"Creemos que Irán debería intentar las negociaciones en lugar de las amenazas", afirmó el lunes ante los periodistas el representante de EE.UU. para Irán, Brian Hook, en un ejercicio de cinismo e hipocresía. El mismo que pide a los iraníes que se sienten a hablar y dejen de lado el lenguaje de la confrontación, representa al país que hace un año se salió de forma unilateral y sin justificación alguna del Acuerdo Nuclear alcanzado en 2015 por Irán, China, Rusia, EE.UU. (con Obama), Alemania, Francia y Reino Unido.
El mismo que pide a los iraníes que se sienten a hablar y dejen de lado el lenguaje de la confrontación, representa al país que ha impuesto sanciones unilaterales contra Irán, que designa un organismo estatal, la Guardia de la Revolución Islámica de Irán, como grupo terrorista y cuyo presidente asegura cuando le preguntan sobre Teherán que "si hacen algo, será un gran error […]. Si hacen algo sufrirán mucho".
Y en este clima de tensión, surge una nueva excusa para elevar las hostilidades cuando el lunes los medios emiratíes denunciaron que "una entidad desconocida" saboteó cuatro embarcaciones en sus aguas, cerca de Fujairah. Los norteamericanos, llevados por la corriente de beligerancia de emiratíes y saudíes, llegaron a afirmar que Irán estaba detrás del sabotaje, para más tarde reconocer que no tenían ninguna prueba contra los persas ni nada que sostuviese tales especulaciones.
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Es por esto que el mismo lunes, el secretario de EE.UU., Mike Pompeo, canceló su viaje a Moscú para reunirse en Bruselas con los principales mandatarios europeos.
Pompeo buscaba llevar su aventurismo belicista a Bruselas pero le salió mal la intentona. Por suerte para los europeos, no tenemos de momento ni un Aznar ni un Tony Blair deseosos de fotografiarse en las Azores –esta vez– con Donald Trump.
Lejos de lo que Mike Pompeo habría deseado encontrar, la Unión Europea busca mantener a toda costa a Irán dentro del Acuerdo Nuclear Internacional alcanzado en 2015.
El secretario de Estado para Relaciones Exteriores de Reino Unido, Jeremy Hunt, expresó que los británicos están "preocupados por el riesgo de conflicto y una escalada involuntaria". El Ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas, dijo a Pompeo que Alemania no quiere un conflicto militar y que busca asegurar la paz en oriente Medio, destacando que Europa y Estados Unidos han tomado caminos distintos. En la misma línea, el equivalente francés, Jean-Yves Le Drian, mantiene su defensa del Acuerdo Nuclear y el rechazo de Francia a tomar medidas punitivas contra Irán; algo que ha suscrito una Federica Mogherini, jefa de política exterior de la UE, recatadamente irritada por la visita inesperada del secretario de Estado norteamericano.
España se suma a la dinámica de no confrontación de la Unión Europea y ha decidido mantenerse al margen de la disputa, retirando la fragata 'Méndez Nuñez' que acompañaba al grupo de combate encabezado por el portaaviones 'USS Abraham Lincoln', que EE.UU. envía al Golfo Pérsico pasando por el Estrecho de Ormuz que Irán ya ha amenazado con bloquear como medida de contra-ataque frente a la guerra económica que sufre.
Los países europeos buscan mantener a Irán dentro del Acuerdo Nuclear a toda costa dada la cada vez más plausible re-nuclearización del país. Los iraníes han amenazado con que si dejan de exportar –fruto de las sanciones– los 1,5 millones de barriles de petróleo diarios que esperan en mayo, dejarán de cumplir con el acuerdo nuclear que hasta ahora han intentado respetar lo máximo posible según los informes de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Algo está pasando
Mientras la Casa Blanca fracasa en su intento diplomático de sumar apoyos en Europa, sus aliados en Oriente Medio ya mueven ficha.
