Nada más falsa imagen que nos dan algunos historiadores conservadores sobre los grandes personajes históricos: Andrés Bello, por ejemplo, es presentado como un hombre muy pulcro, pero se deja de lado su inclinación por las “Prostitutas de La Chimba”, al otro lado del río Mapocho; para don Andrés la educación debería ser sólo para las clases ilustradas, pues los trabajadores manuales no la necesitan, (y de poco les sirve conocer la historia si sólo deben trabajar con sus músculos; Robespierre, cuando era diputado decía – no sin razón – que los miserables están ocupados en sobrevivir y que no pueden enterarse de la causa de su exploración).
Cuando en 1920 se aprobó la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria y Gratuita, la mayoría de los diputados conservadores advertían que si se educaba a los peones, se convertirían en rebeldes, comunistas y ateos; al campesino le bastaba conocer las Tablas de la Ley, procurar seguirlas y servir, amar y ser leales a sus patrones. En el libro El mito aristocrático, de Ximena Vergara, un patrón felicita a su empleada doméstica, perteneciente a la familia de los Ulloa, pues sus bisabuelos, abuelos y padres siempre habían guardado fidelidad a su patrón.
El presidente actual del Consejo Nacional de Educación tiene el nombre histórico de Pedro Montt, un Presidente que murió pocos días antes de la celebración del Centenario de la República. Don Pedro, al ser elegido como primer mandatario, despertó las esperanzas de líderes progresistas, como Luis Emilio Venegas, pero su gobierno resultó ser un desastre, cuyo hecho más significativo fue la Matanza de Santa María de Iquique, en 1907.
Según el escritor Joaquín Edwards Bello, Pedro Montt tenía una cara de sepulturero, y un caricaturista famoso lo presentaba en actitud de tocar el piano mientras su esposa, Sarita del Campo, le era infiel con el senador Guillermo Rivera. Afortunadamente, este Presidente murió en Bremen, (Alemania).
El actual Pedro Montt es uno de los personajes más desatinados, pues cuando se llegó a un Acuerdo con la derecha política para aprobar la LEGE, en el primer gobierno de Michelle Bachelet, todos reunidos y tomados de la mano, en un salón del Palacio de La Moneda, el funcionario del Ministerio de Educación prorrumpió en un copioso llanto de emoción, pues según él, “asistía a un hecho histórico sin precedentes en la historia de Chile”.
En la actualidad, Pedro Montt como presidente del Consejo Nacional de Educación, “decreta” que la historia y la educación física deben ser materias electivas para los tercero y cuarto medio.
En cierto grado don Pedro “tiene razón”: ¿por qué los chilenos debieran conocer la historia si han elegido al Presidente más ignorante, imprudente y metepatas de todo nuestra quehacer republicano, a quien sólo le interesa el dinero y hacer muy buenos negocios, incluidos sus hijos, sus parientes y amigos más cercanos.
Por desgracia, nuestra historia ha sido muy falsificada por los iluminados Francisco Antonio Encina, Alberto Edwards Vives y Gonzalo Vial Correa, entre otros, quienes han descrito a personajes como Bernardo O`Higgins, Diego Portales y otros muchos Presidentes de Chile, como un dechado de virtudes y valores, cuando no eran más que unos pillos y buenos para los negocios.
No creo de sentencias tan absurdas, como aquellas que “quien no conoce la historia, arriesga de repetirla”, pues pienso que el ser humano, por el hecho de ser artífice de la historia, por lo regular comete los mismos errores, (por ejemplo, el Presidente Piñera 2 está cometiendo las mismas estupideces que gobierno 1).
Por otra parte, los pobres y marginados tendrían que suicidarse si no existiera la parafina de la esperanza de “los tiempos mejores”, como lo pregonó por doquier durante su campaña a la presidencia el populista Piñera.
La historia no sólo nos permite conocer nuestra identidad como pueblo, sino también analizar, relacionar y comparar críticamente el pasado y el presente, únicas dimensiones temporales dignas del análisis científico.
En el fondo, los ignorantes de la derecha política son incapaces de entender que la educación hay que mirarla holísticamente, y si se carece de una visión histórica del desarrollo científico en su conjunto, se corre el riesgo de deformar a los alumnos, haciéndoles creer que el mundo comenzó con ellos.
La educación, y en el caso particular de la historia no se puede separar de ninguna otra asignatura; por lo demás, el gran educador brasilero, Paulo Freire, utilizaba la concientización como uno de los instrumentos principales en la alfabetización de las clases explotadas.
Dejemos a los ignorantes, como nuestros políticos actuales y a los miembros del Consejo Nacional de Educación, para que sigan entendiendo la escuela como una especie de panóptico, (Foucault), para vigilar y castigar a los pobres, tal cual se analiza en el contenido de “aula segura” (¿jaula segura?) y “admisión justa”, que persiguen separar (y muy “atinadamente”), a los chiquillos del Verbo Divino y similares, de los colegios con número. Al fin y al cabo, los “rotos” de la Pintana, si no mueren antes como soldados de los narcotraficantes, terminarán sus días en la cárcel.
En el caso de Las Condes, por ejemplo, Joaquín Lavín quiere imitar la experiencia de “Machuca” para incorporar a su candidatura presidencial grandes iniciativas de caridad cristiana al servicio de los pobres.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
26/05/2019