Los ciudadanos de a pie, que son la mayoría, tienen una idea muy equivocada del mundo de los poderosos políticos y empresarios corruptos : como a los pobres el sueldo apenas les alcanza para sobrevivir, no pueden entender que ladrones de cuello y corbata , como Lázaro Báez, Ángel Calcaterra, (primo de Mauricio Macri), Julio de Vido, (el ministro de Planificación, de Néstor y Cristina Kirchner), José López y otros no se conforman con 23 casas – algunos de ellos – cuyo avalúo es mayor a 2 millones de dólares, sumado a una colección de autos de lujo, además de dinero en efectivo que llega a la cantidad de 20 y 30 millones en dólares y euros.
Los ciudadanos desprovistos de dinero e influencias no tienen ni idea del enorme poder, de la avaricia, de la ambición… “que la plata llama plata”. Néstor Kirchner comprendió muy bien que no se podía hacer política sin con contar con mucho dinero, razón por la cual tenía una pasión ilimitada por “los palos verdes”, que los quería cash y no en cuentas bancarias pues, con razón, sospechaba que los banqueros eran más ladrones que él mismo.
El dinero de las arcas del Estado, que los cándidos ciudadanos que creen que es de ellos, tiene el milagroso poder de convertir a un empleado de banco, como Lázaro Báez, en un multimillonario gracias a su amistad con un joven santacruceño, Néstor Kirchner, que pasando por la alcaldía, la gobernación y hasta la presidencia de la república, lo convirtió en su socio.
Para Leo Fariña, (lavador de dinero de Lázaro Báez), los políticos no compran testaferros, sino que se manejan con operadores, quienes permiten esconder, muy hábilmente, sus delitos cometidos con dinero fiscal.
Lázaro Báez y el matrimonio Kirchner, (con el mismo “buen criterio” del Presidente Sebastián Piñera), saben que los únicos socios seguros son sus hijos y los demás familiares, por lo tanto, no dudan en convertirlos en socios y gerentes de sus empresas; en su mente, el dinero les asegura impunidad tanto en la tierra como en el cielo, y jamás pasa por su mente que algún dìa la justicia terrena los descubrirá y juzgará.
La pareja Kirchner hizo socio de sus hoteles en Santa Cruz, a sus hijos Máximo y Florencia, hoy a punto de ser enjuiciados por la causa Los Sauces y Hote Sur. Lázaro Báez, como socio de Néstor, hizo lo mismo con sus hijos al introducirlos en la dirección de sus empresas; sus hijos Martín y Leandro están gravemente comprometidos en los robos de su padre; Martín aparece en un video contando millones de euros, en La Rosadita.
El personaje más connotado de la mafia de los Kirchner es Julio de Vido, ministro de Néstor Kirchner cuando era gobernador de Santa Cruz; más tarde de Planificación durante el primer mandato de Néstor en la presidencia, y luego, durante los dos gobiernos de Cristina. Es decir, estuvo en los gobiernos de estos mandatarios por más de 17 años, período en el cual robó a destajo.
De Vido, que era diputado por Buenos Aires, fue desaforado por 176 votos contra cero. Los parlamentarios de la alianza Frente para la Victoria, de Cristina Kirchner, ni siquiera se atrevieron a bajar de sus oficinas.
De Vido tiene a su haber en la justicia múltiples causas, entre ellas, la de malversación en Río Turbio, la responsabilidad en la tragedia de la Estación Once, el robo en la adquisición de vagones chatarras a España, y otros muchos más delitos.
La Familia De Vido culpa a Cristina Fernández de sus desgracias, pues la ex Presidenta declaró ante la Prensa que “no ponía las manos al fuego por nadie, salvo por su familia”, ante lo cual De Vido le respondió por medio de una carta en la cual se declara como víctima de una injusticia y, muy veladamente, le dice a Cristina que “no meta las manos por sus hijos porque se pueden quemar”; al final de la misiva, se declara seguidor de Juan Perón y de Néstor Kirchner, omitiendo a Cristina.
El amor al dinero puede llevar a los seres humanos a protagonizar escenas rocambolescas, como ocurrió con José López, quien, a las 3 de la mañana, aterrado por un posible allanamiento a su residencia, se dirigió a un convento, donde pidió a las monjas dejar a buen recaudo algunos maletines, que se supo después, contenían 9 millones de dólares; en el video se aprecia a José cuando dejaba una metralleta en el suelo, y tocaba insistentemente el timbre de la puerta del convento, hasta que la Hermana Inés introducía los maletines. José López ingresó al convento, y hasta alcanzó a tomar un mate que las monjas le ofrecían.
Este personaje tiene mala suerte: cómo se le iba a ocurrir que uno de los vecinos de las monjas lo iba a denunciar a la policía, como tampoco el muy cabeza de chorlito que olvidara en el piso la metralleta. Se reunieron pruebas fácticas, más que suficientes, para llevarlo a la cárcel, y terminó por acusar a Cristina Fernández como la propietaria de los maletines.
El pobre ciudadano se ve obligado a votar en las próximas elecciones presidenciales, a realizarse en el mes de octubre, por dos bandas, cuál de ellas más ladrona: la de Mauricio Macri y su primo, Ángel Calcaterra, y la de Cristina Fernández, con los De Vido, Báez, López y otros.
Es muy difícil creer en la democracia y el Estado de derecho cuando las instituciones sólo se emplean para robar y delinquir a su antojo, sabiendo que serán encubiertos por la justicia.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
24/05/2019