Israel ha desplegado un inusual número de aviones de combate e inteligencia, mientras que Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí intentan utilizar el supuesto sabotaje de cuatro barcos den Fujairah para preparar a la opinión pública cara a un potencial enfrentamiento con Irán. Quieren instrumentalizar los barcos de Fujairah como si fuesen el 'USS Maine' del Golfo Pérsico. De este modo también dan una excusa a Estados Unidos para aumentar su presencia regional. De hecho, la Casa Blanca ya ha anunciado el plan para aumentar en 120.000 sus efectivos desplegados en Oriente Medio.
Desde el lado iraní, están desplegando los sistemas de defensa aérea y mantienen a la Guardia de la Revolución Islámica colocada a lo largo de todo el Golfo Pérsico. En Yemen y aprovechando la inestabilidad regional, Ansar Allah (houthíes) ha atacado con drones dos oleoductos en Arabia Saudí, provocando que la bolsa saudí caiga un 2%. El ataque recuerda a Riad que, por muy hostiles que se quieran presentar ante Irán, también pueden ser las víctimas.
Los saudíes son los que más se han beneficiado de la disputa entre Estados Unidos e Irán, porque obtienen una mayor relevancia en el mercado del petróleo quitándose de en medio a uno de sus principales competidores, ganan la posibilidad de poder vender a los compradores de petróleo persa, se encarece el precio del barril y, además, tienen una excusa para desviar el debate sobre los problemas internos. Aun así, ataques como el que han sufrido por parte de los houthíes demuestran que, más allá de los mensajes mediáticos que quieran mandar, los saudíes no están preparados para una contienda bélica 'de verdad'.
La guerra de momento no parece una posibilidad
Hoy no habrá guerra, pero tampoco sabemos cuanto aguantará Irán con la cabeza gacha ni si Estados Unidos sabrá controlar su presión.
La guerra de momento no parece una posibilidad, y es que nadie puede ganarla. Por declaraciones como las de Marco Rubio, que asegura que EE.UU. responsabilizaría a Irán de cualquier ataque realizado por milicias chiíes en Irak, es fácil deducir que el problema de Washington no es con Teherán sino, más bien, con la posición hegemónica de Teherán en Oriente Medio.
Los iraníes se han impuesto en Oriente Medio. Con Hezbollah en el parlamento libanés, con Bashar al-Assad en Siria y con un gobierno iraquí, más pro-iraní que los anteriores, la "media lucha chiíta" ha superado la convulsión de los conflictos regionales renaciendo con más fuerza que nunca. Teherán tiene, de facto, salida al Mediterráneo. Y eso ni a EE.UU. ni a sus aliados les ha gustado, por lo que buscan presionar y debilitar a los persas para forzarlos a reducir su influencia en el exterior.
anto EE.UU. como Irán llevan años poniéndose a prueba mútuamente con una guerra psicológica en la que nadie descansa. La incertidumbre siempre está presente. Los iraníes llevan años soportando bombardeos sobre sus posiciones en Siria por parte de Israel, sanciones que tienen como objetivo empobrecer el país hasta dejarlo exhausto y un constante estado de asedio rodeados de bases norteamericanas. Sin embargo, ¿hasta cuándo durará la contención de Teherán? El lenguaje de la confrontación jamás lleva a la mesa de diálogo, y cuando lo hace, como hemos visto con el caso norcoreano, fracasa.
Los iraníes no pueden esperar a las elecciones norteamericanas de noviembre de 2020 para confiar en que Trump se vaya y alguien dispuesto a dialogar tome su lugar. No se lo pueden permitir porque no tienen tiempo; ya esperan para este año una situación más dura que la que vivieron durante la guerra con Irak. Y entonces, con un panorama tan poco esperanzador para los iraníes, la pregunta se vuelve angustiante: ¿hasta cuándo durará la contención de Teherán?
Alberto Rodríguez García