EE.UU. e Irán se hallan "preocupantemente cerca" de un conflicto armado, y su disputa actual "ha recordado a muchos observadores" el período previo a la invasión de Irak liderada por Washington en 2003, escribe el analista de The Washington Post Adam Taylor.
Sin embargo, y a pesar de varias similitudes, un eventual conflicto bélico entre Washington y Teherán "sería muy diferente en muchos aspectos, y casi con seguridad sería sustancialmente peor", pronostica este experto, quien enumera una serie de diferencias tanto entre el actual Irán y el Irak de 2003, como en la forma en que se desarrollaría una guerra.
Un país más grande
De entrada, el analista subraya que Irán es "simplemente un país más grande" que Irak antes de la invasión de 2003, tanto en términos de población (más de 82 millones de personas, frente a 25 millones) como de territorio (más de 1.500.000 kilómetros cuadrados, frente a 435.000).
Por otro lado, una estimación de 2005 sugirió que el Ejército iraquí tenía menos de 450.000 efectivos cuando comenzó la invasión, mientras que los cálculos recientes indican que Irán cuenta con 523.000 efectivos militares activos, a los que se suman 250.000 de la reserva.
Una ubicación estratégica
Igual de importante, para Taylor, es la ubicación de Irán. A diferencia de Irak, se trata de una potencia marítima que limita con el mar Caspio al norte y el golfo Pérsico y el golfo de Omán al sur, y que comparte fronteras terrestres con "varios aliados estadounidenses con problemas", entre ellos Afganistán, Pakistán, Turquía e Irak.
Asimismo, su ubicación en el centro de Eurasia es "particularmente importante para el comercio", enfatiza el analista, precisando que alrededor de un tercio del tráfico petrolero del mundo pasa por el estrecho de Ormuz, que limita con Irán y Omán, por lo que su posible bloqueo "podría hacer que las exportaciones mundiales diarias de petróleo se reduzcan en un 30 %, aproximadamente".
Aunque en términos de fuerza militar convencional es "mucho más débil" que EE.UU., Irán "ha seguido durante mucho tiempo estrategias asimétricas que podrían permitirle infligir un daño grave a los intereses estadounidenses en la región", asevera el autor del artículo. En este sentido, destaca el papel de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (CGRI) —y sobre todo de su rama de operaciones especiales, conocida como Fuerza Quds—, así como la existencia de poderosos grupos proiraníes, como Hezbolá.
La Armada de Irán también tiene "una ventaja real" contra EE.UU., pues "no necesita grandes naves o armas de fuego" para bloquear el estrecho de Ormuz, pudiendo usar minas o submarinos para forzar el cese del comercio.
Adicionalmente, el analista hace hincapié en el programa de misiles balísticos de Irán, descrito por el Proyecto de Amenaza de Misiles del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales como "el arsenal misilístico más grande y más diverso en Oriente Medio". Taylor agrega a esto el arsenal de 130.000 cohetes que se estima tiene Hezbolá, para asegurar que "la amenaza de la tecnología de misiles iraní se extiende más allá de las fronteras del país".
Un gran costo
Por último, el experto subraya la "significativa cantidad" de militares estadounidenses que requeriría un conflicto bélico con Irán. Según informó este lunes The New York Times, el secretario de Defensa interino de Trump, Patrick Shanahan, elaboró planes para desplegar 120.000 soldados en la región en caso de que Irán atacara a las fuerzas de EE.UU. o reiniciara su programa nuclear. El número está basado en un escenario que no implica una invasión, lo que requeriría más efectivos.
Frente a esa circunstancia, Taylor recuerda que la invasión de Irak involucró a 150.000 soldados estadounidenses, junto con decenas de miles de efectivos de naciones aliadas. El costo financiero de la guerra de Irak se fijó en más de dos billones de dólares en 2013, mientras que el número de los fallecidos entre 2003 y 2011 se estima en aproximadamente 400.000 personas.
El analista sotiene asimismo que, aunque los planificadores militares estadounidenses "saben todo esto", el Gobierno de EE.UU. no puede admitir que no tiene "buenas opciones" para enfrentarse militarmente a Irán, ya que si lo aceptara eliminaría la amenaza de una acción militar y "disminuiría la presión" que Washington espera mantener sobre Teherán.
Efectos "desastrosos" durante décadas
Por su parte, otros varios expertos consultados por RT opinan que una guerra estadounidense contra Irán sería catastrófica tanto para la región como para la presidencia de Trump.
Así, el exdiplomático norteamericano James Jatras advierte que el jefe de la Casa Blanca "traicionaría todo lo que prometió" al electorado si se sumergiese en otro conflicto potencialmente infinito, en especial cuando las consecuencias de la guerra con Irán –en términos de muerte y destrucción– serían "literalmente incalculables".
Por otro lado, una guerra con Irán pondría en riesgo a los aliados regionales de Washington –Israel y Arabia Saudita–, ya que es casi "al 100 %" seguro que si Washington atacara territorio iraní, la República Islámica lanzaría un ataque contra ambos países, asevera Foad Izadi, profesor de comunicación política en la Universidad de Teherán. En este caso, los israelíes y los saudíes querrían que la lucha contra Irán se prolongara"hasta el último soldado estadounidense", añade Izadi, quien así alerta que ese conflicto podría tener "efectos duraderos durante décadas".
En la misma línea, Vladímir Sazhin, miembro del Instituto de Estudios Orientales de la Academia de Ciencias de Rusia, afirma que las dos partes saben que "nadie" ganaría en caso de una gran guerra, y que esta supondría "un desastre para Oriente Medio".