Se acerca el Primero de Mayo, el Día Internacional de los Trabajadores, y el sindicalismo chileno no vive su mejor momento, con una legislación laboral que en lo esencial continúa dando sustento al modelo económico impuesto por la dictadura; una Central Unitaria de Trabajadores (CUT) que enfrenta una aguda crisis de representatividad e inmovilismo, y un acuerdo CUT-Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) que somete todavía más a los trabajadores. Es un cuadro desalentador.
En este complejo escenario el presidente de la Confederación General de Trabajadores (CGT), Manuel Ahumada Lillo, afirma que el sindicalismo vive una “crisis permanente” desde hace veinte años. “Es crisis -asegura- porque el sindicalismo ni siquiera tiene el nivel de organización que tuvo hasta septiembre de 1973. Entonces teníamos 33 por ciento de los trabajadores organizados, un millón 100 mil, aproximadamente. Ahora no llegamos al millón y la población ha crecido…”. Ahumada expresa: “Podría agregar el concepto de ‘crisis terminal’, si se toma en cuenta que el sector sindical reconocido por los medios de comunicación, el que permite que el llamado diálogo social se concrete en un acuerdo con la CPC, no representa a todos los trabajadores. Me estoy refiriendo a la CUT”.
EL CAMINO DE CLOTARIO BLEST
Sobre la posibilidad de superar la crisis, Ahumada puntualiza que se puede lograr con un trabajo honesto de crítica y autocrítica. “Esto nos lleva a sugerir el mismo camino que propuso don Clotario Blest (fundador de la Anef y primer presidente de la CUT. N. de PF): la búsqueda de un camino unitario, que todos aquellos que representan efectivamente a los trabajadores organizados se reúnan sin afanes hegemónicos ni de ningún otro tipo. Un encuentro sindical amplio. Como organización sindical, sostenemos que ese encuentro debe resolver el problema de la CUT, con dos elementos centrales: elección universal de los dirigentes y cotización mensual obligatoria. Es el único camino para salir de la crisis. No existe otro”.
Por su parte, el profesor de derecho laboral de la Universidad Diego Portales, José Luis Ugarte, considera que la situación del sindicalismo chileno es de máxima debilidad. Puntualiza que “nos encontramos en el peor escenario histórico que han vivido las organizaciones sindicales, incluso peor que al término de la dictadura. Más de veinte años de democracia no han fortalecido, más bien han debilitado a las organizaciones sindicales. Esa debilidad tiene varias causas, una de las principales es que el tipo de relaciones laborales que se construyó durante la dictadura se ha mantenido en lo sustancial. Se han hecho reformas pero el eje del modelo, que apunta a debilitar a los sindicatos, sigue vigente”.
En ese marco, añade José Luis Ugarte, el poder real de los trabajadores, ya sea a través de la CUT o de cualquier otra organización sindical, se encuentra severamente limitado por razones institucionales. Agrega: “El diseño legal, especialmente la regulación de la huelga, hace que los trabajadores no logren acumular una fuerza relevante en las relaciones laborales. Esto no es un defecto del modelo, es un rasgo que deliberadamente buscó el Plan Laboral”. Ese Plan fue astutamente escondido en la transición a la democracia y “se convenció a los trabajadores que la prioridad era el empleo y no la calidad ni las reglas del mismo. De hecho la Concertación es un monumento al intento de mejorar la justicia social sin tocar las reglas dictatoriales que regían el trabajo: o sea una sociedad más justa sin derogar el Plan Laboral. El fracaso está a la vista: en la enorme desigualdad existente”.
ACUERDO CUT-CPC
El pasado 31 de enero se firmó el acuerdo CUT-CPC, denominado “Declaración de Voluntades”. Para unos es el acuerdo “más paupérrimo de que se tenga memoria”. Para otros, constituye una vergüenza que necesita una explicación a los trabajadores. El presidente de la CGT, Manuel Ahumada, acusa que fue una operación comunicacional del gobierno para instalar dos referentes gremiales, CUT y CPC, como únicos representantes de sólo dos sectores sociales, trabajadores y empresarios. “La Confederación de la Producción y del Comercio es el referente de los grandes empresarios que no llegan al uno por ciento en nuestro país”. Añade que el 78 por ciento de pequeños y microempresarios no están representados en ese acuerdo. “La CUT, por su parte, cuenta con el 15,8 por ciento de los trabajadores organizados, y un tercio de las organizaciones que los representan son de dudosa calidad”.
Ahumada afirma que en lo medular del acuerdo CUT-CPC “hay elementos que son groseros, como cuando se habla de una batería de instrumentos para proteger el empleo, pero en el texto no hay una sola propuesta en ese sentido. Sobre seguridad laboral lo único que hace es mencionar una campaña publicitaria sobre prevención de accidentes. El tercer aspecto, a nuestro juicio más peligroso, son las reformas al seguro de desempleo… Propone reducir el aporte de la patronal al fondo solidario cuando haya una modificación del contrato de trabajo. Pero no dice cómo va a ser ni cuál será la reducción. Respecto de la negociación colectiva y el multiRut también hay diversas falencias. En conclusión, esto es una vergüenza avalada por las organizaciones afiliadas a la CUT, y esto lo destaco con mayúscula. La CUT debe dar explicaciones a los trabajadores, porque los ha metido en una nueva trampa. Ya lo hicieron durante el gobierno de Aylwin. Y ahora con Piñera”.
