Se acaban de cumplir dos años del destructor terremoto que asoló a Haití el 12 de enero de 2010 y la solución de los problemas derivados de ese sismo, que costó más de trescientas mil vidas, aún se ve lejana.Para algunos todo sigue igual y para otros hay avances.
Por otro lado, el actual presidente Michel Joseph Martelly, que aún no cumple un año en el cargo, no es un político experimentado, es un músico popular en su país y en Estados Unidos y en este debut político en gran escala ha formulado planteamientos interesantes.
Se afirma que tiene asesoría del grupo español que gira en torno de José María Aznar, el ex presidente del gobierno de
España.Aznar ha estado indirectamente presente en varios comicios latinoamericanos a través de consejeros políticos y publicistas.
El caso es que al inaugurar el 9 de enero las sesiones del parlamento, Martelly llamó a mantener un espíritu democrático, especificando que eso no significa que “todo el mundo debe estar de acuerdo sobre todo y en todo” sino que por “democracia serena” entendía un régimen político basado en escuchar y en el respeto mutuo, que maneje sus desacuerdos “sin penalizar a la nación entera”.
Y formuló anuncios significativos, como una política destinada a promover el desarrollo en el campo, para lo cual se requieren trabajos de infraestructura, desconcentración y restauración del medio ambiente rural y urbano.
Su proyecto incluye el desarrollo del turismo, la vivienda y la construcción en general, así como la industria ligera, tecnología informática y de comunicación, así como educación y formación profesional para hacer frente a la competencia.
El programa de modernización planteado requerirá de inversiones extranjeras y obviamente se espera que cree empleos y equilibre la balanza comercial del país.Al llegar a este punto Martelly señaló la importancia de la integración regional para las pequeñas economías.
Cabe señalar que Haití es parte de Petrocaribe, el programa creado por el gobierno de Venezuela que vende petróleo a los países latinoamericaos y del Caribe a precio especial, con un pago reducido al momento de la compra y 25 años de plazo para pagar el resto.
Se ha dicho en notas de prensa que el gobierno haitiano también se incorporaría a la Alianza Bolivariana de los Países de nuestra América, Alba.Lo concreto es que Martelly ha declarado que gracias a los fondos que le quedan libres a su país al participar en Petrocaribe, se ha podido avanzar en el proceso de reconstrucción.
Aunque aún queda más de medio millón de haitianos viviendo en las carpas de emergencia que se armaron después del terremoto, suma un millón y medio de personas el total trasladado a otros lugares, donde aún viven en condiciones precarias, pero no en la promiscuidad de las carpas.Y esto nos lleva a otro punto importante.
LA AYUDA INTERNACIONAL
La destrucción y mortandad causadas por el terremoto fueron tan impactantes que Haití se vio invadido de médicos y trabajadores sociales de varios países y de distintos organismos internacionales, pero también de muchos militares estadunidenses cuya misión, se dijo, era ayudar.
Esos militares controlaban aeropuertos y la posible salida de embarcaciones de haitianos con destino al país del norte,lo que debía ser evitado.
El envío de militares estadunidenses a Haití ha sido frecuente, ha ocurrido cada vez que en la nación caribeña se ha producido una crisis política o gubernamental que el país del norte considere que afecta sus intereses.
Esta vez no hubo invasiones relámpago ni secuestros de presidentes.Estados Unidos, al igual que otros países y organizaciones aparecía sumándose a la ayuda internacional. Sin embargo, se acaba de conocer que esa ayuda tenía caraterísticas especiales.
Aunque se entendía que estaba destinada a auxiliar a los haitianos, se ha informado que también se usaba para pagar los gastos de la permanencia allí de militares y funcionarios de los distintos organismos enviados a colaborar.Eso hizo que la ayuda financiera real disminuyera en porcentajes importates.
Lo concreto es que no se conocen programas que en estos dos años hayan permitido avanzar en la reconstrucción del país, aunque para ello se creó una comisión especial que dirige el ex presidente estadunidense William Clinton, quien en su última información conocida sobre el tema anunció un proyecto de 400 millones de dólares.
Al mismo tiempo, y en contraste, continúan en Haití los militares latinoamericanos que son parte de la misión de las Naciones Unidas en ese país, la MINUSTAH..
Llevan ahí varios años y su desempeño ha sido muy cuestionado, el último hecho “notable” en que participaron fue la violación filmada de un joven haitiano.A raíz de eso, a mediados de septiembre Martelly anunció que la Minustah permanecería en su país hasta que un organismo nacional tomara su lugar.
Lo reiteró el 18 de noviembre pasado, señalando que se crearía una comisión especial que tendría un plazo de 40 días para preparar el proyecto de restablecimiento de las disueltas fuerzas armadas nacionales, el que debería presentarse el 1 de enero.
El plazo venció y no se ha dicho nada.La iniciativa es importante en la medida que indicaría hasta qué punto alcanza el poder real de este nuevo gobierno para dar un paso tan audaz, considerando las características y el apoyo foráneo que tuvieron los militares haitianos en el pasado.
PROYECCIONES
Lo reseñado hasta aquí muestra una forma distinta de hacer política.Se diferencia,obviamente, del período de la dictadura duvalierista apoyada por Washington. También es distinta de la gestión de los gobiernos de Bertrand Aristide y de René Preval.
Estos dos personeros, que en su momento tuvieron gran apoyo popular, parecen estar en un período de observación de los acontecimientos, hay quienes piensan que eso se debe a que esperaban un gobierno de caraterísticas similares a las dictaduras anteriores.
Por otra parte, subsisten en el plano internacional los criterios de quienes, como los franceses, fueron en algún momento potencia colonial y, como tales , dominaron a Haití hace ya siglos.
Talvez por eso el embajador francés en Puerto Príncipe transmitió una invitación para que Martelly visite su país y la dio a conocer señalando: “Es necesario que el presidente Michel Martelly venga muy rápidamente a Francia”.
También dijo que el canciller y otros dos ministros debían trasladarse a Francia para preparar el encuentro. Transcurridos cinco días de la “orden” el gobierno haitiano no se había pronunciado en ningún sentido.
No acatarla sería un buen indicio si efectivamente el interés adicional que algunos países tienen por Haití se basa en que en su territorio habría oro y petróleo, en cantidades no conocidas