Las monedas electrónicas se toman en la actualidad, como un instrumento monetario más al alcance de la mano de los usuarios que así lo estimen. Hace ya más de diez años, que la criptomoneda por excelencia, el Bitcoin, veía la luz con el objetivo inicial de copar las compras por Internet, y realizar los pagos mediante este mecanismo en la red de redes.
En el momento de su creación, allá por el 2009, nadie podría imaginar la expansión que iba a tener esta criptomoneda en tan breve espacio de tiempo. Este instrumento monetario escapaba del control de los Gobiernos y de las autoridades monetarias internacionales, por lo que sembraba dudas acerca de su fiabilidad y seguridad. Por ello, su creación se empezó a controlar a partir del 2017, incorporando al mercado, 12,55 Bitcoins cada diez minutos.
Poniendo el foco en la tendencia que ha tenido esta criptomoneda en su década de vida, puede observarse una alta volatilidad, que hizo confundir el sentido de inversión de usuarios pocos conocedores de la materia. Cuando el Bitcoin salió al mercado su valor era muy cercano a cero, pero únicamente en un lustro, pasó a tener un valor entre los 750 y los 1000 dólares. Pese a lo que podría parecer, en ese momento no concluyó la escalada de esta criptomoneda. El crecimiento desmedido parecía no tener fin, llegando a su techo en diciembre de 2018 con 18300 dólares, y comenzando un descenso en el valor sin frenos, hasta los 6000 dólares en tan solo tres meses. Lo que propició que muchos inversores que veían al Bitcoin como una fuente de ingresos, como consecuencia de la especulación, perdieran gran parte de lo puesto en liza, y cambiarán su concepción hacia esta herramienta financiera.
Actualmente, la moneda sigue teniendo valor, pero su impresionante volatilidad, impide a las personas que no sean amantes del riesgo extremo, invertir en ellas. Para muchos expertos, el Bitcoin se ha convertido más en un juego de azar que en algo empíricamente demostrable, por lo que si lo que en verdad se quiere es consumir el tiempo en ocio, es preferible optar por los juegos online y las casas de apuestas. Plataformas que además de ofrecer la posibilidad de obtener beneficio, cumplen el objetivo de ofrecer satisfacción personal con una actividad que depende de la suerte y los conocimientos del usuario, y no tanto de los vaivenes de una economía internacional, donde las certidumbres brillan por su ausencia.
Los amantes del riesgo con capital, tienen además del Bitcoin otras criptomonedas no tan conocidas, pero que también existen en el mercado. Entre ellas, se encuentran Bilur, Ethereum, Cardano o el ARK. Todas ellas, según los entendidos en la materia, presentarán una mayor fiabilidad a los inversores, ya que las fluctuaciones en el valor en todas estas formas, es menor que en el caso del Bitcoin. Por lo que explorar el universo de diferentes criptomonedas puede ser un argumento para potenciar de nuevo un ámbito económico, que el gran público ve con recelo, después del descalabro del Bitcoin en apenas tres meses.