Febrero 5, 2025

Nuevo pacto DC-RN: remozando la hegemonía y la dominación

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rn_dcEn el contexto político actual y sus circunstancias los aparentemente adversarios (DC y RN) revelaron con orgullo tener más afinidades políticas y culturales que conflictos por resolver. .

Es un hecho. Pero lo más importante, porque de ello no hacen alarde, es que también comparten en su esencia el mismo proyecto político-económico: el de la dominación del gran capital nacional y extranjero, productivo y financiero


Los códigos de clase provenientes del capital simbólico compartido circulan fluidos entre un Walker y un Larraín. Facilitaron la iniciativa; pero son sólo el factor anecdótico de los conciliábulos y del documento propuesto. Ahora bien, no entendemos mucho el escenario que se abre si ignoramos la razón que empuja a fracciones políticas del bloque dominante, hasta ahora rivales, a tratar de imponer formas políticas remozadas de hegemonía.


Una apreciación ciudadana incorrecta de lo que está en juego postergará los cambios necesarios que las mayorías reclaman. Aplaudir un pacto por motivos erróneos a los objetivos de las cúpulas RN-DC va a contrapelo de las certezas y experiencias ciudadanas del 2011: los cambios no vendrán de arriba sino del empuje consciente y de la acción colectiva de los de abajo.


El gran consenso que existe entre todos los partidos de la Concertación y los de la Alianza es acerca de las bases sobre las que reposa el régimen político, es decir, el modelo neoliberal. Y de ésto ni se habla, ni se toca el tema. Se roza con la reforma tributaria, pero hasta ahí nomás. El resto de la Concertación no posee un proyecto económico alternativo al que existe, defendido públicamente por la UDI (Novoa-Büchi), pero también por RN y por el ala DC de Walker, cercano a la DC alemana defensora del llamado “ordoliberalismo” (*).


El  problema que levanta tanto polvo radica en que los conservadores de la UDI no se arriesgan a cambios en el régimen político, menos al modelo económico de explotación, fuente y maquinaria de apropiación del plusvalor del trabajo de los chilenos y chilenas. El sistema político y la Constitución de 1980 fue la obra de uno de ellos, Jaime Guzmán. Es la diferencia con RN, más políticamente “emprendedora” y con las manos menos atadas a un pasado tradicional ideologizado. De lo que se trata entonces, para ellos, es del momento oportuno para aplicar un “reordenamiento” institucional que responda a los desafíos impuestos por los movimientos sociales ciudadanos en un entorno económico internacional difícil.


No hay dudas a este respecto. La división impuesta por las democracias liberales capitalistas entre gobernantes/gobernados, se superpone a la otra entre explotadores/explotados impuesta por el régimen capitalista de acumulación. En Europa, hoy en medio de la crisis, quienes pierden su trabajo son los ciudadanos asalariados, no los políticos ni los grandes empresarios que conservan sus riquezas. Y las alianzas y pactos entre fracciones del bloque dominante se construyen y rehacen ante las percepciones de las amenazas y riesgos.


El  énfasis puesto en la postmodernidad o en las diferencias culturales, en la “vida fluida” y en la inmediatez del goce (¡quienes hablan!), en el pluralismo de formas de vivir, o en el mejor de los casos en las “iniquidades”, quiere eliminar del debate el hecho de que las desigualdades son resultado de las relaciones de dominación y de poder determinadas por las relaciones de propiedad, producción y distribución de la riqueza. De ahí que la tesis de Marx, “expropiar a los expropiadores” es un proyecto posible y deseable. La tesis central del marxismo revolucionario comienza a repetirse y circular entre indignados, okupas, académicos y estudiantes del campo crítico y ciudadanos ariscos. Es la línea de separación en el mundo entero entre el proyecto de los “progresistas y socialistas liberales del de los socialistas y anticapitalistas auténticos.


Al respecto, es sintomático que cuando algunos DC progresistas critican al Gobierno de Ricardo Lagos, lo hagan desde el punto de vista económico. Pero sin atreverse a denunciar que Ignacio Walker y el ala neoliberal de la DC harían lo mismo. Si Lagos fue tan amado por los empresarios fue porque su política económica fue el crecimiento a secas. Léase el enriquecimiento sin trabas de los grupos económicos y financieros. Los economistas progres, los DC o los amigos de MEO tampoco proponen nada alternativo.


En el fondo, el régimen político postdictadura ha reforzado un modelo basado en la explotación y exportación de recursos naturales y financieros, íntimamente imbricado a los centros económicos financieros mundiales y exportador de capitales (por lo demás frágil), que goza de una mano de obra sobre explotada, barata, sin derechos colectivos y con una cúpula sindical que pese a la retórica -en la práctica- comparte las premisas del modelo depredador de la naturaleza y de explotación del trabajo humano. Si de esto no se habla es la izquierda entonces la que debe proponer una alternativa programática. Ya es hora.


Por de pronto, levantar un programa con las sabias y pertinentes demandas ciudadanas de gratuidad de bienes comunes y sociales. Además, poner barreras e impedimentos legales a la destrucción ambiental, así como la imposición de los derechos económicos y sociales de los asalariados y trabajadoras. Y, por supuesto, renacionalizar nuestro cobre e ir creando un clima propicio para elegir una Asamblea Constituyente que dote a Chile de una nueva Constitución política y nuevas instituciones.


El régimen político engendrado por la dictadura hace agua. Incluso la hegemonía cultural en los medios se ve erosionada por la recomposición de una nueva cultura popular, subalterna y juvenil que recorre las redes sociales. A los dos actores políticos hegemónicos, la Concertación y la Alianza, les resultó útil el binominal durante 20 años para garantizar gobernabilidad, es decir, la tranquilidad necesaria para que el modelo neoliberal funcione. Pero en momentos de dificultades, el mismo Maquiavelo le aconsejaba al Príncipe (indistintamente el político o el Estado) dar la impresión de cambio a golpes de timón, para marear al público.


La situación n’est pas rose. Si hasta The Economist recientemente les advertía a las elites dominantes de lo peligroso de la situación y anunciaba de paso para Latinoamérica un crecimiento de 3,5 %. Michael Reid, jefe del Servicio Américas, de la revista liberal escribía en diciembre pasado: “En Chile las elecciones municipales serán cruciales. Sobre todo después de las manifestaciones de 2011 contra el costo demasiado elevado de la educación superior cuando por fin una generación entera accedía. Ellas manifestaron la desilusión popular: el sistema bipartidista instalado estos últimos veinte años fue incapaz de construir una sociedad más igualitaria. Y continúa el liberal The Economist “Las manifestaciones chilenas podrían ser los primeros síntomas de un descontento más generalizado en esta región del mundo.” 

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(*) Nacido en los años 1930, en Friburgo-en-Brisgau, Alemania, debido al trabajo conjunto de economistas como Walter Eucken y juristas como Franz Bohm y Hans Grossman Doerth, el Ordoliberalismo (Ordnungspolitik=orden o marco institucional que puede asegurar el buen funcionamiento del “orden económico” liberal) es la forma alemana del neoliberalismo que va a imponerse después de la 2a Guerra Mundial en Alemania Federal. El término “ordoliberalismo” viene de la insistencia de todos estos teóricos en el orden constitucional y procedimental que son el fundamento de una sociedad y una economía de mercado. Ver el erudito trabajo de Pierre Dardot y Christian Laval, La nouvelle raison du monde, essai sur la société néolibérale. La Découverte, Paris, 2010.  

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