Diciembre 27, 2024

Transgénicos y el colapso de la apicultura: peligra el sustento de más de 10.000 familias

apicultor290

apicultor290“Nosotros no pedimos los cultivos transgénicos, no tenemos responsabilidad en la contaminación del polen por maíz o raps transgénico de los semilleros de exportación, y tampoco podemos dimensionar con precisión el riesgo, por la falta de información de la localización exacta y el tipo de cultivos transgénicos existentes”, sostuvo Marcelo Rodríguez, presidente de la Red Nacional Apícola al abrir el Cabildo ciudadano “Apicultura y Transgénicos” realizado el pasado 21 de abril en la Municipalidad de Chillán Viejo en el marco de la Cuarta Feria Inter Regional de Agricultura Orgánica.

 

 

El dirigente gremial  agregó que hay una pérdida de imagen de la miel como un producto sano y beneficioso para la salud, además de la enorme baja en los precios por el cierre del mercado europeo, cuyos consumidores rechazan los alimentos transgénicos.


 

Reina la incertidumbre entre los más de  10.000 apicultores del país. Un 92% de ellos son microempresarios que manejan menos de cien colmenas cada uno y venden su producción –en tambores, sin valor agregado- a los grandes exportadores. Un 25% de los apicultores son mujeres. Estas cifras, del censo 2007, son conservadoras ya que la tasa de crecimiento de la apicultura en Chile ese mismo año fue de 12,5%, una cifra altísima si se compara con el promedio global de crecimiento del negocio, que sólo llega a un 2.1%. La dependencia del mercado europeo, unida al bajo consumo interno de miel, y la carencia de soporte técnico analítico para certificar la calidad de la miel respecto de posible contenido de polen transgénico, genera incertidumbre en los productores sin que se vea una salida a corto plazo.


 

Transgénicos en mi patio 

 

En el cabildo, el diagnóstico de la crítica situación de la apicultura se construyó a partir de la exposición inaugural de Marcelo Rodríguez  junto a la visión aportada por productores  orgánicos, consumidores, viticultores, ciudadanos conscientes y  ambientalistas, que contribuyeron a generar una visión común del impacto de las 3.050 hectáreas de cultivos transgénicos existentes en la región del BioBio, y de las 15.434 y 4.088 hectáreas de OGMs existentes en las vecinas regiones del Maule y la Araucanía, respectivamente, según cifras del SAG  desglosadas por regiones para su análisis.


 

En todo el país, en la temporada 2011 hay 31.000 hectáreas de cultivos transgénicos de exportación, cifra equivalente a la cantidad de hectáreas certificadas de cultivos orgánicos. La meta de los organizadores del Cabildo,   la Asociación Gremial de Agricultores Orgánicos del BioBio y  la Campaña Yo No Quiero Transgénicos en Chile, es lograr la moratoria a los cultivos transgénicos para el mercado interno, frenando la ley que apunta a la expansión de las semilleras transgénicas. La superficie cultivable del país alcanza a poco más de 5,1 millones de hectáreas (ODEPA 2002) que tienen actualmente otros usos. En las intervenciones se destacó que Chile está entre los 34 lugares del mundo (hot spots) que tienen recursos de conservación valiosos, por su riqueza de especies y por su alto grado de endemismo. Los transgénicos constituyen una amenaza a ese patrimonio y biodiversidad, y la coexistencia entre esos cultivos con los cultivos orgánicos y convencionales, o con la apicultura  ha demostrado tener resultados negativos.


 

Raps transgénico 

En la región del BioBio, el raps (canola o colza) es el cultivo transgénico más extendido, con 2.342,53 hectáreas  repartidas mayoritariamente en las comunas de Los Angeles, Coihueco, Bulnes, El Carmen y Chillán. A nivel regional, estas son las comunas más contaminadas por transgénicos y por los plaguicidas de uso intensivo en esos predios.  También existen 389,82 hectáreas de maíz modificado genéticamente y 317,71 hectáreas de soya transgénica. Un apicultor sostuvo en el debate, que igualmente en la comuna ñublense de Pinto –que no figura en el informe del SAG- hay transgénicos de la semillera Tuniche.