Para José Luis Ugarte, el acuerdo CUT-CPC permite esconder la realidad bajo el nombre de un presunto diálogo social. “Los trabajadores no tienen poder y sus organizaciones se encuentran literalmente de rodillas frente al empresariado. La CUT legitima esa realidad al suscribir un acuerdo paupérrimo en su contenido, que no significa avanzar en materias relevantes como la negociación colectiva y el derecho a huelga”. Ugarte subraya que acuerdos de este tipo apuntan a que se pasen por alto demandas centrales como la sustitución total del Plan Laboral heredado de la dictadura: “Tal como ocurrió durante el primer gobierno de la Concertación, ahora no se cuestiona el modelo económico neoliberal que padecen los chilenos”.
El convenio firmado por la CUT y el gran empresariado consigue, sin embargo, un hecho político, que en opinión de Ugarte es dar la apariencia de que con las normas laborales vigentes es posible avanzar en un llamado “diálogo social”.
BUROCRACIA SINDICAL
De acuerdo con el diagnóstico de crisis de la situación del sindicalismo chileno, surge la interrogante si es posible que la CUT rectifique. Para Manuel Ahumada eso no va a suceder porque “la CUT renunció a la democracia interna”. Subraya que son sanas las críticas que de tanto en tanto hacen algunos dirigentes de la CUT. A esta organización es imposible cambiarla desde adentro, porque todos los amarres están hechos, muy atados y nadie escapa a esta situación. Tampoco la CUT tiene ascendiente sobre los trabajadores. Al gobierno le conviene este tipo de interlocutores con el sindicalismo. “Son dirigentes sin base social y no van a soltar el poder que tienen. Hasta ahora las fuerzas políticas al interior de la CUT han estado en contra de la elección universal de los dirigentes, porque probablemente ninguno resultaría electo, porque no tienen base sindical real”. El problema de fondo es cuál es el rol que se asigna al movimiento sindical. “Nosotros -asegura el presidente de la CGT- sostenemos que la CUT asigna al movimiento sindical el rol de carro de cola. En definitiva, si la CUT se abre, sus dirigentes pierden la hegemonía y por ello se mantiene toda esta burocracia sindical”.
PRESION SOCIAL
Respecto a la forma en que se debe enfrentar el inmovilismo y la crisis sindical, Manuel Ahumada puntualiza que los trabajadores “deben educarse con una concepción de clase. Deben tomar conciencia de su rol como clase respecto del modelo económico existente; deben conocer cómo enfrentar este modelo y qué tipo de sociedad pueden aspirar a construir en el futuro”. Esa educación -enfatiza- debe ir acompañada de la organización. “La organización tiene que ser en sindicatos. El instrumento que tienen los trabajadores para defender sus derechos son los sindicatos independientes y autónomos”. Y el tercer paso -explica- “es la lucha de los trabajadores. Pero sin educación y sin organización sólo hay saludos a la bandera”.
El abogado José Luis Ugarte sostiene que de no reformarse radicalmente las leyes laborales que dejó la dictadura, los trabajadores no tendrán ningún poder de negociación… “La presión social es la única posibilidad de cambio, se debe presionar al sistema político y aprender de movimientos potentes como el de los estudiantes”. A su juicio, el movimiento sindical debe saber aprovechar el creciente proceso de deslegitimidad política que vive el país. “Como lo atestiguan los estudiantes, esto supone ‘politizar’ las relaciones laborales, sin movilización no habrá cambios laborales, ni económicos, ni políticos”.
ELECCIONES CUT
En cuanto al significado que la CGT asigna a las elecciones que tendrá la CUT en agosto, Manuel Ahumada responde: “Para nosotros, la CUT no es un punto de referencia. No estamos afiliados y por lo tanto, no la reconocemos como representativa de los trabajadores. Más allá de que los medios de comunicación, el gobierno y los empresarios le otorguen ese rol”. Agrega que “en la CUT hay una pelea por el poder (…) Jaime Fajardo es la voz oficial del Partido Comunista en la CUT, el visto bueno del PC para que Arturo Martínez continúe en la Presidencia (…) Se trata de esconder todo lo malo que han hecho hasta ahora estos responsables de la mala imagen del movimiento sindical y del mal uso de los recursos de los trabajadores. Nada se puede esperar de elecciones en que se manipulan los padrones electorales de la CUT. Lo conozco porque lo viví (…) En agosto se repetirá un ritual que no traerá novedades, no va a cambiar la línea de una CUT que está casada con la CPC empresarial”.
SINDICALISMO EN NÚMEROS
Según la Dirección del Trabajo, en 2010 la fuerza de trabajo era de 4 millones 646 mil 299 trabajadores y la población afiliada a sindicatos de 734 mil 495. O sea, la tasa de sindicalización alcanza al 15,8 por ciento.
Existen 9 mil 871 sindicatos, y 3 mil 761 de ellos pertenecen a la categoría de interempresas, independientes y transitorios.
Como ha certificado la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, OCDE, Chile tiene uno de los niveles más bajos de sindicalización. y La negociación colectiva la ejercen sólo el 6 al 7 por ciento de los sindicatos.
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 756, 27 de abril, 2012