Septiembre 20, 2024

Jorge en Valparaíso y Manuel en Ñuñoa, para empezar

elecciones

eleccionesLo que ha sido considerado como un avance democrático, inscripción automática, voto voluntario, es producto de la alocada manera de gobernar de Piñera que ocupa un principio que le ha valido para hacerse multimillonario, pero que en política tiene una validez relativa: arrancar para delante.

 

A la derecha no le viene eso de gobernar en tono democrático. Basta que se los saque del guión que traen preparado, para que comiencen a dar palos de ciego. Salvo en lo que se refiere a la represión policial, en donde no sólo los palos, sino que los gases, el agua pestilente y la tortura, son todos de gente que ve muy bien.


El caso es que la derecha ha dejado a la voluntad soberana de las personas si votar o no. Y de manera simultánea, también han dejado en libertad una manera de expresar la bronca de la gente y su rechazo a todo un mundillo que lo único que ha hecho en casi cuarenta años es cuidar sus ya bien criados intereses y, de manera simultánea, despreciar a todo lo que huela a trabajador, estudiantes, cesante, mapuche, mujer o pobre.


Como pocas veces, la torpeza inexplicable del sistema permite una posibilidad de tomar algún grado de revancha a los ninguneados de siempre.


Desde el punto de vista de la gente, votar de manera voluntaria, debe llegar a ser un arma magnífica para canalizar toda la bronca acumulada, que no será poca, en tantos años de frescuras, insolencias, crímenes y malos tratos.


Usted vote sólo si vale la pena hacerlo. No está obligado.


Es una circunstancia que pone al movimiento estudiantil en una encrucijada determinante. Los estudiantes lograron adentrase en el sentido común de las personas y cambiarlo, perforar el conservadurismo inducido por veinte años de amenazas con el cuco de la derecha, y acorralar al régimen al extremo de dejarlo callado por un buen rato y desnudar su naturaleza antidemocrática y represora.


Ahora falta abrochar esos logros.


Los estudiantes deberían levantar o apoyar candidaturas que suscriban todo lo que ellos elevaron como reivindicaciones. Deberían buscar entre sus propios cuadros o entre aquellos que estuvieron sin condiciones a su lado, y hacer el ejercicio de ver cómo se comporta la gente cuando tiene un buen candidato y la opción de votar sólo si vale la pena. El de ahora, cosa curiosa, será un voto en conciencia.


Algunos agradables rumores hablan de una candidatura popular que se intenta levantar en Valparaíso. Un legítimo dirigente de los trabajadores portuarios, Jorge Bustos, está siendo propuesto como candidato que asuma las exigencias del movimiento de los estudiantes,  que son también las de los trabajadores, a pesar de su falta de conducción.


Lo mismo ocurre en Ñuñoa con el Concejal Manuel Guerrero, excepcional representante de lo que el pueblo exige.


Las candidaturas de Jorge en Valparaíso y la de Manuel en Ñuñoa, pueden llegar a ser un ejercicio trascendente no sólo para alzar una propuesta distinta a todo lo existente, sino que además,  porque puede entregar a la gente una opción que en veinte años no ha tenido.


La energía desplegada por los estudiantes y el mundo social que los apoyó, debe ser canalizada por los mejores representantes populares para que no se diluya, o, peor aún, sea capitalizada por los mismos de siempre. Jorge y Manuel cumplen sobradamente esas condiciones.


Sería una muy buena noticia para la gente que debería inquietar desde ya al mundo de la izquierda, partiendo por Valparaíso y Ñuñoa.


Y, a partir de esas dos comunas simbólicas, el reguero maravilloso de muchas otras iniciativas similares permita hacer florecer todas las esperanzas de un pueblo que  cuando quiere, puede.

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