 

En todo el país, las comunas más contaminadas por plaguicidas y maíz transgénico – el cultivo predominante en Chile –  son  San Clemente (Maule), con 4.036 hectáreas y Chimbarongo (O’Higgins), con 3.036 hectáreas. La transnacional semillera y agroquímica Monsanto es responsable de la mayor parte de la contaminación, tanto por sus propios cultivos como por los de Massai, y Anasac. Le siguen Pioneer, Greenseed, Curimapu y Tuniche, entre otras semilleras menores que incluyen al clan Von Baer, muy activo en el lobby empresarial que pretendía mantener el secreto en la ubicación de los cultivos.


 

Derecho a saber 

 

En el Cabildo, Lucía Sepúlveda, en representación de la Alianza por una Mejor Calidad de Vida/RAP-Chile (Red de Acción en Plaguicidas) entregó información sobre la decisión adoptada en marzo de 2012 por el Consejo para la Transparencia en respuesta a un amparo por denegación de información interpuesto por esa organización en 2009. El fallo puso fin a décadas de secreto sobre la ubicación de los cultivos transgénicos, y ordenó al SAG poner la información a disposición de los ciudadanos para favorecer el debate público y permitir el control social de esa actividad productiva, que hasta ahora estuvo vetado para los afectados por ella.


 

Guillermo Riveros recordó que BioBio Orgánico también había demandado información sobre los cultivos transgénicos presentes en su región, recibiendo la misma negativa de la entidad estatal. La contaminación por raps transgénico ha estado presente en el debate ciudadano y ha sido negada por  SAG sin que se pudiera establecer fehacientemente los impactos negativos por la política de secretismo imperante.


 

OGMs,  la guinda de la torta 

 

“Los transgénicos son la guinda de la torta en el problema del colapso de las abejas. Cada vez hay menos abejas vivas en la colmena, pero nadie hace nada. Un análisis de la Universidad Austral encontró dioxinas en la miel de Rucapequén, que se produce a 14 km de la planta Nueva Aldea de Celulosa, de Celco”,  denunció Roberto Montero, director del Centro de Estudio e Investigación de Alta Tecnología Agroecológica de Tomé y criador de abejas reinas.  Recordó que en otra miel se descubrió que el polen transgénico provenía de harina de soya con la que se había alimentado a las abejas, ¡siguiendo la asesoría técnica entregada por INDAP!  Sintetizó su experiencia relatando: “Históricamente a los productores nos han ido arrinconando porque el uso de plaguicidas por la agroindustria mata a las abejas. Yo partí en Tomé pero ahora estoy a orillas de un Parque Nacional en Chiloé con mis colmenas. Terminaremos yéndonos a Magallanes con las abejas…ya no se ven tantas en el Parque”.


El ejemplo peruano 

Recordó el apicultor que Perú tiene más hectáreas de cultivos orgánicos que Chile, pues ellos van en dirección opuesta, protegen su patrimonio genético y aprovechan las tendencias del mercado. Sin plaguicidas y con la moratoria a los transgénicos ya promulgada como ley en el país andino, podrán producir miel de excelente calidad.“Esto lo han conseguido por sus grandes niveles de organización y asociatividad, que tenemos que imitar”, expresó. Montero llamó al gremio a ser más proactivo y darle valor agregado a la miel, dejando de vender en tambor. Destacó el ejemplo de APICOP (cooperativa integrante de las redes de Comercio Justo) que ha podido enfrentar de mejor manera esta crisis por su propio desarrollo y diversificación de mercado. Relató asimismo el salto dado por la apicultura de Chiloé al cambiar la raza de las abejas mediterráneas por la de la abeja austríaca, de un clima similar al de la isla, evitando la trashumancia obligada que era propia de la abeja mediterránea.


 

Gabriel Valdivia, apicultor de Isla de Maipo (Región Metropolitana), que se inició en el rubro en 1986, aportó antecedentes cuantitativos sobre el colapso de las abejas, agregando que en ese año en la localidad había 700 colmenas para polinización. Ahora apenas cuentan con 400 colmenas. Antes se cosechaban 10.000 kg anuales de miel, pero en esta temporada sólo se obtuvieron 450 kg.


