Septiembre 20, 2024

¿Orden y patria?

protest_oct_1

protest_oct_1En un extraordinario ataque de sensibilidad, tres carabineros se querellan contra tres diputados por maltrato de obra. Se trata de un penoso intento por limpiar la imagen del cuerpo represivo que ha llegado a ser la policía uniformada, para lo que ha hecho singulares esfuerzos, bajo las órdenes del Ministro del Interior.

 

 

 

 

 

Pocos podrían creer que funcionarios fogueados en el combate callejero contra todo lo que huela a desordenado, trabajador, mapuche, joven o estudiante; que se han especializado en usar garrotes de última generación, que son inmunes a los gases que a personas normales asfixian en segundos; tropas de elite que reciben cursos en Israel y USA; soldados universales capaces de aguantar lluvias de piedras y de bombas molotov, puedan afectarse por dos puteadas y un par de empujones. Nunca tan sensibles

 

El cuerpo de Carabineros tiene a su haber un listado importante de gente matada por sus balas en la historia de Chile. El último se llamó Manuel Gutiérrez. Cada vez que los poderosos han querido tomar venganza o dejar en claro quienes son los que mandan, han sido las tropas de Carabineros los que han dado una clase magistral de historia.

 

Carabineros de Chile tiene la vergüenza de haber tenido un Director general que fue llamado por el presidente Allende como traidor y rastrero. En venganza, este general  mandó a degollar a tres personas, tiempo después.

 

No hay que ir muy lejos para darse cuenta el rol que los mandamases obligan a cumplir a la tropa, finalmente la carne de cañón, cuando la chusma pelea por sus derechos. Históricamente la tropa de carabineros ha estado formada por personas que no han podido acceder a una educación que les permita un estándar de vida aceptable. Y sus mandos, por gentes ligadas a la burguesía dueña de todo.

 

Muchos jóvenes provincianos llegan para buscar en la tropa verde una posibilidad de horizonte de vida. Sin embargo el costo es envilecerse mediante la inhuma e inexplicable función de castigar a hombres, mujeres y niños, sin que, aparentemente, se manifieste el efecto de la culpa ante actos tan repudiables.

 

Da la impresión que la formación de los Carabinero contempla alguna técnica que les interrumpe el normal recelo ante la injusticia, a la acción repudiable, a la golpiza aleve. Parece que es gente que no siente. La conducta que durante la dictadura era comprensible, expuestos en la primera línea en el combate contra la gente que finalmente la derrotó, hoy no tiene explicación alguna.

 

Particionadas sus almas en una esquizofrenia terrible, Carabineros es, en el mismo tiempo, el servidor público insustituible, que ayuda en las catástrofes, los accidentes o en eventos en que las personas requieren de protección, que salva vidas y controla al maleante, y asiste a parturientas. Pero la otra parte, the dark side, nos lo presentan como un ogro irreflexivo, brutal y desaforado, que no trepida en azotar a una estudiante de catorce años, apalear a un universitario, disparar al mapuche, o asfixiar al que se le ponga por delante, sin capacidad alguna para discriminar mediante algún parámetro moral.

 

No puede ser sano para un país que haya personas que se mueven entre esos dos extremos irreconciliables y que estén llamados por las leyes a jugar el importante rol que las policías cumplen en los países civilizados. Quizás el grado y salud de las democracias estén directamente relacionados con el tipo de policía que goza o sufre.

 

Hay razones fundadas para pensar que el Cuerpo de Carabineros no ha aceptado ni internalizado los cambios que experimentó el país tras la caída de la dictadura. La  cobardía de la Concertación no permitió corregir aquellas estructura y esa filosofía que llevó a los Carabineros a ser el cuerpo represivo por excelencia durante los tenebrosos años de la dictadura.

 

Durante esos años era comprensible la imposibilidad del control ciudadano de las instituciones por la interdicción a la que se sometió al pueblo, cuestión que hoy no se justifica. Se explica, si. Vivimos en un sucedáneo democrático que permite que el sistema arroje contra la gente desarmada la más feroz represión, que no le va en saga a la que fue posible ver en los tiempos del dictador.

 

Por eso resulta tan extraño que tres pobres carabineros sean impulsados para llevar adelante una querella contra tres diputados. Como se puede ver, la tropa es usada, abusada, no sólo para golpear, gasear, o lanzar  agua pestilente. Se abre otro flanco para los estrategas del gobierno y los mandos policiales coludidos: el judicial, en el que no puede estar ajena la opinión del gobierno por la vía del Ministro del Interior.

 

Es difícil creer que esos carabineros querellantes tengan los medios, de todo tipo, como para sostener una querella contra esos diputados.

 

En un país llevado a los extremos, no resulta una exageración pensar que la dichosa querella en efecto, sea cursada y los diputados desaforados para enfrentar un juicio. Y quizás sea otro hito para sacar pecho después del salto del caballo Huaso, el triunfo de la bandera chilena como la más bella de todas y del himno nacional que superó a La Marsellesa en un olvidado certamen internacional

 

 

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