Septiembre 20, 2024

Las transiciones del canciller de Piñera

Recientemente -hay que seguirle la pista día a día- el canciller de Piñera convocó a los representantes de la Unión Europea a una conferencia suya (no hubo diálogo, “porque -según él- ya se terminó el tiempo del diálogo”) sobre la necesidad que había de que los gobiernos de la Unión Europea reconocieran a Guaidó como presidente de Venezuela y lo bueno que sería que en Venezuela se hiciera una transición como la chilena. Los invitó a seguir escuchándolo al respecto en sucesivas conferencias suyas.

 

 

Hasta esta “conferencia” de Ampuero sabíamos, por vocerías de El Mercurio, La Tercera y la Cancillería de Ampuero que los países de la Unión Europea habían reconocido el gobierno de Guaidó y terminado con el de Maduro. Ahora Ampuero les pidió a los europeos reconocer a Guaidó (¡no lo habían hecho!), y como si los países europeos no estuvieran, junto con Uruguay, México, Costa Rica, Ecuador, Nicaragua, Bolivia y los países de la Caricom, metidos en Montevideo buscando una salida dialogada y pacífica a la crisis.

 

 

Y más: como si no hubieran invitado recién a Ampuero a que Chile se incorporara a la Iniciativa de Montevideo. Y más: como si él, Ampuero, no se hubiera negado y no les hubiera espetado

su ya famosa “frase diplomática” de “se terminó el tiempo del diálogo”.

 

 

Sobre lo de la posible transición de Venezuela al estilo chileno:

 

1. Ampuero habla de poner a disposición de Venezuela “nuestra experiencia”. Ampuero no sabe nada de ella. No la vivió. No quiso vivirla. No estuvo en Chile entre los 70 y los 90. Y en sus exilios en la RDA y Cuba se mantuvo estudiando alemán y literatura latinoamericana, marxismo leninismo y comunismo científico, como un aprendiz de teórico comunista. No hizo un aporte en nada, ni en el PC ni en el Mapu OC, donde militó. Sus novelas policiales no tocaron el tema. Sus novelas políticas apuntaron en contra de sus ex camaradas de partidos, que se jugaron contra Pinochet, y en contra de países que se jugaron contra el fascismo chileno. Nunca ha aportado a la democratización de Chile o a eso que él llama “transición”.

 

 

2. La lucha por la democracia se inició en Chile con la inmolación de Salvador Allende en La Moneda en 1973. Muchos chilenos vivimos -no Ampuero- con ese ejemplo, aquí y en el exterior. Ampuero prometió a su partido en Cuba, en 1979, el perfeccionarse en su segunda vida en su admirada RDA para volver a Chile. Volvió en los 90 y no hizo sino una mediocre vida política como independiente de derecha hasta que Piñera lo sacó del anonimato y lo puso en las alturas.

 

 

3. La transición chilena se aceleró en 1986 cuando Pinochet llamó a un plebiscito para mantenerse en el cargo y en 1988 fue derrotado.

¿Maduro ha llamado a un plebiscito y en él ha sido derrotado?

¡Aclárelo Ampuero!

 

 

4. Hubo transición (o democratización más o menos acelerada) desde 1990 en adelante en Chile porque las fuerzas en contradicción eran parejas, como lo fueron en España, de donde proviene lo de “transición”. Muy diversa fue la suerte de dictaduras como las de Fulgencio Batista en Cuba, Mussolini en Italia y Hitler en Alemania, derrotadas política, ideológica y militarmente, y sepultadas por el peso de la historia.

 

 

5. ¿Podría asegurar Ampuero que una hipotética salida de Maduro daría paso a un período de lentas aperturas democráticas en lo político y lo judicial, con mantención del poder militar de las actuales FFAA. de Maduro, como en Chile sucedió con las de Pinochet?

 

6. En Chile, con la democratización admirada por Ampuero sin conocerla, y propuesta por él para Venezuela, la política económica de Pinochet se mantuvo y los bancos y monopolios continuaron su dominio. ¿Ampuero estaría dispuesto a proponer para Venezuela algo parecido, es decir que la política del socialismo del siglo XXI se mantuviera allí?

 

6. Pienso que Ampuero no lo ha pensado -como le suele suceder- y que la propuesta a Europa y Venezuela de “hacerlo a la chilena” es un enredo demagógico e ignorante para salir del paso después de su aseveración contra la paz y la diplomacia (“El tiempo del diálogo se terminó”) que dio la vuelta a las cancillerías de América como dan la vuelta los improperios groseros y grotescos de Trump. Con diferencias de calibre por cierto. Las hediondeces de Ampuero tienen el mismo olor pero menos repercusión.

 

El canciller de Piñera ha reiterado ante la crisis venezolana la superficialidad del escritor de su mismo nombre.

¿Hasta cuándo Chile se puede dar el lujo de tener un canciller sin peso y en el que nadie confía precisamente por sus transiciones?

Ampuero transitó (mutó, cambió, se metamorfoseó) de destacado comunista (en Chile previo al golpe, en la RDA, en Cuba y de nuevo en la RDA donde volvió) a destacado derechista y ministro de un gobierno de derechas, el primero y único en la historia de Chile.

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