 

Baja en la exportación 

 

En las temporadas 2010 y 2011, debido a lo que el dirigente de la Red Nacional Apicola Marcelo Rodríguez bautizó como “el aterrizaje de los transgénicos en la miel”,  bajó abruptamente el volumen de miel chilena exportada, llegando a menos de 6.000 toneladas, comparadas con el  record alcanzado en  2007 con más de diez mil toneladas destinadas a la Unión Europea(UE), a precios considerados muy rentables. La caída del precio a menos de la mitad se explica por las consecuencias de la sentencia de la Corte Suprema de la UE, respecto a que la miel contaminada con polen transgénico debe etiquetarse con la leyenda “Contiene ingredientes modificados genéticamente”. En la práctica el producto no tendría salida en los supermercados de Europa, pues los consumidores europeos rechazan los alimentos transgénicos por los riesgos para la salud.


 

Ahora sólo se exporta miel a Estados Unidos y Canadá, donde no existe etiquetado, con un precio de 2.8 dólares el kilo (1.350 aprox.), muy inferior al que pagaba el mercado europeo. Como el costo de producción es de 800 pesos a 850 promedio, se marginaría alrededor de un 15%, muy lejano a las utilidades que se obtenían en el pasado.


 

Debido al bajo consumo interno de miel, entre el 85 y 90% de la producción nacional de miel se exportaba a Europa (un 99%) y Alemania (75%). La mayor parte de los ingresos de los apicultores vienen de la venta de  miel. La polinización adventicia (no contratada) de los cultivos frutales no se paga, y según se analizó en el cabildo, sólo en el último tiempo FEDEFRUTA estableció reglas para la contratación de polinizadoras. Los grandes polinizadores hoy tienen más de 10.000 colmenas que constituyen un negocio rentable.


 

La miel contaminada con transgénicos autorizados en la UE podría comercializarse siempre que su contenido alterado genéticamente no sobrepase el 0,9% del polen total, para lo cual se exige una certificación –homologando métodos de muestreo y análisis-, lo cual tiene costos que sólo pueden encararlos grandes productores y/o exportadores. Además, en el caso que la miel esté contaminada con polen de un cultivo transgénico no autorizado en la UE para alimentación, no se puede comercializar esa miel allí. En este marco, según denunciaron varios asistentes al cabildo, INDAP paró las inversiones en el sector apícola, abandonando a los usuarios que apoyaba.


 

Pelea de ‘perros grandes’ 

 

“Estamos en medio de una pelea ‘de perros grandes’, somos el jamón del sándwich entre el SAG, las semilleras agrupadas en ANPROS y los exportadores”,  sostuvo el dirigente de la Red Nacional Apícola, cuya organización, junto a otros integrantes de la cadena productiva apícola ha logrado  la implementación por SAG de un sistema de información geográfica mínima que alerta sobre riesgos y se ha unido a la cadena de producción apícola para enfrentar la crisis. Valorando el sistema de información geográfica como un avance,  Rodríguez lo consideró insuficiente, pues no informa al apicultor consultante  sobre el tipo de transgénicos ni su ubicación exacta ni su dueño, limitándose a alertarlo respecto de la presencia de un cultivo transgénico en un radio cercano. Agregó que respecto de los productores de transgénicos, el gremio actualmente busca que se impongan dos principios: “El que llega, avisa” y “el que contamina paga”. Reivindicó la necesidad de que SAG haga un ordenamiento territorial que tome como base a quiénes históricamente llegaron primero a una zona, y las deje libres de transgénicos.


 

Redes y alianzas más allá del apiario 

 

“Solos no podemos dar esta pelea. Es necesario mirar más allá del apiario y trabajar en la generación de redes y alianzas, gremiales, institucionales y académicas”, afirmó Rodríguez quien mencionó que para estos propósitos su organización participa en la campaña Yo No Quiero Transgénicos en Chile, y ha desarrollado trabajo en conjunto con la Red de Acción en Plaguicidas RAP-Chile y ahora con BioBio Orgánico. Señaló que el gremio  forma parte de  la Federación Iberolatinoamericana de Apicultura, FILAPI,  y a través de la entidad, articula las alianzas globales necesarias para tener la información y el contexto proveniente del mercado y de los productores de todo el mundo.


 

Guillermo Riveros, presidente de la Asociación de Agricultores Orgánicos de BioBio coincidió en la importancia de constituir alianzas, y destacó que la exitosa convocatoria al cabildo es el resultado de muchos años de trabajo de organización de los agricultores orgánicos a lo largo del país, y de discusión de los problemas que afectan su quehacer en diferentes espacios públicos y privados.


