Noviembre 22, 2024

Espías y manipuladores

“Alguien corrió la comita y no nos dimos cuenta”, anunció el jefe del INE a la comunidad de los creyentes, sobre la manipulación del IPC en agosto, septiembre y noviembre de 2018. Otro cazabobos, dirigido por miembros del gobierno o sus secuaces, se acopla a una seguidilla de tropelías, homicidios, robos, corrupción y mentiras, cuyo comienzo y fin se desconoce. Si hace meses escribí, comparando al gobierno con un circo pobretón, jamás imaginé que éste, al pasar el tiempo, iba a brindar nuevas pillerías. Los menosprecié. Payasos e ilusionistas, se esmeran en mantener idiotizada a la plebe, sacando conejos de utilería desde un sombrero.

 

 

Ahora, la manipulación del IPC, vendría a ser tan escandalosa, como si se robaran las barras de oro del Banco Central. A la fecha, deberían permanecer en las bóvedas  —¿O ya volaron como juguetonas golondrinas?— pues se empieza a dudar de todo. Refería un escritor argentino, que en cierta época en el Banco Central de su país, no se podía transitar por los pasillos, debido a la acumulación de barras de oro. Años después, la dictadura militar las hacía desaparecer por arte de birlibirloque. ¿Qué seguridad le asiste a usted, de la existencia de esas barras de oro que Chile asegura poseer? Urge nombrar una comisión de personas idóneas, encargadas de ir a verificar al Banco Central, si de verdad existen. No vaya a ser que las barras guardadas ahí, sólo sean cajas de cartón rellenas de aserrín, pintadas de amarillo. Las autoridades del banco, bien podrían argumentar que se ocultan bajo tierra, alejadas de la codicia, para evitar portonazos y sólo las autoridades de la institución, las pueden visitar y abrazar, tal si les pertenecieran. ¿Y si se las comen los ratones? Como nadie cree en nada en una época delirante, donde los truhanes gobiernan, se enriquecen, viajan a costillas del estado y hacen negocios en clandestinidad, se ha producido una extrema desconfianza, al borde de la paranoia. Si a usted lo detienen en la calle para preguntarle una dirección o le entregan una propaganda, de inmediato piensa en un asalto. Ahí se termina por dudar de todo. Si se cancela con dinero en el comercio, la persona encargada de recibir el billete, lo palpa, examina e incluso mira si tiene el sello de agua, pues la falsificación es normal. Si alguien envía a servicio su automóvil, al cumplir el kilometraje de revisión, el garaje le proporciona después de tener dos días su vehículo en servicio, una lista de tres páginas, donde se explica el cambio de aceite, de las pastillas del freno, bujías, de un sensor de las luces y de la alineación del tren delantero. Usted, como sus conocimientos de mecánica son de resignado creyente, confía y sin chistar, cancela. Lo único que sí le han hecho, es pasarle el plumero a los asientos y lavar la carrocería. Es verdad que le obsequian un chaleco amarillo, sin saber usted si lo va a utilizar para salir a protestar a la calle, harto de tantas bellaquerías y ultrajes, como suele suceder cada sábado en Francia.

 

Volvamos al IPC, cuya variación mide mes a mes la inflación en Chile. En abril, un dron sobrevoló la Moneda, aparato dirigido por un venezolano, que según explicó la policía, llevaba pasaporte peruano, o quizá, se trataba de un brasileño con pasaporte colombiano. Siempre en estos temas impera el revoltijo. ¿Y cuál sería la relación del IPC y este espionaje? El sujeto, contratado por una potencia extranjera, vigilaba los pasos de los expertos, encargados de elaborar el IPC, el cual se manipula en la casa de gobierno. Durante la noche, calculan la inflación en una oficina secreta, instalada en el subterráneo, donde funcionaría la Agencia Manipuladora de Información. (AMI) Se sospecha que este organismo, cuya tarea supera las hazañas del comando Jungla en clandestinidad, también realizaría las encuestas de opinión, para saber si aman o desprecian al jefe y a su corte de aduladores, que a diario le cantan: “¿Qué quería su señoría? Mandan  dirundirundan”.El espía extranjero, detectado por quien poda y riega los naranjos en la Moneda, pretendía averiguar las triquiñuelas utilizadas por ese organismo, para medir la aprobación del gobierno, bajo la máscara de la inflación. Después, informaría a Guaidó, Macri, Bolsonaro y compañía, de cómo aplicar la metodología en sus países. Este cártel estaría vinculado a una red mundial de espías, topos, mercenarios, falsificadores, traficantes de armas, ansiosos de instalarse en Chile, donde reina la permisividad, y empezar a competir en el mercado. Bienvenida esta nueva industria como la educación, la salud y la vivienda, destinada a enriquecer a la Casa Real.    

 

 

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