Los intereses en dirección a una nueva guerra mundial son imparables. Los magnates capitalistas de diferentes países luchan por incrementar su lucro y arrastran a sus pueblos que esperan recibir una parte de la conquista. Lo único que puede detenerlos es otra guerra fría de equilibrio militar.
El presidente de Rusia, Dimitri Medvedev, fue claro: “Nuestro poderío militar y la capacidad de reaccionar a las amenazas deben ser tales que a nadie en el mundo le surja el deseo de someterlos a prueba”.
El peligro de conflagración es evidente pero se oculta por los medios. Stephen Hawking lo predice en los próximos cien años. Fidel Castro teme que se utilicen algunas de las 25 mil armas nucleares existentes: “Imaginemos a las fuerzas de Estados Unidos lanzando monstruosas bombas… Por esa vía nuestra especie será conducida inexorablemente hacia el desastre… Por mi parte, no albergo la menor duda de que Estados Unidos está a punto de cometer y conducir el mundo al mayor error de su historia”.
Recientemente Estados Unidos ha realizado sin miramientos tres etapas de su plan anterior al año 2000, Irak, Afganistán, Libia. El candidato presidencial Mitt Romney se refirió a Rusia como “sin duda nuestro principal enemigo geopolítico”. Otro candidato, Rick Santorum “quisiera comenzar una guerra contra China” [RT]. Autoridades norteamericanas han dicho que se preparan para una guerra con India…
Sin embargo después de que hasta hace unas semanas se mostraba decidido a atacar en Siria e Irán, Washington comenzó a vacilar al enfrentarse con Rusia y China que tienen una alianza militar estratégica.
La perspectiva del colapso del sistema mundial hace marchar a las burguesías a la conquista del planeta si es necesario mediante la fuerza. La organización GRAIN acaba de documentar 416 acaparamientos recientes de tierras agrícolas, que abarcan cerca de 35 millones de hectáreas en 66 países, para la producción de alimentos por inversionistas extranjeros. Se está en las guerras por petróleo y Raúl Castro en su discurso a Benedicto XVI advirtió que las próximas serán por agua y alimento.
La lucha capitalista por recursos cada vez más escasos es tal que ni siquiera hay aliados del todo confiables. La tendencia al proteccionismo es una muestra. El plan nacional de desarrollo económico para el próximo decenio ruso es un ejemplo. Plantea que si el yuan “se convierte en una divisa de pagos y, en adelante de inversiones y de reserva a nivel mundial… podría conllevar la desestabilización del sistema internacional monetario y la limitación de las posibilidades del uso del rublo ruso para los pagos internacionales”. “La alta competitividad de la industria procesadora china (…) contribuirá a la futura expulsión del mercado ruso de los fabricantes nacionales de producción similar e impedirá la expansión comercial y de inversiones de las empresas rusas en el extranjero”. “La consolidación de la posición de China dentro de Asia Central puede minar las perspectivas de la futura incorporación de esta región en los proyectos de integración rusos” [Fiodor Lukiánov, Argenpress].
El desarrollo, la compra y la explotación del nuevo caza polivalente Lockheed Martin F-35 Lightning II costarán a EEUU 1,45 billones de dólares en los próximos 50 años según un informe obtenido del Pentágono. No debería existir duda entonces que de no haber armas atómicas las cúpulas millonarias repetirían multiplicadas las matanzas y destrucciones de las dos guerras mundiales. Como desgraciadamente existen su freno hoy es saber que si atacan se autodestruyen.
La solución de raíz de esta carrera de invasiones es un mundo solidario que planifique el uso de la naturaleza para que sea sustentable y eso es una política socialista imposible en el capitalismo.
La única salvaguardia actual es el equilibrio militar de los capitalistas rusos, chinos, norteamericanos, europeos… y de otros aspirantes en vías de crecimiento.
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Rómulo Pardo Silva
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