado con un día exclusivo, un jueves o un domingo. Ese día está anotadito en el calendario: entre menstruaciones y aniversarios diversos aparece el día ¡Su día! Hay que estar perfecta. En la mañana hay que hacerse la tonta para ver si estos se espabilan y me saludan a las 5 de la mañana, que es la hora a la que yo me levanto ¡Nada! El día entero revisando el teléfono celular ¡No hay llamadas perdidas! ¡Ni un cortísimo mensaje de texto! Pero el padre y el hijo se instruyen: se solazan con la televisión. De pronto hay una animadora que recibe flores ¡Feliz día de la madre! (a veces la animadora es soltera y sin hijos ¡bah! ¿Alguien le puede hacer el quite al día de la madre, cuando los regalos abundan?). El padre y el hijo se acuerdan de que es el día de la madre, jueves o domingo pero es el jodido día de la madre ¡Corren al Mall! Lástima que otros más precavidos se llevaron todo lo que realmente le importaba a la madre y ahora sólo quedan las flores que se ofertan en la vía pública y las colonias inglesas. Sin embargo todo mundo sabe que el estilo inglés es el más sofisticado de todos los estilos: Señorita dependienta, véndame dos botellones de litro. ¿Lo quiere para regalo? Por supuesto que sí, soberana imbécil, ¿o acaso Usted no sabe que hoy es el día de la madre? La dependienta opina que muy poco debe valer esa madre, porque lo que vale la madre es un reflejo directo del obsequio. Hoy por ejemplo se liquidaron todos los perfumes de diseñador: esos cuestan unas treinta veces más que el botellón de colonia inglesa, porque los perfumes son de Francia. El padre y el hijo no toman en cuenta el comentario: una botella de litro más un ramo de flores serán agradecidos con una buena dosis en la cama para el primero y un puchero para el segundo, aunque el padre se queda con ambas cosas. El hijo observa, memoriza y en el futuro aplicará los mismos métodos con la futura madre ¡aunque madre hay una sola!
Hay otras madres que se desentienden de cualquier chabacanería porque ellas pertenecen a la clase media (que aspira a la alta) ¡ellas no saben nada respecto a las cuitas del proletariado! Estas madres son fanáticas de gente completa y realizada como Raquel Argandoña. Nosotras queremos lucir como Raquel Argandoña, declaran. Es obvio que la Vuitton no será la misma: en realidad ni siquiera habrá Vuitton. El marido aparecerá con la cartera china que se parece bastante a la Vuitton, pero lo importante es la voluntad y la representación ¡Y él ni siquiera ha leído a Schopenhauer! Las cremas, esas sí que son una estupidez. Este tipo de madre se las viene esparciendo desde hace años sobre el cutis. No hay ningún producto de la línea chic de Avon que ella no haya probado ni pactado en cuotas. ¿Entonces por qué no luzco extraordinaria como Raquel Argandoña? Es decir, yo trato de hablar con el mismo sonsonete, INCLUSO fui más allá que el promedio y me teñí el pelo rubio-Cecilia-Bolocco. Salta a la vista que algo falta. Como esta madre es imbécil no sabe qué es lo que falta, pero una cosa sabe: algo falta. El hijo le regalará una flor pero la madre dirá gracias y al tarro de la basura. La hija, que con el tiempo ha superado a la madre en belleza, es el blanco de la madre: ésta se retuerce de envidia cada vez que la hija se pavonea con su estúpida juventud y lozanía. Pero hay que parecerse a Raquel Argandoña. Las joyas que luce esa digna representante de nuestra patria son realmente perfectas: nada hay en esas joyas que yo no quiera, porque yo quiero todo lo que ella quiera y ella debe querer mucho esas joyas. Pero no tengo dinero para costearlas ¿Y? ¿Es eso un impedimento? Con el objetivo de satisfacer la demanda de bisuterías tipo-Raquel-Argandoña el Apumanque vende las imitaciones de nivel superior con las que este tipo de madre podrá figurar en licenciaturas y bautizos ¿Y el bronceado de Miami? Los cosméticos también ayudan a salir del paso: el espray natural bronze. Así, toda rojiza, equilibrada en tacones ordinarios y un rastro de pelo (la tintura debilita el cuero cabelludo) esta madre va a celebrar su día en compañía de sus íntimas más íntimas. Se sientan en el sector de fumadores de algún café para reírse o intercambiar información valiosa como las verdades ocultas de Felipe Camiroaga. Algunas se sienten identificadas con Sebastián Piñera porque todas las rucias teñidas lo siguen; de otro modo serían morenas porque el moreno es bienvenido en la izquierda. Pero la Madre de la Concertación es rubia y medio afrancesada. Y encima es rica. No hay caso.
Todas las madres recibirán flores y bomboneras. Todas serán bien atendidas un jueves o un domingo. Esto, por supuesto, dado a que en un mes más (junio) se debe celebrar el día del padre. Aunque el padre sea un golpeador compulsivo, la madre (es decir, la esposa, pues ella le cocina y le lava los calzoncillos con mierda: igualito que una madre) tendrá que agasajarlo porque de no hacerlo habrá golpiza, ya sea con elementos contundentes o con palabrotas que en realidad son peores ya que esas se quedan arraigadas en la memoria y en el corazón. El padre quiere tanto a la madre, el hijo quiere tanto a la madre ¡La patria misma es una madre y hay que rendirle tributo! Para el cumpleaños de la madre patria, por ejemplo, casi todos se emborrachan y la mean. La contaminan, la pisotean, la escupen: la madre aguanta todo, ¡ella es una four wheel drive! como las que tienen las madres ricas, esas que viven en las alturas, en los cerros, esas que se desquitan con la criada. Pero todas las madres recibirán flores porque fueron desfloradas y de alguna manera hay que devolverles la honra, de otro modo no habrá guisos ni camisas planchaditas y calientitas ¡Nada de besuqueos en la penumbra de la habitación! Todos aman con locura a la madre. Por eso todos la colman de placeres porque un placer siempre es bienvenido en su solitaria y desesperada vida.