 

Amenaza de concentración 

 

Para el dirigente de la Red Nacional Apícola, en Chile está en juego  la sustentabilidad de miles de apicultores y de un gran número de prestadores de servicios. El rubro, ligado hoy  mayoritariamente a la pequeña agricultura campesina  podría cambiar de carácter y quedar sólo en manos de empresarios con recursos para manejar grandes volúmenes y acceder a las certificaciones requeridas desde Europa.


 

En el cabildo se recordó que en los últimos 12 años cerca de 60 mil familias campesinas han emigrado a la ciudad como efecto retardado de la llamada “revolución verde” que prioriza los monocultivos forestales y de la agroindustria. La expansión de los transgénicos, que sus promotores denominan “segunda revolución verde” podría intensificar este proceso.


 

Hasta ahora los exportadores no revelan a los productores el resultado de los análisis que hacen a la miel, por tanto los pequeños apicultores no tienen cómo comprobar si efectivamente esa miel deberá venderse a los precios bajos que les fueron informados al momento de entregar su producción.


 

Sin embargo, el manejo de las abejas y la miel es sólo un componente del negocio, coincidieron varios productores, como Bélgica Navea,  de la Cooperativa Organicoop de Quebrada Honda (comuna de La Higuera,  Región de Coquimbo) quien afirmó que al precio pagado hoy por las empresas prácticamente no cubre los costos. Ella prefiere no venderles la miel y desarrollar otros derivados del trabajo, como la apiterapia.


 

¡Etiquetado ya!  

 

Elías Navarro, en representación de la Asociación de Consumidores de Valdivia ACOVAL amplió los conceptos de alianza gremiales hacia los consumidores, y valoró el Cabildo por permitir la articulación de ambos sectores. “Estamos disponibles para replicar esta actividad en Valdivia”, anunció. Para él, lo sucedido con la miel contaminada es una muestra de cómo el libre mercado se pisa la cola. “Los consumidores no tenemos libertad de elegir porque en Chile no hay etiquetado y el problema sólo se presenta porque Europa sí lo tiene.  Nosotros los chilenos y chilenas también tenemos derecho a una alimentación sana y la miel que no se vende fuera será consumida por ciudadanos que no sabrán que tiene transgénicos. Tenemos que  ver este tema como un problema político que nos afecta a todos, por las decisiones que se han tomado sin consultar a los afectados.”


 

El dirigente valdiviano expresó: “Ahora estamos asistiendo al despliegue de un gran movimiento estudiantil y social, hay un despertar  de la conciencia para salir del letargo en que vivíamos. Tenemos que apoyarnos en eso, y educar para la organización en cada espacio en que estemos, levantar un referente que pueda hacer frente al poder hegemónico. Y en concreto presentar nuestras demandas al SAG y la autoridad, por información y por etiquetado ya de los transgénicos”.


 

Viajes con la miel 

 

Los maravillados visitantes de la feria, entretanto, pudieron disfrutar de novedosas experiencias, tales como hacer un recorrido imaginario por  Chile y su flora, degustando diferentes tipos de miel: de canelo,  ulmo, temu, tiaca,  lavanda, mora, multifloral e incluso una miel exclusivamente medicinal, de poleo. También fueron testigos de la calidad de la miel de Vilches, obtenida en los bosques cordilleranos que parecen no ser parte de la castigada comuna de San Clemente, aunque geográficamente comparten ese territorio. La cooperativa local, que históricamente ha producido la miel, la conserva pura y saludable.  En cambio, otros apicultores, ubicados en la vecindad de miles de hectáreas de maíz transgénico rociadas con abundantes aplicaciones de glifosato e insecticidas, sólo suben sus colmenas a la montaña a última hora, cuando sus abejas ya están contaminadas. De seguro ellos no pasarían la certificación. Una razón más para exigir el etiquetado en la miel, y desarrollar estrategias para que las municipalidades provean  a hospitales, jardines infantiles y escuelas de  miel libre de transgénicos y plaguicidas.


 

“Cada vez hay más conciencia y llegamos a nuevos sectores, trabajando desde la base, con recursos mínimos pero siempre contando con el esfuerzo y apoyo de nuestra organización y las organizaciones afines. Hemos participado en jornadas en Temuco, Valparaíso, Concepción, Chiloé y otras localidades y ahora empezamos a ver los frutos de ello”, evaluó Guillermo Riveros, de BioBio Orgánico, al concluir la feria.  

 

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