La investigación al ex Presidente de Perú y a su mujer está llegando a su término: la fiscalía solicitó 20 años para Ollanta Humala y 26 para Nadine Herrera, y aproximadamente hacia septiembre u octubre se llevaría a cabo el juicio oral.
Ollanta es el caso del “macabeo” más connotado del mundo: su esposa, la arribista Nadine Herrera, de una “china” del montón, que vestía a vaqueros, se convirtió, una vez Humala llegado al poder, en una de las mujeres más elegantes y ricas de Perú. Ella misma terminó por confesar sus robos, consignados previamente en una libreta que, al comienzo de la investigación, había negado su autoría.
Herrera era la verdadera presidenta, mientras que Humala le llevaba el “amén” en todos sus caprichos. En las diferentes recepciones, la arribista Nadine Herrera saludaba a los invitados adelantándose al Presidente.
Primero, el encargado de Odebrecht en Perú, Jorge Barata y, posteriormente, el dueño de esta empresa, Marcelo Odebrecht, declararon que a instancias de Lula da Silva habían entregado 3 millones de dólares en efectivo a Nadine Herrera, suma que procedía de la Caja B de Operaciones Estructuradas, es decir, el dinero de las coimas.
Tanto Humala como Herrera están acusados de lavado de activos, con el agravante de que a la segunda se le agregan otros delitos que, lógicamente, aumentarían la penalidad.
Para probar el lavado de dinero está establecido el cumplimiento de las siguientes condiciones: en primer lugar, que el gobierno provenga de actividades criminales; en segundo liga, que los receptores tengan conciencia del origen ilícito del dinero; el matrimonio Humala-Herrera cumple la primera condición, es decir, el dinero es claramente ilícito, por tanto, el debate se centrará en el conocimiento por parte de los acusados del carácter ilícito del aporte de Odebrecht.
La estrategia de la defensa de los inculpados consistiría en probar que Odebrecht tenía, en esa época, muy buena fama, por consiguiente, el aporte a las dos campañas presidenciales, (en 2006 y 2011), se limitan a una falta electoral, que el Código Penal no considera.
La familia Humala ha hecho mucho daño al Perú: el padre, don Isaac, fue creador del Etno-caserista, (una especie de militarismo fascista de izquierda, cuyo nacionalismo exacerbado se manifiesta en el odio a Chile), que pretende exaltar el nombre del general Avelino Cáceres, que resistió a los chilenos en la guerra del salitre cuando ocupaban Lima.
El hijo mayor, Ollanta, capitán del ejército, se hizo famoso en la matanza de Madre Mía, contra los guerrilleros de Sendero Luminoso, en 1992. Hoy se investiga esta causa, y está esclarecido que el capitán Carlos era llanta Humala.
El 29 de octubre del año 2000, junto a su hermano Antauro, encabezó la rebelión contra Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, en la localidad de Locumba, muy cerca de Moquegua y Tacna, hacia el sur de Perú. Según Montesinos, esta operación tenía como objetivo de inteligencia la creación de una situación mediática que divirtiera al enemigo y permitir, así, que Montesinos huyera a Venezuela. Su padre, Isaac, tiene la peor opinión de su nuera, a quien acusa que le gustan los dólares como el caramelo.
El hermano Antauro recomendó a su hermano Ollanta, cuando estaba en prisión, que se suicidara, y Anteuro, que pagó por su hermano mayor con cárcel y que está a punto de salir libre, y anunció que será candidato a Presidente de la República para el siguiente período, con un programa radical, restableciendo la pena de muerte para los corruptos, y una militarización del Perú. (Como los electores tropiezan mil veces con la misma piedra, podrían elegirlo y, seguramente, los traicionaría, tal como su hermano, en 2011).
En el año 2005 Antauro también encabezó el “Andahuaylaso”, esta vez contra Alejandro Toledo, que significó la muerte de cuatro soldados; en ese entonces, Ollanta Humala, agregado militar en Francia y Corea del Norte respectivamente, se le acusó de ser el cerebro intelectual, y Antauro tuvo que pagar con cárcel su loca aventura.
El nacionalismo de izquierda es tan condenable como el fascismo-nazismo: los Humala, por ejemplo, son la peste mortal del Perú, un país que tiene el número más grande número de Presidentes corruptos, pero hay que reconocer que la justicia a sido mucho más eficiente en estos casos que en los países de América Latina. Matar a los corruptos sirve de poco pues, a mi modo de ver, actualmente la corrupción es sinónimo de poder, y una sociedad anémica sólo conduce a esta situación, (como dice el tango Cambalache, “el que no roba es un gil”, “o lo mismo un burro que un gran profesor”).
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
11/05/2019